Esta estatua del Supremo es la foto de perfil de Whatsapp del nuevo fiscal general del Estado

Esta estatua del Supremo es la foto de perfil de Whatsapp del nuevo fiscal general del Estado
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Esta es la imagen que tiene como perfil de su Whatsapp Julián Sánchez Melgar, recién elegido nuevo fiscal general del Estado este viernes. Se trata de una figura ubicada en la fachada del Tribunal Supremo que simboliza la Justicia. Hasta hoy, Sánchez Melero era magistrado de la Sala de lo Penal del Supremo.

OKDIARIO había sido el primer medio en informar de que Melero era uno de los principales favoritos para sustituir en su puesto a José Manuel Maza tras su fallecimiento repentino del pasado sábado.

Sánchez Melgar es uno de los magistrados de mayor prestigio de España y en su elección ha contado con el visto bueno de Carlos Lesmes (actual presidente del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo) y del propio presidente de la Sala Segunda del Supremo, Manuel Marchena.

La posición de este nuevo cargo, que se designará hoy, será decisiva en la acusación contra los golpistas. Desde Carme Forcadell, hasta sus ex compañeros de la Mesa del Parlament y algunos de los exconsellers, ya han planteado la salida de prisión en base al supuesto compromiso de no volver a actuar en contra de la Constitución. En medio de ese planteamiento, el nuevo fiscal general deberá decidir si mantiene las peticiones de prisión o no frente a los golpistas.

Creador de la ‘Doctrina Parot’

Sánchez Melgar se convirtió en jurista de referencia en la lucha contra el terrorismo en uno de los momentos más delicados del combate contra ETA. De hecho, marcó un antes y un después en el cómputo de las condenas de los etarras, porque fue el autor de la conocida desde entonces como Doctrina Parot. Se fijó en la sentencia del Tribunal Supremo del 28 de febrero de 2006.

El ponente era Sánchez Melgar. Y debía responder a un recurso presentado por el asesino múltiple Henri Parot. Parot no era cualquier entre los terroristas de ETA. Su historial asesino era difícilmente igualable: miembro de la organización terrorista ETA, fue protagonista de excepción del comando itinerante Argala, donde se hizo merecedor de 26 sentencias condenatorias, 4.800 años de prisión, y nada menos que 82 asesinatos.

Pero Henri Parot había conseguido, tras su paso en prisión, toda una colección de beneficios penitenciarios que amenazaba con su puesta en libertad tras sólo 16 años de estancia en la cárcel. El truco radicaba en aplicar esos beneficios penitenciarios respecto de cada una de las condenas, individualmente, y no sobre el máximo legal de permanencia en prisión que, según el Código Penal vigente en aquel momento era de 30 años.

Sánchez Melgar, consciente de la enorme injusticia que implicaba ese cálculo justificó penalmente otra mecánica. La contraria. La de restar desde el máximo. Porque, como él argumentó, «no se puede tratar igual al autor de un asesinato que al de 200».

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