España
Día de la Fiesta Nacional

Sánchez defiende «el pluralismo» de los socialistas que criticaron el mensaje del Rey

No cabía ni un alfiler. Las salas, antesalas y salones, la gran galería interior y el enorme comedor de gala han estado llenos hasta los topes. La impresión de los que hemos estado allí es que ni uno solo de los 1.500 invitados, un tercio más de lo habitual en años anteriores, hubiera renunciado en esta ocasión a estar en el Palacio Real junto a los Reyes para celebrar el día de la Fiesta Nacional.

Al hablar con Pedro Sánchez del discurso del Rey del pasado martes y preguntarle por qué algunos socialistas habían mostrado ciertas reservas con su contenido, el secretario general del PSOE ha respondido que en su partido hay pluralismo para expresar sus opiniones. Por cierto, un detalle que ha dejado a todos asombrados y que ha sido unánimemente criticado ha sido la indumentaria con la que ha hecho acto de presencia el jefe de la oposición en el Palacio Real: chaqueta azul oscuro, camisa rosa y sin corbata.

Quizá Pedro Sánchez no haya tenido tiempo en estos últimos días de leer atentamente la invitación de la Casa del Rey en la que el protocolo marcaba traje oscuro para los caballeros. Un detalle que contrastaba con la de un buen número de asistentes cuya corbata llevaba listada la bandera española.

Decenas de políticos veteranos, retirados ya hace años y por tanto difíciles de ver en este tipo de actos, han reaparecido para dejar patente su apoyo a la unidad de España, su defensa de la Constitución, su rechazo al secesionismo del actual gobierno de Cataluña y la necesidad de actuar a favor de la integridad territorial. Y también para cosechar, algunos de ellos, calurosas muestras de agradecimiento y entusiastas enhorabuenas por dejar meridianamente clara su postura de apoyo a la ley y al ordenamiento constitucional.

Borrell protagonista

Ese ha sido el caso del ex vicepresidente socialista Alfonso Guerra, a quien todos daban besos y abrazos o del ex presidente del Parlamento Europeo, Josep Borrell, a quien muchos animaban a entrar de nuevo en la política activa. Los corrillos, innumerables en esta ocasión, han sido monotemáticos: la crisis catalana ha sido el único asunto que ha estado presente en todos los que se han ido formando en torno a personalidades del Gobierno o de la oposición.

Los representantes del Gobierno se han mostrado cautelosos y prudentes a la hora de hacer previsiones de futuro ya que prefieren esperar hasta el próximo lunes para ver si finalmente Puigdemont aclara a los confusos españoles si declaró o no la independencia. Lo que sí ha sido patente desde que el Rey Felipe y la Reina Letizia se han incorporado a la recepción es que todos los presentes, e insisto que éramos 1.500 personas, querían saludar al Rey, estrechar su mano, darle las gracias por su discurso del martes pasado, preguntarle por lo que él cree que pueda pasar en el futuro y encontrar, al fin y al cabo, un rayo de esperanza por muy pequeño que sea para poder afrontar lo que pueda pasar en el futuro.

Él es consciente de que su capacidad de arbitrar y moderar el funcionamiento regular de las instituciones es más simbólico que real pero los que estábamos en el corrillo en torno al jefe del Estado hemos sacado la conclusión de que don Felipe va a hacer uso de esas atribuciones para ayudar a sacar a España de la grave crisis política en la que se encuentra.