Gastronomía

Los piratas de bodegas disparan la falsificación de vino de lujo

La falsificación de vino de lujo no es algo nuevo; el problema es que su ‘fabricación’ se ha disparado. Fundamentalmente en China. En dicho país asiático, las bodegas y distribuidores están siendo víctimas del ‘pirateo’.

China ha sobrepasado a Francia como el mayor consumidor de vino tinto del mundo. Y este consumo floreciente ha hecho que las falsificaciones de vino crezcan al mismo ritmo que su venta.

En el año 2013, se confiscaron 40.000 botellas falsas, con un valor en el mercado de 32 millones de libras. El año anterior, 350 cajas de Chateau Lafite Rotschild y 60 de Chateau Margaux fueron destruidas por la policía. En concreto, se estima que la mitad del mencionado Chateau Lafite que se vende en China es falso. Y es que una botella de su añada del 82, considerada la mejor del siglo, puede costar 10.000 dólares. Bien, pues parece ser que en el país asiático hay en venta más botellas de esta añada de las que produjo la bodega.

Según el Financial Times, hay expertos que sugieren que el 40% del vino que se vende en el país asiático es falso. Algunos de ellos estiman que la cifra llega al 80%. Y este baile de cifras es parte del problema: nadie sabe de cuánto estamos hablando. La falsificación es, sin duda, un dato preocupante para el mercado de inversión en vino.

Un buen número de millonarios chinos están comprando vino por precio y marca. Así que ante un Burdeos caro, los clientes son carne de cañón de los falsificadores. Por suerte, el consumidor está mejorando su conocimiento del vino, y eso está dificultando la venta de vino falso.

¿Cómo se realizan las falsificaciones?

Las más sofisticadas utilizan botellas (vacías) originales. Por ejemplo, el cristal del mencionado Chateau Lafite del 82 cuesta en el mercado 500 dólares. Y lo rellenan con vino a granel. Vino que casi con seguridad es español: el 36% del mencionado vino que importa China procede de nuestro país.

En otros casos la botella se rellena con vino de la misma bodega pero de una añada de valor inferior. En esta situación el fraude es prácticamente indetectable.

Por contraste, las falsificaciones menos sofisticadas pueden llegar a ser realmente burdas. Se ha llegado hasta tal punto de encontrar botellas de vino blanco etiquetadas como Rothschild e indicando que su procedencia es Montpelier.

¿Cómo se está luchando contra la falsificación?

La buena noticia es que el gobierno chino y la industria del vino están empezando a luchar. Recientemente Francia y China se han aliado para combatir esta lacra. En concreto, el gobierno chino ha puesto en marcha una iniciativa llamada PEOP: se trata de una etiqueta con características visibles e invisibles que además contiene un código QR que el cliente puede activar y así asegurar la autenticidad de la botella.

BevScan es otro dispositivo disponible en el mercado que utiliza un rayo de luz que pasa a través de la botella, sin la necesidad de abrirla. Y esta luz determina si estamos ante un vino falso.

Las salas de subastas también se protegen de la falsificación, que no siempre han conseguido detectar. Así que para asegurar al cliente su origen están pidiendo a las bodegas que custodien las botellas en su propiedad y las envíen directamente a su nuevo propietario.

Quizás el falsificador más famoso hasta la fecha es Rudy Kurniwawan, arrestado en 2012 en su casa de California. En ella el FBI halló un auténtico laboratorio donde rellenaba botellas de Burdeos con vino de Napa. Y todo el material necesario para la operación: etiquetas, corchos, sellos. Días después se destruyeron las 500 botellas falsas encontradas y pertenecientes a las mejores bodegas del mundo.

El historial de Kurniwawan es asombroso: en el 2006 vendió un falso Chateau Mouton-Rothschild de 1945 por 56.000 dólares. Años después cometió el error de vender una caja de Domaine Georges Roumier de 1923 – en una subasta – por 112.000 dólares. Esta bodega no produjo vino antes de 1924. Alguien se dio cuenta y durante 4 años se llevó a cabo una investigación que finalizó con su arresto. Fue condenado a 10 años de prisión y a compensar a las víctimas del fraude con 28 millones de dólares. Para ello se subastaron las 5.000 botellas auténticas que Kurniwawan coleccionaba en su bodega. Ironías del destino.

Aquí puedes conocer más sobre el apasionante mercado de los vinos de lujo.