España
Eduardo Inda entrevista al presidente de Vox

Abascal: «Feijóo, pobre, no soporta que Sánchez le diga que gobierna con la ultraderecha»

El líder de Vox, Santiago Abascal, defiende en esta entrevista la ruptura con el Partido Popular en varios gobiernos regionales de coalición, tras las diferencias sobre la acogida de menas. Abascal se reafirma en la decisión de su partido y se muestra muy crítico con Alberto Núñez Feijóo. Asegura también que su intención no es «torpedear» estos gobiernos, y que Vox negociará «ley a ley». «Nosotros actuamos con firmeza para llegar a esos acuerdos de gobierno y en la oposición vamos a seguir actuando así», dice.

PREGUNTA.- ¿Feijóo siente vergüenza de pactar con Vox?

RESPUESTA.- Feijóo, pobre, no soporta que Sánchez le diga todos los miércoles que gobierna con la ultraderecha. Entonces estaba anhelando esta resolución y ha encontrado un asunto decisivo para nosotros -la inmigración- como fórmula de ruptura. La cuestión no es el pequeño número de menas que se van a repartir entre las comunidades autónomas, tampoco de los miles que hay en Canarias. El problema es la inmigración en sí.

P.- Todavía quedan 5.660 menas en Canarias.

R.- Pues esperemos que las instituciones europeas y españolas se pongan manos a la obra para devolverlos con sus familias. Ésa es la única solución que aceptamos.

P.- ¿Qué le parece que la palabra más pronunciada en el debate político español sea «ultraderecha»?

R.- Este Gobierno está en manos del terrorismo, del golpismo separatista y del comunismo, de personas que todavía cantan La Internacional y que tienen una ideología criminal responsable de millones de muertes. Me da igual lo que nos llamen y no pierdo tiempo en defenderme. No voy a justificarme diciendo que soy liberal, conservador o de centroderecha. Yo tengo estos planteamientos y combato al socialismo, al comunismo y al separatismo. Eso es Vox. Me da exactamente igual lo que nos digan.

P.- ¿Van a seguir colaborando en la gobernabilidad de esas cinco regiones o los van a torpedear?

R.- Torpedear, no. Habría que preguntárselo a Feijóo o a los líderes regionales del PP. Nosotros actuamos con firmeza, pero con responsabilidad para llegar a esos acuerdos de gobierno y en la oposición vamos a seguir actuando así. Tendremos que negociar ley a ley y  negociar los presupuestos. No hemos hecho esto para desestabilizar nada ni para forzar una convocatoria de elecciones, que ni deseamos ni les tenemos miedo. Lo hemos hecho porque no tenemos otra salida. No nos vamos a convertir en cómplices de la inmigración masiva y del efecto llamada que estas medidas representan. A otros quizá esto no les preocupe, para nosotros es el mayor de los problemas actuales y, en el futuro, será todavía más grave. No afecta sólo a la solidaridad, también está la identidad nacional, la seguridad en las calles, el coste de los servicios sociales o la atención sanitaria. Pienso en un español que sigue cotizando, que pide ahora una cita y el médico dice que le ve dentro de un año. Y, en cambio, sale la ministra a decir que la sanidad española es universal. Eso es insostenible. Sánchez dijo en el Congreso que la inmigración era muy buena para la economía, porque los inmigrantes aceptan los salarios que no aceptan los españoles. Por tanto, Sánchez y el socialismo están al servicio de los poderosos que quieren abaratar los salarios en España. Esos salarios ya no sirven para tener una vivienda ni para formar una familia. La inmigración causa problemas de todo tipo. Y cuando digo inmigración, me refiero a la ilegal y a la que no se adapta. Hay una inmigración legal que viene a contribuir y que tiene nuestra misma cultura, que habla nuestra lengua y que tiene una historia común, como la procedente de Hispanoamérica, que puede enriquecer nuestra sociedad, salvo cuando son bandas latinas. Y mientras España y Europa no resuelvan el problema demográfico, esa inmigración puede ser positiva. Pero los que no respetan a las mujeres y piensan que son seres inferiores no son bienvenidos.

P.- ¿Se están islamizando España y Europa?

