Sanitarios, celadores y 2 empresas de servicios serán interrogados por los sabotajes del Zendal
La investigación sobre los robos y sabotajes en el hospital Isabel Zendal de Madrid avanza a buen ritmo después de que la dirección del centro hospitalario haya puesto a disposición de los investigadores un completo dossier sobre qué ha sucedido en el hospital en los últimos 15 días, qué objetos han desaparecido, qué desperfectos se han ocasionado y cuándo y en qué partes del hospital ha sucedido todo esto. Y esas son las claves que la Unidad contra el Crimen Organizado de la Policía, la UDYCO, necesita para confeccionar lo que ellos llaman “una lista de personas de interés para la investigación”, o lo que es lo mismo, posibles sospechosos de estar detrás de estas acciones o conocer su autoría.
Este diario ya ha revelado la parte de la investigación que corresponde a los robos de material sanitario vital para atender a los pacientes del centro destinado a aliviar la presión sanitaria impuesta por la tercera ola de Covid. Pero hay otra parte que los investigadores consideran igual o más importante: los sabotajes. Actos con mayor o menor peligrosidad, ahora lo detallaremos porque alguno es muy serio, pero que denotan un conocimiento de las instalaciones, la localización de determinados elementos y los turnos de los profesionales que allí trabajan.
Según la información de este diario la Policía ha recibido un dossier que data los primeros sabotajes en el Zendal en la semana del 18 de enero. La enumeración de hechos vandálicos muestra que los primeros acontecimientos detectados en el centro no eran de excesiva gravedad. Primero alguien desenchufó los termos que dotan de agua caliente a las instalaciones, lo que provocó la incomodidad de que personal y médicos carecieran de agua caliente, pero al fin y al cabo se resolvió de forma inmediata.
La preocupación creció cuando se detectó un atasco masivo de inodoros en el hospital y más aún cuando el atasco estaba originado por material sanitario sin usar: compresas, guantes, batas, empapadores, mascarillas. Quedaba claro que no era un accidente peor si se trataba de una protesta también fue fácil de resolver. Actos incómodos, pero afortunadamente inofensivos como tapar los sensores de los grifos de los baños con papel celofán y otros menos sutiles y mucho más incómodos como la activación de la alarma del hospital Zendal de madrugada alertando a pacientes y al personal que estaba trabajando, dieron paso a situaciones mucho más peligrosas en potencia.
Médicos a ciegas
En todos los centros sanitarios, desde que arrancó la pandemia, se tiene un cuidado exquisito con la manipulación de los uniformes de los sanitarios, que tras pasar jornadas de trabajo rodeados de pacientes Covid han de ser tratados de una manera especial para su limpieza y desinfección. El Zendal no es una excepción y en los vestuarios se habilitaron jaulas con el aviso expreso de que tenían que ser utilizadas para el tratamiento seguro de las prendas. En la información recogida por la policía se explica que los responsables del centro se encontraron ropa usada esparcida por el suelo con un cartel en el que se podía leer “NO LOS VA A RECOGER NADIE”. A juicio de los responsables del centro este comportamiento puede provocar la infección de terceras personas. El episodio en concreto fue descubierto en el vestuario femenino número 3 pasadas las 12 del mediodía, pero se asegura que el cartel llevaba allí desde varias horas antes, este tipo de detalles es importante, pero antes de explicarlo hay que contar el más grave de los sabotajes por las consecuencias que podía haber tenido.
“Hubo una intrusión en la sala ‘Rack’ -sala del Zendal en la que se encuentran las conexiones que dan suministro a la red informática- y se desconectó el enchufe de latiguillos, lo que dejó un módulo A2 sin conexión durante una hora u hora y media”. Y esto, ¿exactamente qué consecuencias tiene? Pues que por espacio de hasta 90 minutos los médicos no pudieron tener conexión con los aparatos que miden la telemetría de las constantes vitales de los pacientes, lo que aumenta drásticamente el peligro de que un paciente sufra una alteración repentina en sus constantes que no se detecte de forma inmediata.
Con todo lo anterior los investigadores ya han diseñado un croquis que representa un plano de situación de todas las estancias y horarios en los que se detectaron robos y actos de sabotaje. Ya saben quién y a qué hora tenía acceso a esos lugares en esos momentos y con todos esos datos la nómina de personas de interés la forman determinados doctores, enfermeras y enfermeros, auxiliares, y trabajadores de 2 empresas externas, una de limpieza y otra de mantenimiento. El cribado lo marca a qué lugares podían acceder cada uno de ellos en esos momentos exactos. Ese será el camino para descubrir y detener a los saboteadores del Zendal. En la denuncia que obra en poder de OKDIARIO, quien la presenta tiene pocas dudas: «No puedo sospechar de nadie en concreto, pero estoy seguro de que trabajan en el hospital porque ha tenido acceso a lugares restringidos».
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