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Echenique se queja del ‘escrache’ a Monedero y Díaz pero no condenó que llamasen «¡puta!» a Cifuentes

El portavoz de Podemos en el Congreso, Pablo Echenique, ha reaccionado a la protesta que, este viernes, protagonizaron varios vecinos de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) contra Juan Carlos Monedero, en un bar la localidad.

«‘Maricón de mierda’ a Monedero. ‘Golfa’, ‘cerda’ y ‘roja de mierda’ a Yolanda Díaz. Llevan meses acosando a la familia de Pablo Iglesias e Irene Montero en la puerta de su casa. Ayer un grupo de violentos intentó atacar a Yolanda Díaz. Anoche esto. El odio de la ultraderecha política y mediática lleva a nuestro país a un lugar muy oscuro», ha ‘retuiteado’ el dirigente podemita, haciéndose así eco de una crítica al escrache.

Sin embargo, Echenique se olvida  del que, en su día, sufrió Cristina Cifuentes en 2012, siendo delegada del Gobierno en Madrid, y que a Podemos no le parecía tan mal.

Entonces, en unas imágenes que pasaron a las hemerotecas, varios centenares de exaltados concentrados a las puertas de la sede del PP de Génova la persiguieron entre gritos de «dimisión» e insultos como «hija de puta», obligándola a refugiarse en un restaurante. «Cuando lo hacen ellos es libertad de expresión y cuando los sufren, fascismo», consideró después Cifuentes.

«Jarabe democrático»

A Echenique, en cambio, no pareció irritarle igual aquel ataque a Cifuentes. En 2018, de hecho, llegó a afirmar: «Ningún líder político de este país ha sufrido el acoso mafioso a su familia que ha sufrido Pablo Iglesias». Aquella afirmación mereció una lluvia de ‘zascas’ en las redes sociales, recordándole, por ejemplo, que uno de los primeros escraches, y de los sonados, fue a la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, por parte de varios centenares de podemitas que se personaron en el domicilio familiar de la entonces vicepresidenta para hacerla responsable de los desahucios. En la casa se encontraba en el momento del acoso el bebé de Soraya.

Tampoco se acordó del de Cifuentes, ni del de Rosa Díez, en el que participaron directamente Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, durante un acto en la Universidad Complutense de Madrid.

Eran los tiempos en que, para Podemos, los escraches eran «jarabe democrático». Incluido para el propio Monedero: «Los escraches son democracia», llegó a escribir en Twitter. Irene Montero, por ejemplo, consideró que no eran «acoso» porque eran «interpelar a los diputados para que hablen con nosotros y no nos den la espalda».

De hecho, en 2014, Echenique llegó a asegurar que estaría «encantado» de recibir escraches cuando gobernara Podemos.

«Cuando Podemos gobierne este país y esta Comunidad, que falta poco para que eso pase, estoy seguro de que el consejero de Educación va a estar encantado de que un ciudadano con las ideas claras esté en la puerta de su casa y diciéndole en qué se está equivocando», dijo entonces Echenique, en un acto convocado para apoyar a Antonio Aramayona, profesor jubilado de filosofía, en el escrache que llevaba realizando durante catorce meses contra los recortes del Departamento de Educación del Gobierno de Aragón, que por aquel entonces tenía como presidenta a Luisa Fernanda Rudi (PP).

Echenique ya reaccionó airadamente ante las protestas que, en los últimos meses, se sucedieron de forma pacífica en los alrededores del casoplón de Pablo Iglesias e Irene Montero, en Galapagar (Madrid).

Entonces, el dirigente de Podemos apeló a la división de clase. «Como veo que hay erratas en algunos titulares: Escrache: Concentración de gente humilde a la que le han quitado la casa y dejado en la ruina una panda de ladrones de cuello blanco. Lo de anoche: Concentración de pijos pudientes y maleducados y algún que otro simpático neonazi», dijo en las redes sociales.

Varios usuarios de Twitter le recordaron la definición de la RAE de escrache: «Manifestación popular de protesta contra una persona, generalmente del ámbito de la política o de la Administración, que se realiza frente a su domicilio o en algún lugar público al que deba concurrir».