Economía
¡Es el mercado, amigo!

Reynés repite la jugada de Abertis en Naturgy y ofrece una salida a La Caixa del negocio liberalizado

  • Eduardo Segovia
  • Corresponsal de banca y empresas. Doctor y Master en Información Económica. Pasó por El Confidencial y dirigió Bolsamanía. Autor de ‘De los Borbones a los Botines’.

Francisco Reynés es ingeniero pero tiene alma de financiero. Y el proyecto de partir Naturgy en dos empresas que ha planteado esta semana es una operación puramente financiera con la que pretende repetir la jugada que en su día hizo en Abertis. Igual que entonces, está a la sombra de La Caixa (más concretamente, de Isidre Fainé); e igual que entonces, muy probablemente las intenciones del mayor conglomerado financiero-industrial de España están detrás de este sorprendente anuncio.

Cuando el mallorquín Reynés llegó en 2010 al universo Caixa en Barcelona por las afinidades que comparte con Fainé, le pusieron al frente de la menos relevante de las participaciones del grupo (comparada con las joyas, Telefónica, Gas Natural Fenosa o Repsol): las autopistas de Abertis. Un negocio aburrido, regulado, que daba una rentabilidad similar a un bono y donde no había mucho que gestionar. Pero él se puso a gestionar.

Sede de Abertis.

Decidió que las comunicaciones no eran sólo las carreteras sino también las telecomunicaciones, por lo que montó una filial sobre la base de los activos de la antigua Retevisión. Y se puso a construir torres para la telefonía móvil ante el boom de los smartphones. Incluso llegó a tomar el control de Hispasat. Aquello se llamó Abertis Telecom y se convirtió en un bicho más grande y más rentable que las viejas autopistas.

La jugada de Cellnex

En 2015, Reynés llegó a la conclusión de que una cosa no tenia nada que ver con la otra y, sobre todo, que no había ninguna sinergia entre ambos negocios. Así que decidió segregar Abertis Telecom, renombrarla como Cellnex y sacarla a Bolsa con pingües ingresos para la matriz (unos 1.700 millones). Operación de clara lógica financiera. Y no le ha ido mal hasta los últimos meses. Respecto a Abertis, es bien sabido que, tras varios intentos de fusión con la italiana Atlantia, ésta y ACS (que a su vez vendió Hotchief a Atlantia) acabaron comprando la empresa española en 2018. Otra operación financiera.

Después de esta venta, su mentor Fainé le cedió los trastos de Gas Natural Fenosa. Los directivos hacían bromas con que venía «el tío Paco con la rebaja». Y así fue, en efecto: ERE de la plantilla (disfrazado de bajas incentivadas), cambio de nombre por Naturgy (mucho más internacional y sugerente, que eso de Gas Natural Fenosa era muy paleto) y, sobre todo, una drástica rebaja del valor de los activos en España, primero los nucleares y luego los ciclos combinados, que dejó la empresa tiritando y que obligó a sus competidores a hacer lo mismo: Naturgy no podía decir que una central valía 120 millones e Iberdrola o Endesa, que valía 400. Desde entonces, ambas le tienen un cariño entrañable a Reynés.

En 2021 se produjo la irrupción del fondo australiano IFM como elefante en cacharrería, que puso de los nervios a Fainé porque corría el riesgo cierto de perder el control de su última gran participación industrial tras desprenderse casi totalmente del resto y, sobre todo, de su jugoso dividendo: la clave para la obra social de la Fundación La Caixa, que es lo que de verdad le importa. Tras la guerra y la opa, esta semana también parece haberse firmado el armisticio: IFM y su jovencísimo representante, Jaime Siles, consiguen un asiento en el consejo, pero el viejo zorro de Fainé aprovecha la coyuntura para elevar los suyos de dos a tres. Por lo que pueda pasar, que nunca se sabe.

Tras el fin de la guerra con IFM, salto al vacío

Y ahora, Reynés lanza otra operación puramente financiera con la que pretende repetir el éxito que cosechó en Abertis. Se trata de separar de nuevo dos negocios que tienen pocas sinergias -el regulado (el transporte y distribución de gas y electricidad) y el liberalizado (la generación y la comercialización a los minoristas)-, con la premisa de que la suma de partes vale más que el todo. Algo que no se cree el mercado, como dejó claro con el batacazo del viernes.

Jaime Siles, responsable del fondo IFM en España

Una operación así -que no es ni mucho menos la primera en Europa, ni siquiera en el sector energético, donde E.ON ha hecho lo mismo- ha dado pie a todo tipo de especulaciones: si pretende dar salida a los fondos CVC y GIP, si se trata del famoso troceo, etc. La primera tesis es bastante absurda, puesto que el único interesado en vender es CVC y Javier de Jaime no tendría problemas para hacerlo en la actual Naturgy (si se parte en dos, tendré que vender en ambas).

«La gran cuestión aquí es con qué se quiere quedar La Caixa», plantea un buen conocedor del percal. Y la respuesta es que Fainé tiene claro que con la parte regulada, que es la que le garantiza el dividendo que necesita y ya sin la presión para acometer inversiones -que reduzcan dicho dividendo- para crecer; el inversor tiende a pedir una rentabilidad más próxima al negocio más rentable (el liberalizado), algo que queda anulado con la partición.

Por tanto, todo apunta a que esta operación busca ofrecer una salida a Criteria del negocio liberalizado. Algunos van incluso más lejos y consideran que lo que quiere hacer Reynés es vender esta parte, que puede ser muy atractiva para las energéticas que quieren crecer en España, como alguna extranjera o la propia Repsol, que acaba de comprar a precio de saldo los clientes minoristas de Capital Energy.

Veremos si Reynés es capaz de repetir la jugada de Abertis y en qué manos acaba la actual Naturgy. Lo que es seguro es que está jugando con fuego y en un momento crítico para la famosa transición energética: si la UE da marcha atrás y no considera verdes al gas y a la nuclear, todos sus planes se vendrán abajo.