Amenazas de muerte a la Policía tras una intervención que acabó en batalla campal en Cartagena
Pasaban las diez de la noche del pasado lunes cuando una llamada entró en la central de la Comisaría de Policía Local de Cartagena. Nada del otro mundo, unos vecinos se quejaban del volumen de los altavoces portátiles que un grupo de personas estaban usando en una plaza a pocos metros de sus viviendas perturbando así su descanso. Una actuación de libro: presencia policial, alguna petición de documentación y tal vez apercibimientos sin amonestación. La realidad rebatió a la teoría y en cuestión de minutos una docena de agentes de Policía se vieron rodeados por una turba de un centenar de personas que comenzó a agredirlos con extrema violencia.
Hace más de dos años, en época pandémica, un informe de la Guardia Civil advertía de que lo que se nos venía encima iba a degenerar en una pérdida del respeto al principio de autoridad policial por parte de algunos ciudadanos. Por si aquello no hubiera sido suficiente el debate sobre la llamada Ley Mordaza acabó con una preocupante pérdida de atribuciones para las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, quienes, entre otras cosas, han perdido el principio de veracidad a la hora de enfrentar sus versiones con las de un detenido o acusado por un delito. Sólo atendiendo a lo anterior se puede entender lo que sucedió el lunes en Cartagena.
Minutos después de la queja vecinal cuatro agentes de policías municipales llegaron a la plaza y lo primero que hicieron tras localizar a los dueños del altavoz que más fuerte sonaba fue pedirles que bajaran la música. “No la pensamos bajar”, le respondió uno de los chicos que estaba cerca del altavoz al policía. Lo siguiente era obvio: los agentes les pidieron identificarse. Tan pronto, y mientras esta conversación subía de tono, iban llegando más personas a la plaza, muchos de ellos menores de edad, según los propios agentes, quienes optaron por solicitar refuerzos primero a la Policía Local y cuando fueron insuficientes también a la Comisaría de Policía Nacional de la ciudad.
El vídeo es la prueba
El vídeo que acompaña esta noticia ha servido a la Policía para identificar a los autores de los hechos más violentos del incidente, sobre todo el que por dos veces se abalanza contra uno de los agentes lanzando violentos golpes con un casco que podrían haber lesionado gravemente a los agredidos. Esa persona en concreto ha terminado presa por un delito de atentado contra un agente de la autoridad con objeto peligroso tras revisar el juzgado las imágenes.
Tras muchos refuerzos y no sin esfuerzo, la docena de policías que acabaron en la plaza en cuestión lograron sofocar la bronca y detener a varias personas, uno de ellos un menor de edad de 17 años. Para entender el nivel de violencia ejercida contra los policías basta señalar que sólo uno de los detenidos tiene decenas de reseñas policiales en su haber, casi todas relacionadas con hechos violentos. Y pese a que al cabo de los minutos la situación estaba controlada hasta la medianoche del lunes se reportaron una veintena de avisos por contenedores incendiados por parte de los mismos protagonistas de la revuelta en una especie de acto de protesta vandálica por las detenciones de sus amigos.
El saldo concreto de estos hechos acabó dando como resultado ocho agentes heridos de diferente consideración, seis detenidos, uno enviado a prisión, y varios contenedores quemados, pero las consecuencias de la violencia en las calles de la ciudad de Cartagena contra los policías que las patrullan es algo mucho más estructural y que se está agravando con el paso del tiempo.
Por eso, el ayuntamiento de la ciudad se ha dirigido a la Delegación del Gobierno en Murcia para que se refuercen determinadas zonas de la ciudad con presencia de Policía Nacional que apoye a la Policía de Cartagena, ya que lejos de calmarse los ánimos se ha enrarecido mucho más tras la actuación del lunes. Los agentes cartageneros han descubierto una serie de mensajes amenazantes que circulan en redes sociales y grupos de mensajería en los que los amenazados de muerte son los propios policías, a quienes textualmente se les dice que “el día que vaciemos un cargador vais a correr vosotros”.
Desde el ayuntamiento se teme que este tipo de mensajes alimenten una escalada de violencia y por eso quieren blindar zonas como los alrededores de la plaza donde se produjeron los hechos para que la próxima queja vecinal por ruido, que la habrá, sin duda, no acabe en una batalla campal donde se use contra los agentes algo más peligroso que un casco de moto.
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