España

El asesino de Marta Calvo según los forenses: tempestuoso, antisocial, histriónico, frío y compulsivo

  • Alfonso Egea
  • Jefe de Investigación en OKDIARIO. Anteriormente fui responsable de la sección de Actualidad y Sucesos en Espejo Público, en Atresmedia. He publicado cuatro libros y actualmente colaboro en programas de televisión en Mediaset y en Telemadrid. Agradecido por tener el reconocimiento de la Policía Nacional de Madrid y la medalla al mérito de la Guardia Civil.

La instrucción judicial por el crimen, descuartizamiento y desaparición del cadáver de Marta Calvo el 7 noviembre de 2019 está a punto de culminar para que Jorge Ignacio Palma pueda ser juzgado en la Audiencia Provincial de Valencia. Uno de los elementos clave para ese juicio será el documento al que ha tenido acceso OKDIARIO, el informe psiquiátrico forense del acusado, que si bien sirve para conocer su estado mental a la hora de afrontar el futuro juicio lo que desvela además es a un hombre obsesionado con su madre, que niega los graves delitos que se le imputan pero que recuerda con pelos y señales a todas y cada una de las mujeres que lo han denunciado.

Mi madre es un ángel sin alas y mi relación con ella es la de un hijo muy rebelde con una madre muy noble”. Así arranca el informe que el pasado mes de septiembre remitieron los facultativos sobre el estado mental del presunto asesino de Marta Calvo realizaron a petición del juzgado para conocer el estado mental del investigado. Una vez más, el día en el que la madre de Jorge Ignacio Palma está citada a declarar como testigo, se pone de manifiesto el enorme peso que esta mujer tiene en su vida. Como contraposición Palma de su padre apenas dice que “es un buen hombre del que tengo buen recuerdo”.

Pero más allá de su biografía y sus relaciones paterno filiales el informe al que ha tenido acceso este periódico revela al verdadero Jorge Ignacio Palma. Después de repasar su infancia en Colombia, la necesidad que tuvo de ser atendido por un logopeda o cómo con apenas 18 años llega a España para empezar a trabajar en un taller fallero en Valencia el documento demuestra que la relación del investigado con el mundo de las drogas viene de muy atrás, desde que pisa nuestro país. Esto es importante porque el modus operandi de Jorge Ignacio con las mujeres que lo han denunciado y presuntamente con las tres fallecidas por cuyas muertes también se le investiga pasan por el uso imprudente de drogas con estas mujeres. Como él se niega a reconocer esas prácticas los forenses no pudieron preguntarle por la finalidad que busca al introducir piedras de cocaína en las cavidades íntimas de las mujeres mientras practica sexo con ellas, pero lo que sí reconoce es que su relación con la droga es antigua, duradera en el tiempo y que en ocasiones le ha costado acabar en la cárcel.

«Autoimagen sobreestimada»

Sin embargo, todo lo que cuenta Jorge Ignacio, incluso sus justificaciones para exculparse a sí mismo por la muerte de Marta Calvo y otras dos mujeres, debe ser pasado por el tamiz de sus características psicológicas. Palma tiene una “tendencia general a ocultar o minimizar los problemas emocionales o personales que pudiera presentar (…) destaca en él un estilo tempestuoso, antisocial, histriónico y compulsivo. Se detecta un temperamento expresivamente impetuoso, interpersonal eufórico y con una autoimagen sobreestimada”.

Pero donde los forenses encuentran claves acerca de qué esconde la mente de Jorge Ignacio sobre el crimen de Marta, las otras muertes y el resto de las víctimas por las que se les investiga es en su capacidad para manipular la realidad a su antojo: “Los rasgos antisociales se caracterizan por un patrón prolongado de manipulación y desprecio por las consecuencias de los propios actos en relación con conductas de desprecio o negligencia hacia los otros. Tienden a la racionalización y justificación de sus actos, presentando dificultades en su capacidad para empatizar”, sentencian los expertos.

Un ejemplo claro de esa falta de empatía llega con la descripción que Palma hace de cómo descuartizó a Marta Calvo. Este relato es tan frío y ausente de empatía o culpa que incluso se asemeja más a un tratado de anatomía médica que a la descripción de un hecho criminal. Sin entrar en detalles, Palma relata el orden en el que seccionó las partes del cuerpo de Marta, las herramientas que empleó para cada fin y las sensaciones que tuvo al hacer tal o cual cosa con las partes del cuerpo de la víctima. El relato sólo llevó a una conclusión a los expertos en comportamiento que lo escucharon: “Llama la atención pericial la ausencia de carga afectiva cuando reproduce los detalles del descuartizamiento, la frialdad del relato”.

En este examen a Jorge Ignacio se le preguntó por todas las mujeres que lo acusan y por las que perdieron la vida y cuya responsabilidad de ese hecho también se le imputa a él. Sorprende que las recuerda perfectamente a todas y con detalle, pero, eso sí, en el momento crítico de las acusaciones las culpa a ellas de mentir o inventar versiones que coinciden entre todas las mujeres y si se trata de las fallecidas simplemente se aleja del hecho de haber tenido alguna relación o no con ellas. La conclusión del informe, que es a la postre lo que válido, es que Jorge Ignacio Palma es totalmente consciente de lo que sucedió con todas esas mujeres, pero siempre que pueda manipulará los hechos para tratar de salir indemne de las consecuencias de sus actos.