Historia
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Así es Mont Saint-Michel, la abadía más bella de Francia

A lo largo de sus más de 14 siglos desde su construcción la abadía de Mont Saint-Michel ha servido para múltiples propósitos. Desde lugar de culto, prisión de máxima seguridad, pasando por fortaleza y ahora un enorme reclamo turístico para los vecinos de la región de Normandia.

Desde el año 1979 este impresionante monumento de la Edad Media forma parte de la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, donde también se incluyen un molino y la bahía unos situados a unos kilómetros de Mont Saint-Michel.

En honor a San Miguel

La historia de la abadía se remonta al año 708 cuando el obispo Aubert mandó construir en el Monte Tombe un santuario en honor al arcángel San Miguel.

Fue Ricardo I el que mandó instalarse allí a una comunidad de monjes benedictinos en el 966 convirtiendo la abadía en uno de los principales lugares de peregrinación europea de la época. Se mantuvieron allí hasta que la Revolución Francesa declaró el lugar como bien nacional y los expulsó.

A lo largo de sus historia han ido añadiéndose nuevos aportes arquitectónicos, que en la actualidad resumen muchos movimientos y el paso del tiempo por sus inmediaciones. Estas transformaciones han venido dispuestas por necesidades de las épocas, por incendios o por restauraciones necesarias para convertirla en el gran complejo turístico que es hoy.

Un lugar seductor

Muchos fueron los peregrinos que pasaron por Mont Saint-Michell. Desde devotos cristianos a escritores como Victor Hugo que quedó prendado de la belleza de la zona: «es a Francia lo que las pirámides a Egipto» apuntó el escritor británico en más de una ocasión.

Este lugar situado en plena montaña parece sacado de un cuento de hadas, aunque su principal belleza y sus secretos que la han mantenido en pie tanto tiempo viene por su particular localización.

Las mareas y el mar la convierten en una zona inexpugnable, y así lo ha sido siempre. Estas mareas hacen que dos veces al día, la abadía quede aislada de tierra durante horas, rodeada del mar, único lugar por donde se puede acceder durante este tiempo.

Para esto las propias campanas de la abadía avisan cada vez que va a empezar la subida del mar, ya que es peligroso para los turistas una subida tan fuerte de la marea.

Por este motivo los franceses utilizaron la abadía como fortaleza en muchas ocasiones para reprimir los ataques de naciones enemigas, o como prisión en la Revolución Francesa donde llegaron presos comunes y políticos.