España
Crisis del coronavirus

Las nuevas directrices de la OMS fuerzan a España a admitir el número real de muertos: 47.000 según el INE

Nuestro país es el que registra un mayor volumen de muertes por COVID-19 por millón de habitantes de todo el mundo

Coronavirus en España: datos de hoy del COVID-19 y últimas noticias de la desescalada, en directo

Pedro Sánchez no ha dejado de falsear las cifras de muertes para evitar reconocer una realidad: que España es el país con mayor tasa de mortalidad de todo el mundo. Porque él sabe que ese argumento apuntala el hecho de que la gestión del Gobierno socialcomunista ha sido la peor de todo el mundo. La OMS acaba de pedir que se hagan públicas en las estadísticas las muertes por COVID-19 consideradas «confirmadas» por test o analítica, y las calificadas como «probables» por determinación del criterio clínico. Y España, con ese método, y con la cifra que muestra el INE de incremento de muertos desde el 24 de febrero, con respecto al mismo periodo del año pasado -47.194 fallecimientos- ocupa la primera posición indiscutible en el ranking de países de todo el mundo con mayor tasa de mortalidad.

Hasta ahora, los datos de muertes en España por coronavirus oscilaban entre el evidentemente falseado del Gobierno -27.136 muertes en el momento de redactar esta noticia- hasta las poco más de 40.000 -si se incluyen los oficializados por muertes en residencias y domicilios particulares de Madrid y Cataluña-, o los algo más de 43.000 muertos del sistema MoMo de anticipo estadístico de los registros civiles.

Archivos oficiales

Pero el INE ha constituido igualmente un apartado de recuento a efectos del COVID-19. Y de ese sistema estadístico es posible extraer un dato más exacto del volumen de muertes por culpa del virus. Si se toma la muestra estadística de muertes contabilizadas en el INE entre el 24 de febrero y el 24 de mayo de 2020, el volumen de muertes totales que figura en los archivos oficiales asciende a 151.212.

Eso supone un total de 47.194 muertes más de las registradas en el mismo periodo de tiempo del año 2019. Puesto que la única causa comprobable de mortalidad añadida conocida es el coronavirus, resulta más que probable que todo ese incremento de muertes corresponda al COVID-19.

Pues bien, con ese dato en la mano, lo cierto es que España, por mucha distancia, es el país con mayor volumen de muertes por millón de habitantes de todo el mundo por COVID-19. España lidera ese nefasto ranking con 1.010 muertes por millón, seguido de Bélgica con 837.
En la tercera posición figura Andorra, con 662 muertes por millón; en cuarta Reino Unido, con 606; Italia ocupa la quinta posición, con 558 muertes; Suecia, con 455, la sexta plaza; y Francia se sitúa en séptima posición, con 434 fallecimientos por millón de habitantes.

La explicación a este enorme desfase con respecto a las muertes declaradas oficialmente por el Gobierno de Pedro Sánchez es conocida: España sólo refleja en sus estadísticas las muertes confirmadas por test, analítica hospitalaria o autopsia. Y eso ha supuesto que, en plena escasez de tests, con los hospitales saturados, e infinidad de muertes producidas en los domicilios o residencias de mayores, muchas de las muertes no hayan quedado registradas oficialmente como muertes confirmadas por COVID-19.

En concreto, más de 20.000 muertes han quedado en esta nebulosa estadística usada por el Gobierno para ocultar su desastrosa gestión humanitaria del coronavirus.

Pero lo cierto es que España es el primer país del mundo en muertos por millón de habitantes. El peor de los récords imaginables.

Medidas más duras

Pedro Sánchez sigue asegurando que ha adoptado las medidas más duras de todos los países y que nadie ha implantado sistemas de control que no haya regulado él en España. Si eso fuera cierto, querría decir que sobre España ha caído una maldición. Pero la realidad es que, con una sanidad pública y privada mucho mejor que la media de la que disfrutan los países más avanzados del mundo, somos el país con más muertes por coronavirus por millón de habitantes.

Esta medición es la única que puede evaluar la magnitud del desastre puesto que, obviamente, países con más población, tienen muchas más probabilidades de elevar sus cifras nominales de contagios y de muertes por la enfermedad.

La realidad es tétrica. Porque, incluso sin ponderar el número de muertes por el tamaño del país, España ocupa la segunda posición en número total de fallecimientos si tomamos como baremo el dato extraído de las bases del INE. Con esas 47.194 víctimas mortales por coronavirus, España es el segundo país en muertes totales, solamente superado por las 109.132 muertes de EEUU. Pero, claro, es que EEUU tiene casi 330 millones de habitantes y España poco más de 46 millones.

Es importante remarcar que, según datos de la OMS, España, Italia o Alemania, sólo comunican las muertes confirmadas: no comunican los muertos sospechosos o probables por coronavirus. Pero que EEUU, Reino Unido, Francia, Portugal y Bélgica comunican sus fallecimientos confirmados y sospechosos. Y este segundo es el criterio correcto según la OMS. Es decir, que el bueno es justo que el que no pone en práctica el Gobierno de Pedro Sánchez.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), de hecho, ha publicado un documento para ayudar a los países a identificar a las personas que han fallecido por COVID-19, la enfermedad que provoca el nuevo coronavirus. Y en ese texto reconoce como víctimas del coronavirus, tanto los muertos por esta causa si han dado positivo en una prueba de laboratorio, como los sospechosos.

Sospechosos

Asimismo, el organismo señala que no se deben considerar fallecidos por COVID-19 a aquellas personas cuya causa de muerte no esté relacionada con el coronavirus, como por ejemplo un accidente de coche o un cáncer, o que hayan muerto tras haberse recuperado de forma completa de la enfermedad.

Pero la OMS sí aclara que el COVID-19 debe registrarse en el certificado médico de fallecimiento como causa de muerte en todas aquellas personas que han perdido la vida como consecuencia de la enfermedad, o que se tiene una sospecha certera de que la infección contribuyó a su muerte.