El centroderecha se reúne a marchas forzadas
Quienes conocen de cerca al líder del Partido Popular, Pablo Casado, coinciden en que, tras los rifirrafes de la investidura de Pedro Sánchez, sin parangón en la historia de la última democracia española, se ha instalado en él una preocupación global por la situación política que sufrimos. Es algo más -me dicen- que un disgusto por el pírrico éxito del presidente elegido. Los interlocutores ponen como ejemplo los repetidos desaires que Sánchez está perpetrando contra el Rey, el último uno que ha pasado casi inadvertido. Éste: al día siguiente de la Pascual Militar, celebrada en el medio del bocadillo de la investidura que prepararon Sánchez y su adjunta, la acólita Meritxell Batet, el nuevo presidente, con toda consciencia, cocinó, viniera a cuento o no viniera, una cita de Manuel Azaña, enfatizando su posición como «presidente de la República», «Sí, presidente de la República» tronó dirigiéndose al Partido Popular. Dicho esto en un ambienten propicio al cambio de modelo de Estado que es lo que pretenden sus socios de Gobierno, es algo más que preocupante; suena como una provocación, incluso un desafío al protagonista de la Corona al que, además, no se ha molestado en reivindicar, ni en defender tras los miserables ataques de independentistas y filoterroristas, incluso ante las indirectas, sesgadas y cutres, del portavoz del PNV, Aitor Esteban.
Si a estas agresiones a la Monarquía parlamentaria se añaden las tormentas que van a descargar sobre un país que sigue, alegre y confiando, haciendo dieta tras los polvorones navideños, no es extraño que el desasosiego, la inquietud sea perceptible en el ánimo político del líder de la oposición. Y, ¿cómo se prepara el PP para contrarrestar la riada anticonstitucional de Sánchez? Pues acudiendo a lo práctico y más próximo: la semana que viene Casado ha convocado a su Comité Ejecutivo para ahormar toda una estrategia de oposición en los meses venideros. Esta estrategia tiene un fin primordial: hacer posible el «España Suma» que hasta ahora no resultó factible. Este cronista puede adelantar que en este momento las relaciones entre el propio PP y Ciudadanos son sólo un poquito peor que óptimas. Por una parte, un miembro distinguido del equipo de Casado, me indica: «Nosotros sabemos que el acuerdo con Ciudadanos sólo debe estar pendiente en muy poco tiempo de la fórmula que se arbitre para la colaboración». Por otra, desde la cercanía a Inés Arrimadas, la idea es, literalmente: «cohesionar el centroderecha en todo el país». Es importante esta coletilla de «todo el país» porque se refiere al entendimiento que puede haber en las venideras elecciones catalanas, vascas y gallegas. Mientras el PP -según adelantamos- estudia con urgencia en su ejecutivo inmediato el propósito de acercamiento a Ciudadanos, en este partido que, no se olvide este dato, está regido hasta marzo por una Gestora, los militantes con mayor influencia que son los que ocupan escaño en el Parlamento nacional, manifiestan sus estupendas relaciones con el PP y afirman, de modo inequívoco, que el «No es no» de Albert Rivera ya no es, ni mucho menos, mayoritario en el que fue su partido.
Este giro copernicano se tiene que decantar en todo caso en la formulación de iniciativas comunes en el Congreso y en el Senado, una posibilidad que aceptan los dos partidos. Hay una que parece realizable a corto plazo y consiste en una proposición para que vuelvan a declararse ilegales referendos como el que Sánchez ha pactado con los secesionistas de ERC. Otro de los arranques de colaboración consistiría e impedir por todos los medios que la exigencia de ERC, declarada sine qua non por Gabriel Rufián, de una amnistía a los presos, no pueda en ningún caso concretarse, entre otras cosas porque resultaría nítidamente inconstitucional. Hoy por hoy se puede afirmar que el PP tiene una mejor relación con Ciudadanos que con Vox aunque, ¡atención! esta mejora por días. Y es que ya nadie a estas alturas duda de una máxima que se ha hecho carne en todas las elecciones pasadas. Si el centroderecha vota dividido Sánchez, el gran felón, siempre ganará. Parece ser que todos los principales actores constitucionalistas de la oposición, ya se han enterado de esta sentencia. Regionalistas incluidos. Por primera vez, los síntomas apuntan en esta dirección. El centroderecha se reúne a marchas forzadas.
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