España

Pánico en Génova 13: Podemos ya está en el 26% y casi 100 diputados

A sólo seis días de la cita con las urnas, las encuestas internas que maneja el Partido Popular han hecho saltar las alarmas en Génova 13. Según los datos que maneja la dirección del PP, los apoyos electorales de Podemos están subiendo de manera imparable y su previsible porcentaje en las elecciones del próximo domingo ya alcanzarían el 26%, lo que podría traducirse en una horquilla de entre 95 y 100 escaños en el Congreso de los Diputados. Las fuentes internas del PP consultadas por este diario explican que estos datos están «extraídos de encuestas presenciales, que son mucho más caras que las telefónicas, pero también mucho más fiables».

Ya ocurrió algo parecido a este rally final de Podemos hace seis meses. La última semana antes de las elecciones del 20D fue la de la «remontada» de Podemos. Amparados en la prohibición de la ley electoral para la publicación de encuestas de intención de voto en los últimos cinco días antes de la cita con las urnas, los de Pablo Iglesias colocaron un mensaje irrefutable: aseguraron insistentemente que sus sondeos internos les daban un alza diaria en intención apoyo ciudadano y, con ello, lograron un efecto arrastre que se apoyaba en el inusitado desinfle de Ciudadanos y en la pelea dos a dos de PSOE y PP. Así, sin capacidad de respuesta con datos, ninguna formación política pudo responder y el partido de los círculos consiguió el efecto que los sociólogos definen como de ‘apoyo al caballo ganador’.

Además, ahora los de Pablo Iglesias han logrado que el efecto suma con Izquierda Unida se traduzca de verdad en lo que buscaban. Unos votos más los otros provocan el ‘sorpasso’ al PSOE y, lo que es más importante, ser el segundo partido en el reparto de escaños en casi todas las circunscripciones: las actas de diputado que perdían entre ambas formaciones por los llamados ‘restos’ ahora se quedan todos en su bolsa.

Las claves del tirón

El tirón final de Unidos Podemos y sus confluencias tiene varias claves sociológicas que podrían confirmar o desinflar este empujón de última hora que tanto preocupa en Génova 13. La primera de ellas es la de la distribución del voto rural. La división del territorio nacional en circunscripciones provinciales hace que en determinadas plazas un escaño sea mucho más ‘barato’ que en otras. No hacen falta los mismos votos para ser diputado por Barcelona o Madrid que por Zamora o Jaén. En las últimas elecciones, bastaron 12.000 votos para lograr un escaño en Soria, mientras que en Madrid ‘costó’ 96.000. Así, en las provincias menos pobladas y con menor población urbana una diferencia de 400 votos puede significar la cosecha de un escaño más o menos. Y no son pocas las circunscripciones con estas características. Sin embargo, el voto de Podemos es eminentemente urbano, de modo que sería necesario que los de Pablo Iglesias lograran llevar su ‘efecto arrastre’ al entorno rural. De ahí que la campaña del secretario general de Podemos, el mayor valor electoral de la coalición, se esté centrando más en las apariciones en televisión que en grandes mítines, en los que sólo ha sido anunciado en seis ocasiones.

Pablo Iglesias a su llegada al Debate a 4 (FOTO:EFE)

Otro de los factores importantes en este análisis, con los que trabajan en el Partido Popular para averiguar cómo desarbolar el crecimiento de los podemitas, es la participación electoral y la abstención. Para que ese 26% se transforme en una cifra de diputados cercana a la centena debe darse una participación igual o mayor que en la cita electoral del 20D, que fue del 73,2%, cuatro puntos más que en los comicios de noviembre de 2011. A causa del reparto de escaños de la Ley D’Hont, un sistema llamado ‘proporcional corregido’, el plus de representación que se llevan los dos primeros partidos –lo que se conoce como polarización– en cada circunscripción crece en función del volumen. A más votantes, mayor distancia total con las siguientes formaciones; y a mayor distancia, más actas de diputado se reparten entre los dos primeros en liza. Es decir, que de una abstención mayor o menor también depende la traducción en escaños de ese 26% de apoyos para Podemos que maneja la dirección del PP.

El voto oculto al PP y un PSOE empeñado en caerse

Y hay dos aspectos más que pueden ser importantes. El primero es el llamado voto oculto del PP. En todas las citas electorales, suele darse que la intención de voto directo confesada por los electores a favor del Partido Popular es mucho menor que la que luego se da realmente en las urnas. Eso es lo que se corrige con la llamada ‘cocina’ de los institutos demoscópicos. Pero, aun así, en muchas ocasiones los resultados finales no reflejan la verdadera opción de los ciudadanos. La cúpula de Génova 13 confía en eso para ‘dar la vuelta’ a los datos tan «peligrosos» que manejan. Como ya ocurrió en las generales del 20D, los populares creen que hay muchos votantes que no quieren reconocer públicamente que los apoyarán: por la vergüenza sociológica de ser votante de derechas, por el estigma de la corrupción que tanto daño le ha hecho al PP en estos últimos años e, incluso, porque pocos quieren reconocerse del lado del partido del que cuelga el sambenito de ser «el de los recortes», por mucho que el gasto social haya crecido con Rajoy en el Gobierno desde los 183.000 a los 188.000 millones a pesar de la crisis económica.

Pedro Sánchez, repasando sus notas antes del debate. (EFE)

La última clave tiene más que ver con el Partido Socialista. Opinan los expertos que no es sólo que Podemos esté sabiendo animar a sus votantes a través de su campaña, sino que el PSOE de Pedro Sánchez «se empeña» en hacerlo todo mal, como si estuviesen en una competición para ver cómo desmotivar más a sus votantes. Los últimos sondeos publicados este fin de semana ya anunciaban que los socialistas no ganarían las elecciones en ninguna comunidad autónoma, ni siquiera en sus feudos habituales de Extremadura y Andalucía. Ese descalabro, sobre todo en esta última región –auténtico caladero histórico de votos para el PSOE– supondría una sangría enorme para las listas de Pedro Sánchez, en un trasvase que, sobre todo, favorecería a los de Pablo Iglesias.

Los analistas del PP buscan cómo corregir lo que les dicen las encuestas. Es la misma ley electoral la que les impide hacerlas públicas y contrarrestar con datos los mensajes que los sondeos arrojan. Sin embargo, confían en su mensaje de «aglutinar el voto moderado» para que los electores entiendan que los populares son la mejor opción contra un hecho que ya parece más que irrefutable: que Podemos ya es la alternativa real al Partido Popular.