España
Juicio en la Audiencia Nacional

La etarra ‘arrepentida’ Carmen Guisasola pide perdón a todas las víctimas salvo a las suyas

Carmen Guisasola, la etarra ‘arrepentida’ que ante el Parlamento vasco dijo que los presos etarras «deben ayudar a cerrar heridas y asumir que lo acaecido ha sido brutal, injusto y nunca tuvo que existir», se ha sentado en el banquillo de los acusados de la Audiencia Nacional este martes sin ninguna muestra de ese arrepentimiento del que tanto hace gala. La mujer que dijo en público que había que pedir perdón, esta mañana se ha olvidado de unas víctimas, las suyas, la familia del Policía Nacional Ignacio Pérez que murió en 1990 por mandato suyo, según el Ministerio Fiscal.

De hecho, y a diferencia de los otros dos procesados por el asesinato del Policía Nacional Ignacio Pérez, los terroristas Óscar Abad y José Ramón Martínez que, pese a negar los hechos, sí declararon a todas las partes empezando por el fiscal, Guisasola hizo la declaración de ‘manual’ del etarra: sólo contestó a su letrado.

Carmen Guisasola fue la última en prestar declaración y, mientras el magistrado estaba hablando, en un tono chulesco le cortó para decirle: «Sólo pienso declarar a mi letrado». Y así ha sido. Tres preguntas ha durado su declaración. Y tres respuestas: sí, estuve en ETA; sí, cometí atentados y no tengo nada que ver con este asesinato.

La negativa de la supuesta ex miembro de ETA acogida a la vía Nanclares ha evitado que el fiscal le pudiera preguntar por la principal prueba de cargo, los papeles de su puño y letra que fueron intervenidos en un registro policial y que la vinculan directamente con el asesinato con bicicleta bomba de Ignacio Pérez, así como por la declaración del dueño de la casa donde fue detenida que aseguró que vio como preparaban el atentado.

Comando

En cuanto al Abad y Martínez, acusados de ser los autores materiales del crimen, ambos negaron la mayor ante la Sala de la Audiencia Nacional que los juzga. Abad, acaecido de una total pérdida de memoria, declaró que: “No tuve ninguna participación en estos hechos. No recuerdo haber hecho declaración ante la policía. Fue una declaración tomada estando yo herido y sedado. Conocía a Carmen Guisasola y Julián Achurra ‘Pototo’ por la prensa. Conocía a José Ramón Martínez porque somos del mismo pueblo, pero tenemos una diferencia de edad considerable, yo tenía 18 años. Yo no estaba en el comando “Txalaparta”, que se formó después de estos hechos”.

Como el resto de etarras que son juzgados, ha aseverado que fue “maltratado en el hospital”, y que no lo denunció porque “no tenía sentido porque el juez no quiso saber nada. Cuando me detienen no veía porque nos había explotado el artefacto que estábamos manipulando. Kabi Goitia muere y yo quedo gravemente herido. Empiezo a recibir sopapos, me levantan los apósitos y meten los dedos en la herida”.

La versión de Abad se contradice con la ofrecida por el Ministerio del Interior, quien cuando detuvo a Nagore Múgica en 2014 explicó que, ésta se integró en el comando «Txalaparta» de ETA en 1990, junto con Óscar Abad Palacios, José Ramón Martínez García y Francisco Javier Goitia Elorza, y  participó en la comisión de una quincena de atentados en la provincia de Vizcaya contra concesionarios de vehículos y bares acusados por ETA de traficar con drogas, agentes de la Guardia Civil y vías férreas, entre otros.

Martínez

La declaración de Martínez no distó mucho de la de su ex compañero de comando. José Ramón Martínez García dijo que su participación “no es cierta. No formaba parte de ETA, solo tenía un contacto, que era Kabi. A Óscar lo conocía solo de verlo por el pueblo. A Pototo y Guisasola solo los conocía de los medios de comunicación. Durante la declaración ante la policía tenía privación de sueño y me hacía simulacros de interrogatorio, me decían lo que tenía que leer. Cuando fui ante Garzón le dije lo que había sido correcto y que no me habían pegado”.

Preguntado por el fiscal sobre el hecho de que firmara una declaración en la que mencionaba su participación en los hechos, Martínez ha dicho que le pusieron a firmar papeles y “los firmé sin leerlos. Todo lo que pone en la declaración no es cierto. Yo tenía una furgoneta, Kabi Goitia era mi profesor de euskera y me animó a que les comprara material para no tener que ir ellos. Material como baterías, cables etcétera, pero esa era toda mi relación hasta que le dije que quería formar familia y no quería implicarme más”.

Víctimas

Además de los policías que estuvieron en el lugar del atentado, en la primera sesión del juicio también ha declarado Marciana de Paz García, la mujer del policía asesinado. Muy serena ha relatado cómo eran las costumbres de su marido hasta que ETA lo asesinó. El matrimonio tenía tres hijos de cinco, nueve y doce años. La mujer ha explicado cómo, a raíz del atentado, se tuvo que marchar a vivir fuera del País Vasco a la provincia de León de donde era natural su marido. De hecho, 30 años después, su hija pequeña sigue con secuelas que le impiden estar más de dos días seguidos en esta comunidad autónoma.

El asesinato

Los hechos sucedieron un 30 de enero de 1990. Ignacio salió de su casa para ir a tomar el aperitivo. Al llegar a su coche, un Seat 124, Abad y Martínez accionaron una bomba que previamente habían colocado dentro de las alforjas de una bicicleta que habían situado junto al coche del agente. No tuvo ninguna posibilidad de sobrevivir, la explosión fue tan fuerte que le causó la muerte en el acto.

Ignacio estaba casado y tenía tres hijos pequeños de cinco, nueve y doce años. Natural de León, el impacto de su muerte fue brutal para sus vecinos de la localidad leonesa de Villagatón. A su entierro acudieron más de 4.000 personas. Así, con una bicicleta bomba segaba la banda terrorista otra vida, la de miembro de la Brigada de Automoción de la comisaría de Galdácano, donde llevaba ocho años destinado.

Según la Fiscalía, el asesinato fue ordenado por Carmen Guisasola y por Pototo, quienes entregaron la bicicleta bomba a los autores materiales Martínez y Abad.