R.- A marchas forzadas. Hay barrios de Europa donde ya se aplica la sharia y no entra la Policía. Eso va a avanzar más. En el futuro, habrá barrios de Europa que serán como las zonas palestinas de Israel, estarán valladas y tendrán sus propias leyes. Por eso somos muy comprensivos con lo que tiene Israel enfrente, que es un organización terrorista, Hamás, que ha sido legitimada por este Gobierno con el reconocimiento de un Estado de Palestina dominado por Hamás, Qatar e Irán. Éste es un problema de fondo, no sólo para Israel, sino para la Unión Europea. Masas cada vez más grandes de población islamizada -una parte de ellas absolutamente fundamentalista- participan de los procesos electorales en Europa. Ya lo estamos viendo en algunas ciudades de Reino Unido y ha influido en las últimas elecciones francesas.

P.- Hay diez u once alcaldes de grandes ciudades que son de origen musulmán, pero son ciudadanos ingleses de pleno derecho.

R.- La islamización es un problema en la medida en que una parte del Islam es fundamentalista y no reconoce la separación entre la religión y el Estado. Y que una parte de los musulmanes cree que la mujer tiene menos derechos que el hombre. Pero es curioso que sea Vox el que tiene que decir eso frente al presidente feminista que saca a los violadores a la calle. Y, como no saca suficientes, también importa violadores.

P.- Carlos Mazón, María Guardiola, Jorge Azcón, Alfonso Fernández Mañueco y Fernando López Miras y los ciudadanos de esas regiones, ¿pueden estar tranquilos de que no va a haber elecciones?

R.- No es una decisión nuestra. María Guardiola ha decidido apostar por el transfuguismo, por tender la mano al PSOE y a Podemos y no se va a derogar la Ley de Memoria Democrática de Extremadura. Con lo cual, lo tiene muy difícil con nosotros. No puedo hablar de todos como si fueran un bloque, iremos viendo gobierno a gobierno, negociando con firmeza y con responsabilidad. No hemos venido a dinamitar nada sino a defender nuestros planteamientos.

P.- O sea que Guardiola lo tiene regular.

R.- Porque ella quiere tenerlo regular. Se puso una soga al cuello durante las elecciones del 23 de julio, cuando contribuyó a la demonización nacional de Vox y después se vio obligada a gobernar con nosotros. Luego resulta que la gente que le puso Vox no le parece tan mal, porque ha decidido quedarse con un consejero. Estas cosas las veo con cierta indulgencia. Hemos venido a cambiar la política, no la naturaleza humana. Pero viene muy bien que algunos se hayan quedado porque así podemos explicar a la gente lo que es Vox. Vox es firmeza, es renunciar al poder cuando no se comparten ciertos asuntos principales. Se deja de ser de Vox cuando alguien decide quedarse en el cargo.

P.- ¿Estas personas eran independientes metidos en Vox?

R.- Bueno, unos sí y otros no. Yo he leído decir a algún consejero que no estaba de acuerdo con nuestras posiciones en inmigración o sobre la Ley de Violencia de Género y alguna más. Pero hace un año, dos y cinco teníamos las mismas posiciones.

P.- ¿Y va a expulsar a los militantes que se han quedado en los gobiernos regionales?

R.- No se han quedado militantes en los gobiernos regionales.

P.- Ha pasado un año desde las elecciones generales. Mirándolo con perspectiva, ¿que pasó para que no ganase la derecha?

R.- Pues que frente al Yoli-Pedro, Pedro-Yoli y esa coordinación en la campaña electoral por parte de socialistas y comunistas nos encontramos a un Feijóo que había regado a los medios de derechas para demonizar a Vox igual que la izquierda. Nos encontramos a un Feijóo que decidió no comparecer en un debate y me dejó completamente solo frente a Pedro Sánchez y Yolanda Díaz. Yo voy sin ningún tipo de problema ni cobardía.

P.- En ese debate, el 66% del tiempo fue para ellos y el 33%, para usted, que se quedó solo ante el peligro, ¿la ausencia de Feijóo fue decisiva en el resultado electoral?

R.- Fue absolutamente decisiva. Pero, sobre todo, la decisión del PP y de Guardiola de atacar a Vox en los mismos términos que la izquierda, con un mensaje proinmigración, de feminismo exacerbado y de ecologismo atroz. Precisamente en Extremadura, con sus problemas con el campo por el Pacto Verde que en Bruselas apoyan el PP y el PSOE. Eso tuvo consecuencias y, probablemente, desmovilizó a mucha gente, que se quedó en la playa.