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Unidos Podemos creará empleo… ¡Y tres huevos duros!

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El candidato a la presidencia del Gobierno de Unidos Podemos, Pablo Iglesias (Foto: Efe)

“Y tres huevos duros”. Este fue uno de los momentos menos soporíferos del debate a cuatro. Justo cuando Pablo Iglesias, recién estrenado socialdemócrata, hacía referencia a Marx. Pero a Grouch, claro. Y más concretamente a la película Una noche en la ópera. El guiño cinéfilo venía a propósito de la propuesta de Rajoy de crear dos millones de empleos.

Mientras un servidor admiraba los aspavientos de Iglesias, su cara de indignación y sus dejes de presentador de Fort Apache, intentaba recordar sus propuestas en esta materia. Si la memoria no me falla, a pesar de que su ideas iniciales -devaluación de la moneda, salir del euro e impago de la deuda- se han ido suavizando, sosegando y hasta desvaneciendo hasta quedar difuminadas en una especie de limbo, sus remedios no son demasiado prometedores.

Unidos Podemos quiere derogar la reforma laboral. Algo en lo que coinciden con el PSOE. Nada nuevo bajo el sol. Ya llevamos seis desde 1980 y subiendo. Una reforma que, con sus errores, empezaba a flexibilizar el mercado laboral. Numerosos economistas, incluso la misma patronal, la han tildado de demasiado de tibia y abogan por implementar más medidas que puedan ayudar a la contratación. La reforma fue útil en un momento desesperado, pero insuficiente. Ahora, hay que crear nuevas medidas para liberalizar el mercado de trabajo. Unidos Podemos quiere hacer lo contrario, eliminar todo de un plumazo y volver atrás, al punto anterior a la crisis, cuando el mercado laboral estaba enquistado y era una máquina de crear  parados.

Se comprometen también a poner fin a las políticas de devaluación salarial y proponen que los contratos de obra o servicio determinado pasen a ser fijos pasado un año. Dirijo una empresa de consultorías en crisis y puedo decir que todo empresario y emprendedor desearía poder hacer contratos indefinidos y subir sueldos. Pero quizá lo que no saben es que, a veces, debido al excesivo proteccionismo, las pymes y autónomos no tienen los recursos suficientes para hacer contratos fijos e incluso se las ven y desean para hacer uso de otras herramientas y no tener que despedir a sus empleados.

Es en ellos en quién debemos poner el foco. Es de primero de economía: en un país que todavía está saliendo de una crisis catastrófica, acabar con la flexibilidad y obligar a las pymes a subir los sueldos,  cuando muchas de ellas se están recuperando, ahogará de nuevos a los empresarios y creará aún más contratos temporales.

Otro de sus caballos de batalla, mover la jornada laboral a 35 horas, tampoco parece una opción viable. Primero, porque pasaría por una reducción salarial y eso no quieren verlo ni en pintura -vaya, una contradicción-. Segundo, porque hay que empezar a implementar la jornada por objetivos y según la productividad, no crear horarios artificiales. Ya hemos visto el fracaso de este modelo en la Administración Pública de Euskadi. ¿Y lo de la banca pública para estimular el acceso al crédito? Esta propuesta, además de ser más propia de regímenes del siglo pasado, no parece tener ninguna concreción programática. Pasaría por intentar cambiar por completo los estatutos del Banco Central Europeo (BCE) y convencer a Draghi. Mejor ni comento.

Cuando se le preguntó al líder de Podemos de dónde sacará el dinero para acometer su reformas, pagar el déficit y crear empleo respondió solemne que con el Plan de Transición Energética y la reforma fiscal. ¿Cómo no se nos ha ocurrido antes? España tiene un mercado laboral roto desde hace tres décadas… y pensar que todo se podría haber solucionado con estos dos pilares.

Y para finalizar se prioriza la creación de empleo sobre la reducción de déficit. Imagino que ello implica la auditoría y reestructuración de la deuda al estilo de Gre… uy, perdonen, la palabra maldita, nada, nada, quería decir al estilo de Italia y Portugal. Pero tampoco se sabe muy bien ni quién, ni cómo se auditará esta deuda.

Estas ideas, ‘lavadas con Perlán’, son más suaves que las que en su día nos vendieron. Aún así, no hace falta adentrarse mucho en el catálogo de Ikea para constatar que las recetas de izquierda, además de algo ambiguas y vagas, pueden resultar absolutamente contraproducentes. Pero en fin, quién sabe, puede que todo esto que he mencionado cambie, y se evapore, hasta que pasen las elecciones, claro. Recuerdo otra frase de Groucho Marx: “estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros”.

Igor Ochoa Núñez es socio director de DIPCOM Corporate.

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