España
MARCHA VERDE SOBRE CEUTA

Policías antidisturbios en Ceuta cargan contra Marlaska: “No tenemos órdenes claras, estamos improvisando”

Los efectivos policiales desplazados desde la Península hasta la frontera con Marruecos no tienen fecha de regreso.

Los agentes desplegados durante turnos maratonianos se están encontrando con ausencia de instrucciones claras desde Interior y trámites burocráticos que empeoran la situación de los inmigrantes ilegales.

  • Alfonso Egea
  • Jefe de Investigación en OKDIARIO. Anteriormente fui responsable de la sección de Actualidad y Sucesos en Espejo Público, en Atresmedia. He publicado cuatro libros y actualmente colaboro en programas de televisión en Mediaset y en Telemadrid. Agradecido por tener el reconocimiento de la Policía Nacional de Madrid y la medalla al mérito de la Guardia Civil.

La única orden ha sido aguantar en la frontera y devolver a los que entraban. No hay ni estrategia ni mando que oriente a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado más allá de lo que hay que hacer fuera de la playa de El Tarajal. Allí, las instrucciones han sido precisas mientras han durado las oleadas, pero en lo que respecta a la gestión de los menores no acompañados acogidos por Ceuta o la localización de los inmigrantes ilegales que han escapado al control policial, los agentes consultados por este periódico aseguran que «lo estamos haciendo todo basándonos en decisiones personales tomadas en tiempo real».

«Estamos bien, pero abandonados y tomando nuestras propias decisiones para ayudar a esta gente». Quien habla con este periódico desde Ceuta es un policía que ya las ha visto de todos los colores. Tras 72 horas de inagotable esfuerzo, él y sus compañeros se han podido tomar un respiro, pero será breve. La única orden que tienen clara a esta hora es que deben seguir, aguantar y asegurar la frontera hasta nuevo aviso. Normalmente, los desplazamientos de los policías y los guardias civiles a misiones como la de Ceuta o, anteriormente Canarias, tienen un periodo concreto, pero en este caso no hay fecha de regreso.

Y es que una cosa es lo que vemos en televisión y otra bien distinta lo que hay detrás de las imágenes. Una de las situaciones más preocupantes que ha habido esta semana en Ceuta ha sido el desproporcionado número de menores que burlaron la frontera entre España y Marruecos a través de Ceuta. Fuentes de la ciudad autónoma aseguran que los menores son al menos 1.500, pero la estimación policial eleva esa cifra a 2.000, teniendo en cuenta a los menas no localizados.

La fuente de OKDIARIO relata un episodio revelador: «Los menores estaban siendo literalmente almacenados en naves industriales. Ni cuidados ni custodiados. El miércoles sin ir más lejos fuimos nosotros los que pedimos despejar las naves por un asunto de salubridad y seguridad sanitaria. Ya se habían detectado positivos en Covid y nadie había decidido nada. Nuestra iniciativa se puso sobre la mesa a primera hora y no se hizo nada por los menores hasta las ocho de la tarde, que fue cuando empezaron a trasladarlos».

Según el testimonio de estos agentes, el trato dispensado a los menores de edad es el adecuado, pero el verdadero problema del que ellos son testigos es la cantidad de burocracia que hay que superar para llegar a esa atención. “Los chicos menores han llegado a pasar un día entero sin comer porque no se había ratificado un contrato con el servicio encargado de suministrar las comidas”, explica la fuente de este diario.

Y añade: “Esto ya lo hemos visto en Arguineguin. Es imposible asumir el trato a un número tan elevado de personas si dependes de que se firme un contrato. Al final siempre se rompe el eslabón más débil, y ese siempre es el inmigrante ilegal”.

Localización y detención

Pero si los inmigrantes ilegales menores de edad localizados son un problema de gestión y atención humanitaria, más lo son los inmigrantes ilegales no localizados y que viven estos días desperdigados por Ceuta tras haber burlado la frontera.

Los policías desplazados hasta Ceuta ya han puesto sobre la mesa un plan concreto de rastreo y localización de estas personas para detenerlas, identificarlas y proceder a su devolución a Marruecos según los cauces legales. Se calcula que puede haber entre 1.000 y 2.000 personas viviendo en las calles de Ceuta sin control desde el lunes. Varios testigos los han localizado en parques y viviendas vacías de la ciudad, pero aún no ha habido intervención policial, básicamente porque no se ha dado la orden oportuna.

Y lo más curioso es que no será precisamente por falta de medios, ya que los militares desplegados en la zona han sabido de estos planes policiales y han puesto a disposición de ese operativo de localización de inmigrantes en las calles de Ceuta el apoyo de efectivos y vehículos necesarios para hacerlo en el menor tiempo posible. Pues ni así han recibido respuesta aún.

Pero los policías desplegados en Ceuta seguirán insistiendo en tomar las decisiones correctas porque entre tanta tensión y abandono siempre aparecen historias que llamán la atención. Esta semana, una mujer se ha presentado en Ceuta después de conducir todo un día desde Tarragona. Hace años se casó con un hombre marroquí y vivió en Marruecos durante mucho tiempo.

Tras una visita a España ella decidió quedarse en su país y el hombre regresó a Marruecos con las dos hijas de ambos. El hombre falleció y esas niñas cruzaron la frontera esta semana con 14 y 15 años y la familia marroquí advirtió a la madre, quien condujo sin descanso para recuperarlas. La Policía atendió su petición y con un par de fotos rastrearon entre los 1.000 menores de las naves de Ceuta. Dieron con ellas, fueron a comisaría, certificaron la documentación y la mujer pudo reunirse con sus hijas. Y esto, como otras tantas cosas, no ha sido mérito de ningún Gobierno ni de ningún ministro, sino de un puñado de buenos policías.