España
Crisis del coronavirus

La OMS 3 meses antes del Covid: «Vendrá una pandemia sumamente mortífera y hay que estar preparados»

Coronavirus: última hora del Covid-19 en directo

  • Luz Sela
  • Periodista política. En OKDIARIO desde 2016. Cubriendo la información del Congreso de los Diputados. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela. Antes, en COPE, ABC Punto Radio y Libertad Digital.

Como una premonición, la Organización Mundial de la Salud (OMS) avisó ya en septiembre de 2019 del claro riesgo de una amenaza pandémica consecuencias dramáticas. Su predicción encaja con una similitud pasmosa con la epidemia que ahora azota el mundo. La OMS era clara: «Si es cierto el dicho de que «el pasado es el prólogo del futuro», nos enfrentamos a la amenaza muy real de una pandemia fulminante, sumamente mortífera, provocada por un patógeno respiratorio que podría matar de 50 a 80 millones de personas y liquidar casi el 5% de la economía mundial». Los expertos internacionales avisaban a los dirigentes: deben estar preparados, porque no lo están.

La comunidad internacional desoyó el aviso, y las consecuencias con conocidas. La advertencia se recoge con claridad meridiana en el informe ‘Un mundo en peligro’, firmado por la llamada Junta de Vigilancia Mundial de la Preparación, una sección que se encarga, entre otros, de evaluar la capacidad del mundo para protegerse de las emergencias sanitarias y determinar las deficiencias críticas. En definitiva, de anticipar los riesgos y avisar a los líderes internacionales.

El diagnóstico era ya demoledor: «El mundo no está preparado» y «los dirigentes de todos los niveles detentan la clave». «Es responsabilidad suya dar prioridad a la preparación con un enfoque pansocial que garantice la participación y protección de todas las personas».

No estábamos preparados. Pero había margen para anticiparse, a tenor de lo expuesto en este informe, que fue desoido. El Gobierno español, que ahora se remite paradójicamente a los organismos internacionales para amparar su cuestionada gestión de la epidemia, adoptó medidas drásticas cuando el virus ya se encontraba desbocado. Durante semanas negó riesgos, pese a que la evidencia china e italiana demostraba todo lo contrario.

El mundo, decía el dossier de la OMS, «necesita establecer de forma proactiva los sistemas y compromiso necesarios para detectar y controlar posibles brotes epidemiológicos».

Los expertos habían examinado la capacidad de preparación de los países ante otras pandemias, como la de la gripe H1N1 de 2009 y el brote de ebola de 2014-2016, para concluir que «muchas de las recomendaciones examinadas se aplicaron de forma deficiente, o no se aplicaron en absoluto, por lo que persisten deficiencias graves».

«Hay que actuar»

Por tanto, proseguían, «ha llegado el momento de actuar» porque «el mundo está en peligro». «Lo que necesitamos es liderazgo y la voluntad de actuar con firmeza y eficacia».

El grupo de expertos proponía una serie de recomendaciones: mayor compromiso e inversión, ejercicios de simulación, preparación del sistema sanitario y ampliación de la capacidad de reacción con antivíricos o vacunas… y también incentivos económicos, por parte del FMI y el Banco Mundial. También se instaba a promover instrumentos de coordinación a través de Naciones Unidas.

«El mundo no está preparado para una pandemia causada por un patógeno respiratorio virulento y que se propague con rapidez», insistían estos expertos.

80 millones de muertos

«La pandemia mundial de gripe de 1918 afectó a un tercio de la población mundial y mató a 50 millones de personas, el 2,8% de la población total (16, 17). Si hoy en día se produjera un contagio parecido, en un mundo con una población cuatro veces mayor y en el que se puede viajar a cualquier lugar en menos de 36 horas, podrían morir entre 50 y 80 millones de personas (18, 19)», era su trágico pronóstico.

Pero, además, otras consecuencias serían el pánico o la desestabilización de la asaeguridad nacional.

Y, también como una premonición, aseveraban que «la preparación se ve perjudicada por la falta de una voluntad política sostenida a todos los niveles». Y ello provoca que «los dirigentes nacionales responden a las crisis sanitarias cuando el miedo y el pánico alcanzan niveles importantes».