El soldado que se negó a creer que la guerra había terminado
En el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, hubo un soldado que se negó a creer que la guerra había terminado. ¿Sabes quién fue?
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Hiroo Onoda fue enviado, en el año 1944, a la isla de Lubang, a aproximadamente unos 150 kilómetros al suroeste de Manila, en Filipinas y su misión era muy clara: obstaculizar los ataques enemigos en la isla y nunca rendirse, ni quitarse la vida. Al llegar el final de la guerra en 1945, cuando Japón se rindió, Onoda siguió creyendo que era una artimaña más del enemigo y siguió viviendo bajo ese mandato.
La guerra continúa para Onoda
El gobierno japonés, para informar a sus soldados que estaban escondidos en la jungla que la guerra había terminado, lanzó folletos desde el aire, pero Onoda no creyó en esa noticia.
Según las posteriores declaraciones de Onoda, los folletos que lanzaban los aviones que lo sobrevolaron estaban llenos de errores, por lo que pensó que era un complot de los norteamericanos.
Onoda estaba con otros 3 soldados en la isla y continuaron librando una guerra de guerrillas ocultándose en la selva. Sobrevivieron comiendo bananas y cocos, y robando arroz a los agricultores locales.
En el año 1950, el soldado Yuichi Akatsu se rindió a las fuerzas filipinas. A partir de ese momento, Onoda se volvió más cauteloso porque temía ataques más peligrosos. Otro de los soldados que acompañaban a Onoda, Shoichi Shimada, fue asesinado a tiros en el año 1954 por agentes de policía de la isla.
Su último aliado, Kinshichi Kozuka, también murió de un disparo de la policía local, en el año 1972. Con cada una de las muertes de sus camaradas, Onoda reafirmaba la idea de que la guerra todavía continuaba.
Obediencia, lealtad y una voluntad inquebrantable
Durante 29 años, Onoda permaneció en la selva, viviendo principalmente en cuevas subterráneas. Durante el transcurso de sus días, reunió datos de inteligencia de los movimientos que realizaba el enemigo. Los últimos dos años de su permanencia en la isla, Onoda estuvo totalmente solo.
El soldado demostró contar con características propias de los mejores: ascetismo, voluntad, obediencia, lealtad y sacrificio. Onoda fue declarado muerto en el año 1959, pero un estudiante japonés llamado Norio Suzuki, se dispuso encontrarlo.
En 1974, casi 30 años después de que terminara la Segunda Guerra Mundial, Suzuki encontró a Onoda. Pero el soldado solo se rendiría si recibía órdenes de sus oficiales superiores.
Fue entonces que Suzuki regresó a Japón con fotos para probar su encuentro con Onoda, y encontró al mayor Yoshimi Taniguchi, quien había sido uno de los oficiales al mando en aquel momento.
Suzuki regresó a la isla con Taniguchi, quien relevó oficialmente a Onoda de sus deberes y obligaciones.
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