España
okupación

Hecha una ruina: así dejó la inquiokupa la vivienda a su casera antes de abandonarla

Absolutamente destrozada. Paredes rotas, armarios hechos añicos, colchones andrajosos, porquería en la cocina y sin electrodomésticos. Ese es el estado en el que ha quedado la vivienda de Belén en Benalmádena (Málaga) después de que la inquiokupa que habitaba en su vivienda la abandonara. Casi 24 meses sin pagar el alquiler y los suministros, Aurora, la inquiokupa, salió del inmueble arrasando con todo.

«Era el piso de mi padre, me lo dejó por si me pasaba algo el día de mañana», lamenta Belén entre lágrimas. Belén calcula que arreglar el piso supondrá unos 30.000 euros. Dinero del que no dispone. Y es que la suma de estos dos años en los que ha tenido que mantener a Aurora, además de los costes judiciales (abogados, procuradores y detectives) alcanza los 38.000 euros. «A ellos no les pasa nada, seguirán haciendo lo mismo y a ti te dejan arruinada. Estos dos años han sido un calvario», añade.

El pasado martes 15 de febrero se produjo el lanzamiento de la vivienda. Fue entonces cuando Belén, acompañada por la la Policía Nacional, el agente judicial y el cerrajero se encontró la casa de su infancia arrasada. «El olor era insoportable, se ha llevado el mueble de la entrada, todas las lámparas, la lavadora, el vidé, me faltan todas las cortinas. Lo que no se ha llevado lo ha destrozado», recuerda Belén.

Después de dos años de calvario, ahora Belén tiene que reconstruir su vida. «Estoy en paro, no puedo reformar la casa. Tengo miedo y no se qué hacer con la vivienda». Belén teme que alguien vuelva a ocupar la casa que su padre le dejó en su herencia.

Testimonio de la inquiokupa

El pasado mes de septiembre un equipo de OKDIARIO tuvo la oportunidad de hablar con Aurora, la mujer que entonces llevaba 19 meses sin pagar el alquilarse la vivienda. Fue entonces, cuando Aurora confesó que no pagaba. Es más, denunció ante los micrófonos de este periódico que no estaba recibiendo ayudas: «yo me quiero ir pero no me dan un piso ni ayudas». También aclaró que ella no era una mera okupa. «No soy una okupa, soy una inquilina que no paga. No somos gente que nos metemos en casas abandonadas. Soy una persona trabajadora», afirmó a este periódico.