«Bájate la cremallera…»: la ‘Interviú’ del ‘feminista’ Maraña hizo caja con anuncios de sexo telefónico
Pocas veces una mujer es degradada a la consideración de objeto como cuando ofrece sus servicios sexuales a través de una línea erótica. Eso es al menos lo que defiende gran parte del feminismo y de la izquierda, que ve en esas prácticas una mercantilización del cuerpo de la mujer. Por eso llama la atención que un feminista comprometido con el 8-M como el periodista Jesús Maraña, en su etapa como director de Interviú entre 1999 y 2002, haya permitido que su revista se lucrara de anuncios de sexo telefónico donde mujeres desnudas invitaban a llamar a unos números de pago las 24 horas prometiendo el máximo placer del otro lado de la línea.
Basta hojear el número 1246 de marzo de 2000 para ver anuncios que rezan: «Te estoy esperando del otro lado…», «bájate la cremallera y llama» o «mujer divorciada de 30 años con gustos particulares… ¡llama y escucha!». Estos eran algunos de los reclamos que podían encontrarse en las últimas páginas de Interviú por aquellos años bajo la dirección de Jesús Maraña. Los anuncios prometían placer inmediato para todos los gustos -heteros, gays, lesbianas, sadomasoquistas y hasta «amas de casa»- las 24 horas del día y con sólo hacer una llamada telefónica.
No dejaba de ser llamativo que la misma revista que se jactaba de haber destapado el pasado oscuro como prostituta de una concursante de Gran Hermano hiciera caja con «chicas calientes» ofreciendo sus servicios sexuales a través de una linea erótica. Más cuando las estadísticas policiales constatan que un gran porcentaje de esas mujeres son explotadas por proxenetas y tramas mafiosas.
Se podrá decir que por aquellos años eran muchos los periódicos que publicaban anuncios de sexo telefónico y prostitución. Ya lo dijo el periodista Antonio Burgos cuando sentenció que, menos L’Osservatore Romano, todos los periódicos tenían su barrio chino: «Llamo barrio chino a la sección de anuncios breves donde se ofrecen casas de masajes, mulatas de pechos grandes, viudas ardientes y amigas que reciben en lencería, por no hablar del parte meteorológico de la lluvia dorada o de la filología del francés y el griego».
Es verdad pero los culpables de aquellas prácticas, hoy reconvertidos en abnegados feministas, jamás han pedido perdón. Es una muestra de la desvergonzada doble moral de quienes hoy desde su condición de tertulianos presumen a todas horas de ser los guardianes de las esencias feministas mientras su pasado oscuro les persigue.
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