Así fue Felipe II, el Rey Prudente
Lo definieron como un hombre tímido y un profesional del reinado. Felipe II fue conocido como el Rey Prudente, y es que, a la vista de muchos de los reyes españoles que sucedieron después, Felipe fue más que un monarca preparado y recordado por muchos como un buen nombre.
No así lo recordaban sus enemigos que lo definían como una persona fanática y despótica. Esto creó alrededor de su figura muchas leyendas encontradas y más cuando el propio monarca no accedió jamás a que se publicara una biografía oficial de su persona e incluso llegó a destruir su correspondencia.
¿Cómo era Felipe II?
Felipe II accedió al trono de España en el año 1556 y estuvo en él hasta el día de su muerte. Para muchos fueron grandes años de bonanza en el país y, gracias a su unión con María I, también se convirtió en rey de Irlanda e Inglaterra.
Con Felipe la nación Española de la era moderna consiguió ser una de las principales potencias mundiales y consiguió que España tuviera territorios en todos los continentes habitados.
Los que pudieron escribir sobre él, después de su muerte, lo consideraban un buen rey para España, aficionado a la lectura, pintura y a la arquitectura, prudente, racional y culto.
No le gustaban demasiado los lujos, y salía a cazar y pescar en ocasiones, aunque se consideró un rey hogareño.
Religioso
El Rey Prudente de España era una persona religiosa. Creía en que la unidad religiosa era el pilar fundamental para sus políticas con las que consiguió una buena reputación dentro y fuera de las fronteras españolas.
Llevó a cabo diferentes reformas administrativas como convertir a Madrid en la capital permanente de la monarquía, proyectó la conocida como Armada Invencible y logró desarrollar hasta la máxima expresión a sus tercios, unidad militar que había creado su padre, Carlos I.
Además, en el campo de batalla no le fue mal. Hizo frente a la Rebelión de las Alpujarras desde 1568 al 1571 y logró la recordada victoria contra Francia en la Batalla de San Quintín, el 10 de agosto de 1557.
Gracias a esto, coincidiendo su victoria con la festividad de San Lorenzo, mandó edificar el Monasterio de El Escorial, donde posteriormente sería enterrado.
Muerte agónica
A pesar de ser un rey muy capaz, Felipe II siempre estuvo delicado de salud. Sus últimos años de vida fueron una pesadilla donde arrastró varias enfermedades.
Diez años antes de morir sufrió gota, perdió la movilidad de una mano y en los últimos 50 días de su reinado hasta su muerte tuvo fiebres tercianas, artrosis, hidropesía y abscesos. Murió el 13 de septiembre de 1598 a los 71 años de edad, y después de 42 años en el trono.
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