España

Sánchez y Macron pactaron en el Elíseo respaldar a un presidente del BCE permisivo con la deuda

Ambos países se encuentran con deudas públicas en porcentaje del PIB en torno al 98%

Pedro Sánchez acudió el 27-M al Elíseo para cenar con Emmanuel Macron. Y el encuentro dio para mucho: para que el presidente francés se comprometiera a presionar a C’s para intentar frenar las alianzas de centroderecha con Vox; para avanzar en los acuerdos entre liberales europeos y socialistas para apear del poder en el Europarlamento a los conservadores; y para diseñar una estrategia de presión en el Banco Central Europeo (BCE) para lograr un nuevo presidente permisivo con el aumento de la deuda pública. Porque ambos países cuentan con niveles excesivos de deuda y, lejos de pensar en recortarlos, piensan en seguir gastando.

Francia necesita apoyos en su plan de influencia en el BCE. Y es que la situación económica y el lógico reparto de cargos debería apuntar a que el nuevo presidente que sustituya a Mario Draghi, fuese más restrictivo con el gasto público. O, dicho de otra manera, fuese un perfil similar a los propugnados de forma tradicional por los alemanes.

Pero esa elección no gusta ni a Francia ni a España. Ambos países se encuentran con deudas públicas en porcentaje del PIB en torno al 98% y saben que sólo son capaces de asumir el pago del servicio de la deuda sin problemas debido a que los tipos oficiales están tumbados artificialmente, y a que la política monetaria marcada por el BCE favorece el mantenimiento o incluso el incremento de la deuda pública de los países.

La UE se prepara ya para el relevo del presidente del BCE. Y lo hace en un contexto económico y político complejo. Porque la actividad económica ha emprendido ya una senda de desaceleración clara. Y porque las urnas de los distintos países han arrojado resultados que han aupado al poder a más que dudosos gestores al frente de los países europeos.

El mandato de Draghi termina el próximo 31 de octubre. La batalla por el control de este organismo decisivo ya ha comenzado. Y Francia ha buscado a su primo hermano en niveles de deuda -la España de Sánchez- como aliado para intentar garantizarse que, cuando llegue la fase de crisis plena, el BCE seguirá siendo suave con los países con altos niveles de deuda pública e, incluso, colaborador con ellos para que capeen el pago de la deuda con más deuda.

Ya ha sido elegido el irlandés Philip Lane como nuevo economista jefe en sustitución del belga Peter Praet. Irlanda no había tenido hasta el momento silla en el directorio de seis miembros del BCE. Pero lo cierto es que ese nombramiento no inclina la balanza hacia el lado de los defensores de la austeridad o los apóstoles del gasto y la deuda. Porque el irlandés es comprensivo con la deuda, igual que lo era su predecesor.

Por eso, el puesto clave es, con todas las papeletas, el del nuevo presidente. Y Francia quiere posicionar con ayuda de España a François Villeroy de Galhau o Benoît Coeuré. Macron los impulsa pese a que el BCE ya ha tenido un mandatario francés, Jean-Claude Trichet. Y sería todo un abuso que volviese a ser francés el nuevo presidente.

El presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, es la gran opción alemana. Un hombre que ha mostrado su disconformidad con la política blanda de Draghi y que ha votado en contra de todas las medidas de estímulo puestas en marcha por el actual mandatario del banco. Un perfil, en resumen, que disgusta por completo a Macron y Sánchez porque, evidentemente, forzaría a sus respectivos Ejecutivos a tener que realizar recortes del gasto público.