España
Victoria en las primarias

Un año de Casado al frente del PP: de la clandestinidad del Starbucks a ganar Andalucía y retener Madrid

Este 21 de julio, se cumple un año de la 'era Casado'. El presidente del PP ha reforzado el poder territorial de su partido y también su papel como líder de la oposición.

  • Luz Sela
  • Periodista política. En OKDIARIO desde 2016. Cubriendo la información del Congreso de los Diputados. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela. Antes, en COPE, ABC Punto Radio y Libertad Digital.

Este domingo se cumple un año de la victoria de Pablo Casado en las primarias del Partido Popular. Un candidato sorpresa y una victoria también sorpresa. Casado, hasta entonces vicesecretario de Comunicación, tenía enfrente a la potente ex vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría. Con su voraz mensaje para recuperar un PP sin complejos logró encandilar de nuevo a una militancia desencantada de un partido que zozobraba por la corrupción, la débil gestión en Cataluña y la renuncia a algunos de sus principios vertebrales.

El joven candidato (Palencia, 1981) escaló al liderazgo del PP después de recorrerse kilómetros, casa a casa, convenciendo a las bases con su discurso renovado. Hoy, un año después, y pese a atravesar una etapa políticamente convulsa, Casado ha logrado superar con buena nota uno de sus grandes retos: la ‘reconciliación’ del partido. Con resultados, ha conseguido acallar, a quienes le cuestionaban internamente y le daban por amortizado tras las generales.

El dirigente supo convertir las autonómicas y municipales en una reválida y firmó un reforzado poder territorial con hitos como gobernar otra vez el ayuntamiento de Madrid y previsiblemente retener también la Comunidad. Antes ya había añadido otra joya de la corona: Andalucía. En los últimos días, los ‘populares’ han sumado la Comunidad de Murcia y Castilla y León. Además, claro está, de mantener el bastión de Galicia.

Seis personas

Un año después de aquel triunfo, afloran también las anécdotas. Como aquella que cuenta que la entonces cúpula azul, en un atajo para dificultar el trabajo del aspirante, puso límite a los miembros del equipo que podían entrar al despacho del candidato, en la sede de Génova, para preparar las primarias. Sólo seis personas

La alternativa espontánea fue cambiar ese despacho por las mesas de los cercanos Vips y Starbucks, a pocos metros, donde, entre cafés -muchos- el ‘gabinete’ -con la ahora candidata a presidir la comunidad madrileña, Isabel Díaz Ayuso; el secretario general, Teodoro García Egea o Adolfo Suárez Illana- avanzaba en la estrategia que finalmente les llevaría al triunfo.

En este año, Casado ha tenido que apurar su proyecto de renovación para afrontar un ciclo electoral sin precedentes. Del batacazo de las generales a la euforia un mes después, el líder del PP ha conseguido retener el temido ‘sorpasso’ de Ciudadanos, al tiempo que ha reafirmado la supervivencia ‘popular’ y su liderazgo en el centroderecha.

Plenario encendido

Casado sigue haciendo suyos los principios que defendió en su primer discurso, tras ser elegido. Un mensaje con el que consiguió ganarse al plenario de compromisarios y en el que reclamó la renovación a partir de los grandes valores del PP: familia, libertad, unidad de España y lucha contra el terrorismo y reconocimiento de las víctimas. 

Entonces, defendió recuperar la «ilusión» de pertenecer al PP y una clara apuesta por la «renovación», «abriendo puertas y ventanas» para que la organización «se abra a la sociedad».

«Somos un partido de bases, somos el partido de la España que madruga, de los autónomos, de los pensionistas que madrugan para llevar a sus nietos al colegio y quieren una pensión digna; de los jóvenes…», exclamó, con el aforo en pie.

Casado cumple su primer año insistiendo además en el mensaje que extrae de las urnas: que los ciudadanos le quieren liderando el cara a cara contra Pedro Sánchez.

Un perfil que mostrará esta misma semana, en la sesión de investidura del socialista.

Para desempeñar este papel, Casado se presenta como un hombre de Estado dispuesto a reunirse con el presidente de Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, cuantas veces le convoque y ofrecerle pactos para dar estabilidad a la legislatura. Aunque su postura está clara: votará ‘no’ a hacerle presidente. Más aún ahora, con Sánchez en manos de Podemos y de los partidos independentistas.