Internacional

Bahréin entra en la coalición de Estados Unidos para el Golfo

Bahréin se ha adherido a la alianza establecida por Estados Unidos para garantizar la seguridad marítima en el golfo Pérsico, comprometida por la actitud desafiante de Irán y los choques y enfrentamientos en los que se ha visto afectado el comercio por mar de crudo.

Hamad bin Isa al-Khalifa, rey de Bahréin, recibió en Manama a Kenneth Franklin McKenzie, jefe militar del Comando Central de Estados Unidos (CENTCOM) para el Golfo, para abordar esta problemática. Tras el encuentro, el monarca anunció la adhesión bahreiní a la alianza internacional liderada por los norteamericanos, y de la que forma parte también Reino Unido, nación que ha sufrido ya varios encontronazos con miembros de la Marina iraní que forman parte de la Guardia Revolucionaria (cuerpo de élite del Ejército de Irán) y con embarcaciones persas en aguas británicas, como fue el caso del recientemente liberado petrolero Adrian Darya 1, que fue retenido en Gibraltar acusado de llevar petróleo a la Siria de Bachar al-Asad, que sufre un embargo por parte de la Unión Europea (UE) por el sangriento conflicto armado que se vive en territorio sirio.

Reino Unido ya se unió a la coalición a principios del mes de agosto y Australia y Corea del Sur podrían estar muy próximos a seguir los mismos pasos. Mientras, Francia y Alemania han rehusado participar. El planteamiento de base de EEUU tiene que ver con que cada país ofrezca escolta militar a los petroleros con el apoyo estadounidense, que se ocuparía del control del espacio aéreo y de la dirección militar sobre el terreno.

Bahréin es el primer país árabe en sumarse a esta novedosa coalición por la seguridad marítima y, en este sentido, el rey Hamad bin Isa al-Khalifa remarcó “el papel de Estados Unidos y su apoyo a la seguridad y estabilidad regionales” al encabezar esta alianza por la estabilidad en las aguas del golfo Arábigo. El rey de la nación árabe confirmó, por lo tanto, la participación de su país en los “esfuerzos comunes para preservar la seguridad de la navegación marítima internacional y garantizar el respeto de las rutas comerciales del Golfo”, en clara alusión sobre todo al famoso estrecho de Ormuz, principal zona de paso del comercio mundial de petróleo.

El monarca bahreiní no fue el único que recibió oficialmente al general McKenzie; el príncipe heredero Salman bin Hamad también acogió en el palacio al-Safriya al jefe del CENTCOM en el golfo Pérsico, según informó la agencia oficial de noticias de Bahréin BNA.

Escalada de tensión

Mientras tanto, la escalada de tensión se mantiene en aguas del Golfo, ya que se han seguido sucediendo episodios complicados de enfrentamientos relacionados con buques de diferentes nacionalidades, siempre con la sombra de Irán planeando sobre los sucesos.

El último hecho destacable fue la liberación por parte del Tribunal Supremo de Gibraltar del superpetrolero Adrian Darya 1, tras su detención a principios del mes de julio por dar soporte a la Guardia Revolucionaria iraní y suministro de petróleo a Siria, algo prohibido por el citado embargo de la UE a la Administración de Al Asad debido a la guerra en suelo sirio. EEUU trató de impedir esta liberación alegando este supuesto transporte de petróleo a los sirios y la ayuda a la Guardia Revolucionaria, considerada grupo terrorista por la Administración estadounidense; aunque la Justicia gibraltareña hizo caso omiso de esta solicitud.

Por el contrario, todavía sigue detenido en el puerto iraní de Bandar Abas desde el 19 de julio el buque británico Stena Imperio a la espera de orden judicial. Abas Musaví, portavoz del Ministerio de Exteriores persa, aseguró que la detención de la embarcación tenía que ver con la comisión de “tres violaciones marítimas” y que había que esperar a resoluciones judiciales al respecto.

Estos dos hechos se han sumado a otros anteriores en los que se acusó al régimen de los ayatolás de atacar o sabotear buques en aguas del golfo Pérsico. Acciones que han proliferado desde que en 2018 el Gobierno norteamericano de Donald Trump se saliese del acuerdo nuclear del Plan Integral de Acción Conjunta (JCPOA, por sus siglas en inglés), firmado en 2015 con Irán y otros países como Francia, Alemania, Rusia, China y Reino Unido, por el que se limitaba el programa atómico iraní a cambio de beneficios económicos y fiscales.

Tras el abandono del pacto, EEUU impuso sanciones financieras y políticas a Irán que han ahogado a la nación persa, destacando las relacionadas con el comercio de crudo, principal fuente de ingresos iraní. Tras lo cual, Irán respondió reforzando su posición y manteniéndose firme en su intención de seguir comerciando con su ‘oro negro’ y de seguir desarrollando su programa nuclear al entender que no se estaban respetando los términos del acuerdo del JCPOA; un convenio que, después de la marcha de EEUU, el resto de los países firmantes han querido reflotar para mantenerlo vigente.