España
UN GUARDIA CIVIL RECUERDA LAS 48 HORAS DEL SECUESTRO QUE CAMBIÓ ESPAÑA

«Txapote tuvo a Blanco en el maletero de un coche hasta que le dio el tiro de gracia»

Miguel Ángel Blanco permaneció las 48 horas de su secuestro, maniatado y amordazado, en el maletero del mismo automóvil que el comando etarra había utilizado para perpetrar la acción criminal. El sanguinario etarra Francisco Javier García Gaztelu, ‘Txapote’, le dio después el tiro de gracia. Así lo desvela a OKDIARIO uno de los guardias civiles que participó en aquella lucha contrarreloj para localizar al concejal del PP de Ermua. Se cumplen 20 años de aquel secuestro, a las 15,30 horas del 10 de julio de 1997, un crimen que cambió la historia de España: sacó a la gente a la calle para abominar los crímenes de ETA y accionó la cuenta atrás del fin de la banda terrorista.

“Uno de los terroristas detenidos un par de años después nos confesó que Txapote le había pedido una bajera (local o trastero) para ocultar a Blanco, pero días después le dijo que se olvidara. Es poco probable que la hubieran usado porque la habríamos encontrado en investigaciones posteriores. Creemos que Miguel Ángel Blanco permaneció durante su cautiverio, maniatado, dentro del maletero del automóvil que usaron para el secuestro”.

El agente del instituto armado, con una larga experiencia en operaciones antiterroristas, recuerda que tanto él como su unidad pasaron unos de los peores días de su vida en esa lucha silenciosa contra la banda armada. Sabían que la dirección de ETA había marcado como objetivo a los concejales del PP y PSOE del País Vasco, pero era imprevisible que Blanco estuviera en la lista.

Seguramente se fijaron en Miguel Ángel porque para ellos era el objetivo más fácil por sus costumbres: realizar todos los días los mismos recorridos y horarios. Un legal de la banda seguía sus pasos y tenía informada puntualmente a ETA”.

Desde unas semanas antes del secuestro, ‘Txapote’, Irantzu Gallastegui ‘Nora’, también conocida por ‘Amaya’ y José Luis Geresta ‘Oker’ se habían instalado en un piso del entresuelo del número 2 bis de la calle Arragüeta de Eíbar (Guipúzcoa). Su propietario, el colaborador de la banda Ibón Muñoa, les había facilitado un juego de llaves de la vivienda y un Fiat de color gris con matrícula de San Sebastián para perpetrar el secuestro.

El comando fracasó en un primer intento de secuestro el 9 de julio, pero no erraron un día después. La etarra Irantzu Gallastegui lo abordó con pistola en mano en plena calle y lo introdujo en el automóvil que conducía Txapote, también conocido como Jon. A las 18,30 reivindicaron el secuestro en una llamada a la emisora de Egin con un fatídico mensaje: si antes de las 16,00 horas del sábado 12 de julio el Gobierno no trasladaba a los presos de ETA a cárceles vascas, sería asesinado. El cadáver fue encontrado en una zona despoblaba de Lasarte.

Estábamos convencidos de que se trataba de una acción del comando Donosti que, en fechas próximas, había perpetrado otro atentado contra un funcionarios de prisiones que resultó herido y había dejado un reguero de sangre en otras acciones. Tres meses después de la muerte de Blanco, el mismo comando colocó un coche bomba contra un vehículo ocupado por compañeros de la Guardia Civil”.

Fue ‘Txapote’ quien descerrajó dos tiros en la cabeza de Blanco mientras éste permanecía de rodillas y con las manos atadas en la parte delantera con un cable eléctrico, sujetado por ‘Oker’. ‘Amaya’ permanecía en el interior del automóvil.

Los análisis posteriores de balística y las declaraciones de los etarras detenidos determinaron que el arma utilizada en una de esas acciones, una Beretta del calibre 22 Long Rifle -casualmente el mismo calibre de la que se utilizó para matar a los Marqueses de Urquijo- era la que ‘Txapote’ había empuñado para asesinar al joven concejal vasco.

“Era un tanto inusual que ETA utilizara un arma de un calibre tan pequeño cuando sus comandos siempre estaban armados con Browning o Sig Sauer del calibre 9 parabellum. Además, la pistola con anterioridad había sido cedida a otro comando para que realizara una acción y después devuelta a los asesinos de Miguel Ángel Blanco».

‘Txapote’ en lugar de utilizar otra pistola, una Browning de 9 mm parabellum que tenía en su poder, optó por la Beretta. El uso de ese arma del calibre 22, en la que las balas sólo miden 2,5 centímetros, el diámetro de una moneda de dos euros, permitió que Miguel Ángel Blanco permaneciera con vida unas horas, algo que prolongó su agonía. ¿Se debía aquello a un plan macabro de la banda para prolongar su sufrimiento?

“No me provocaría ninguna extrañeza tanta maldad porque la decisión la tomó ‘Txapote’. Los etarras son todos terroristas -alimañas sin sentimientos- pero, si tuviéramos que elaborar un escalafón, uno de los más sanguinarios sería Txapote. Un tipo frío, calculador y sin el más mínimo escrúpulo. El perfil del terrorista más letal pero también organizativo. No hay que olvidar que tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco, durante la tregua de 1998, a la que ‘Txapote’ se oponía, montó una docena de comandos para que actuaran después de la ruptura. Nos dieron mucha guerra”.

La Guardia Civil pronto supo que ‘Txapote’ estaba tras el secuestro de Miguel Ángel Blanco y desencadenó una lucha sin cuartel para dar con su paradero. Tras la desarticulación en noviembre de 1999 de un comando etarra que había robado una troqueladora en Irún, uno de los detenidos delató al colaborador de ETA, Ibon Muñoa. Y éste, a su vez, confesó que era miembro legal del comando Donosti, que había facilitado infraestructura a la banda terrorista y que, en una ocasión, había mantenido un encuentro con ‘Txapote’ en Anglet, en la costa vascofrancesa.

Muñoa era el mismo colaborador que había acogido a ‘Txapote’ y a Gallastegui en su casa de Éibar a finales de junio de 1997, tras desplazarse el comando desde Francia a Guipúzcoa. El propio ‘Txapote’ confesó a Muñoa que tenían planeado secuestrar a un concejal del PP, al que ya estaban siguiendo.

“La pista de Anglet fue clave para su localización y detención. Con la ayuda de los franceses peinamos la zona y, en la tarde del 22 de febrero de 2001 -me acuerdo de la fecha porque era un día antes del 20 aniversario del 23-F-, dimos con él en una terraza de un restaurante próximo a la playa. No tuvo escapatoria. Ahora se pudre en la cárcel”.

Txapote se enfrenta a varias condenas qu suman cientos de años por los asesinatos de Miguel Ángel Blanco, Gregorio Ordóñez y Fernando Múgica, entre otros. Asesinó a quemarropa al concejal popular de Ermua pero, 20 años después, ETA ha sido derrotada y los presos de la banda -incluido él- siguen dispersos por cárceles españolas.