España

El Rey desmonta la justificación de Sánchez para la Ley de Amnistía: «Sin Constitución no hay convivencia»

Hasta en cinco ocasiones, Felipe VI ha pronunciado la palabra "convivencia" en su tradicional mensaje de Navidad

  • Luz Sela
  • Periodista política. En OKDIARIO desde 2016. Cubriendo la información del Congreso de los Diputados. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela. Antes, en COPE, ABC Punto Radio y Libertad Digital.

Hasta en cinco ocasiones, Felipe VI ha pronunciado la palabra «convivencia» en su tradicional discurso de Navidad. Un término común en sus intervenciones, pero que, esta vez, adquiere un especial simbolismo. La supuesta mejora de la «convivencia» es el pretexto con el que Pedro Sánchez ha tratado de justificar su pacto con el separatismo para la Ley de Amnistía. El presidente socialista ha llegado a decir incluso que, gracias a este borrado de los delitos cometidos durante el proceso independentista catalán, España será «un país más cohesionado, con más convivencia y más unido que nunca».

De ahí que, aún sin referencias explícitas, las palabras del monarca hayan sido interpretadas en clave de advertencia a Sánchez y sus socios. Con la Constitución como máximo garante de los derechos de los españoles, el Rey ha avisado en su mensaje que «fuera del respeto a la Constitución no hay democracia ni convivencia posibles; no hay libertades sino imposición; no hay ley, sino arbitrariedad». En definitiva, «fuera de la Constitución no hay una España en paz y libertad».

El discurso de Navidad ha evidenciado la preocupación de Felipe VI por la ruptura de la igualdad entre españoles -proclamada en la Constitución- que implican los acuerdos con el independentismo. La Ley de Amnistía, que ha enfilado su trámite parlamentario con vistas a que esté aprobada ya en los primeros meses del año que viene, anula incluso las causas por terrorismo -como la de los autodenominados Comités de Defensa de la República y el Tsunami Democràtic- y permitirá el regreso inmediato del ex presidente catalán, Carles Puigdemont.

Todo ello pone en cuestión el trabajo de los jueces encargados de juzgar los delitos cometidos durante el llamado procés, y deslegitima su labor. También lo hacen las denominadas comisiones del lawfare, que han sido ya aprobadas en el Congreso de los Diputados, con la connivencia del PSOE, y que permitirán al separatismo someter a revisión las causas por el espionaje con Pegasus o los atentados de Barcelona y Cambrils.

Respeto a las instituciones

En este contexto, el Rey ha aprovechado su mensaje para hacer un llamamiento a preservar la separación de los poderes del Estado.

«Tenemos el deber de conducirnos con la mayor responsabilidad y procurar siempre los intereses generales de todos los españoles con lealtad a la Constitución», ha aseverado Felipe VI, que ha avisado que «cada institución, comenzando por el Rey, debe situarse en el lugar que constitucionalmente le corresponde, ejercer las funciones que le estén atribuidas y cumplir con las obligaciones y deberes que la Constitución le señala».

«Debemos respetar a las demás instituciones en el ejercicio de sus propias competencias y contribuir mutuamente a su fortalecimiento y a su prestigio. Y finalmente debemos velar siempre por el buen nombre, la dignidad y el respeto a nuestro país», ha advertido también el monarca.

«Convivencia»

En un momento de alta polarización política, que se traslada a los ciudadanos, Felipe VI ha mostrado su preocupación por la división de la sociedad, recordando que ésta «ha sido la causa de muchos errores en nuestra historia, que abrió heridas, fracturó afectos y distanció a las personas». «Superar esa división», ha afirmado, «fue nuestro principal acierto hace ya casi cinco décadas».

Así, ha advertido que «evitar que nunca el germen de la discordia se instale entre nosotros es un deber moral que tenemos todos. Porque no nos lo podemos permitir». Frente al separatismo, que trata de imponer de forma unilateral sus ideas, el Rey ha antepuesto la «visión compartida de España, que reconoce el derecho de todos a sentirse y a ser respetados en su propia personalidad y en su cultura; con sus lenguas, tradiciones e instituciones».

La apelación a la unidad, el bienestar y la prosperidad común, «la convivencia basada en sentimientos compartidos», ha sido una constante en sus palabras.

Para Felipe VI, la unión entre españoles debe descansar «en los valores que rigen toda convivencia democrática: la libertad, la justicia, la igualdad, el pluralismo político». Los cuatro fundamentos que, ha recordado, «nos cohesionan y dan fortaleza y permanencia a un sistema democrático como el nuestro» y que emanan de la propia Constitución, ahora cuestionada desde el Gobierno y sus socios. Nunca antes los partidos que intentan erosionar la Carta Magna han tenido tanto poder.

Gracias a la Constitución, ha reafirmado el Rey, España ha consolidado «una democracia plena, abierta e integradora» y «un Estado Social y Democrático de Derecho, que ha asegurado nuestra convivencia y que nos ha permitido superar diversas y graves crisis en los últimos años».

En este marco, Felipe VI ha reivindicado una vez más en su discurso de Navidad a la Carta Magna «no sólo como valor democrático de presente y de futuro, sino también como instrumento y garantía imprescindible para que la vida de los españoles pueda seguir discurriendo con confianza, con estabilidad, con certidumbre».

Y ha advertido, frente a aquellos que quieran erosionarla: «Es evidente que para que la Constitución desarrolle plenamente su cometido no sólo se requiere que la respetemos, sino también que conservemos su identidad, lo que la define, lo que significa; su razón de ser como pacto colectivo de todos y entre todos para un propósito compartido. Y, finalmente, exige que preservemos su integridad como lugar de reconocimiento mutuo, de aceptación y encuentro aprobado por todos los españoles, como legítimos titulares que son de la soberanía nacional». Un nuevo aviso velado a los que, como el Gobierno, intentan manipular el texto constitucional para justificar sus fines políticos.