Moncloa ve posible el acuerdo con un Aragonès que presiona con el referéndum

Generalitat catalán
Pedro Sánchez y Pere Aragonès.
Luz Sela
  • Luz Sela
  • Periodista política. En OKDIARIO desde 2016. Cubriendo la información del Congreso de los Diputados. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela. Antes, en COPE, ABC Punto Radio y Libertad Digital.

Justo una semana después de la concesión de los indultos a los presos del procés, Pedro Sánchez y Pere Aragonès se han visto en La Moncloa. El primero, asediado por la urgencia de atar el apoyo de los separatistas para permanecer en el poder. Y el segundo, con sus reclamaciones intactas pese al burdo maquillaje del «reencuentro».

Tras la reunión, que se ha extendido durante dos horas y media, Sánchez ha delegado las explicaciones en la ministra portavoz, María Jesús Montero. Ésta ha ofrecido una versión radicalmente opuesta a la que, poco antes, Pere Aragonès exhibía en una comparecencia desde la sede del Govern en Madrid.

El independentista ha asegurado que la reunión con Sánchez ha servido para «constatar» las «posiciones alejadas y las diferencias evidentes sobre cómo resolver conflicto”, pero “también para reafirmar la existencia de este conflicto y que se debe resolver mediante diálogo, negociación y voluntad de acuerdo».

Sus avisos, no obstante, han sido rotundos: Aragonès ha exigido a Sánchez «amnistía y autodeterminación», y otras cuestiones irreemplazables para el separatismo, como la eliminación de la causa abierta por el Tribunal de Cuentas, que exige a 40 ex altos cargos el depósito de 5,4 millones de euros por los gastos ilegales en la red exterior de la Generalitat para internacionalizar el procés, o el cumplimiento del informe del Consejo de Europa en el que se plantea la reforma del delito de sedición así como el retorno de los fugados de la Justicia.

«No se ha hablado de eso»

María Jesús Montero, sin embargo, ha negado la mayor, y ha insistido en que ninguno de estos temas han entrado en el debate. Ha considerado que «no es de extrañar que Aragonès haya puesto el acento en aquellas materias de su interés», pero ha asegurado que «en ningún momento» Sánchez  «ha hablado sobre amnistía, exiliados o autodeterminación». Según la portavoz, el presidente catalán tiene claro «el límite que pone el Gobierno de España en estas cuestiones».

«Lo importante son los acuerdos en materia de normalidad institucional, como la mesa de diálogo, o las inversiones en Cataluña que son tan importantes para el futuro de esta comunidad y de España. Cada uno pone el acento donde lo tiene que poner», ha despachado.

Ante la insistencia de los periodistas sobre las diferentes versiones del encuentro, Montero se ha rendido: «No he estado en el interior de la reunión», ha asumido, añadiendo que «es obvio» que Aragonès «puede trasladar cualquier incertidumbre o pregunta, pero no ha sido objeto del debate entre ambos presidentes».

Pese a que las reclamaciones independentistas son rotundas, desde Moncloa se insiste en trasladar que los puntos de encuentro son posibles. Según Montero, «es voluntad del Gobierno pasar página sobre el capítulo catalán» para lograr fórmulas «que aspiren a mejorar el autogobierno, y posibilitar la convivencia».

La ministra ha insistido en los manidos argumentos del Ejecutivo, los mismos empleados hace unos días para edulcorar los indultos a los condenados del procés: diálogo, confianza y concordia. «El conflicto de Cataluña lleva demasiado tiempo enquistado», ha lamentado Montero, que ha opinado que «hay que trabajar en esa aspiración de autogobierno en la que lleva trabajando Cataluña hace muchos años». No hay recetas mágicas, no hay que someterlo a la ansiedad», ha concluido.

Dos horas y media

La reunión entre Pedro Sánchez y Pere Aragonès ha durado algo más de dos horas y media. El presidente del Gobierno ha saludado al separatista en las escalinatas de La Moncloa con el gesto de la mano en el pecho, pero Aragonès no ha hecho en ese momento ningún gesto visible.

El presidente catalán ha mantenido para su encuentro con Sánchez el pin de una flor amarilla que siempre lleva en la solapa en señal de apoyo a los condenados por organizar el procés, indultados por Sánchez, y a los fugados de la Justicia.

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