¿Puede financiarse una empresa mediante tarjetas de crédito?
Las tarjetas de crédito son uno de los instrumentos más utilizados para realizar los distintos pagos. Dado que personas o empresas puede que no dispongan de los ingresos hasta final de mes o en otro periodo posterior a las necesidades de gasto, esta tarjeta permite no tener que afrontar el pago hasta más adelante. Se trata, también, de un producto muy codiciado por las entidades financieras, que compiten entre ellas para ofrecer las mejores condiciones a sus clientes.
Como en cualquier instrumento financiero, el uso de la tarjeta implica una serie de ventajas e inconvenientes. A continuación, los iremos desgranando.
¿Qué implica el uso de la tarjeta de crédito?
Algunos de los aspectos que hay que tener en cuenta al utilizar la tarjeta de crédito son los siguientes:
- Alto tipo de interés: en caso de liquidar a mes vencido los distintos gastos que se han ido efectuando, no existe un interés a afrontar. Por lo tanto, es una herramienta muy útil para centralizar el pago de todos los gastos en un mismo momento en el tiempo y disponer del efectivo necesario para proseguir con la actividad. Ahora bien, si se opta por la otra opción, la del pago fraccionado, entonces nos podemos encontrar con tipos superiores al 20%. El noviembre del año pasado, el Tribunal Supremo anuló un crédito de un usuario por considerarlo “usurario”. Concretamente, el interés era del 24,6%.
- Altas comisiones por impago: el hecho que el banco esté avanzando un dinero implica que está asumiendo un riesgo. Por lo tanto, en caso de no afrontar los pagos tal y como se ha establecido en el contrato, las comisiones a afrontar serán elevadas.
- Las disposiciones de efectivo: otra posibilidad que ofrecen las tarjetas de crédito es sacar dinero en efectivo. En este caso, la comisión se dispara de forma importante. Por lo tanto, siempre que sea posible, hay que evitarlo.
- Renegociación de la deuda: en caso que sea imposible afrontar la deuda contraída en aquel momento, una de las vías es negociar con la entidad unas condiciones distintas en la forma de pago. El banco, evidentemente, es el primer interesado en poder recuperar el dinero avanzado, pero tampoco aceptará cualquier opción. Una vía habitual es alargar el plazo de pago pero, a cambio, se establece una penalización en forma de interés más elevado. En caso que, ni de esta forma, se consiga hacer frente a los pagos, se genera un sobreendeudamiento.
- Inclusión en la lista de morosos: el impago de una tarjeta de crédito implica figurar en listados como el RAI o el ASNEF a partir de los 90 días desde que se ha contraído la deuda. Como consecuencia, difícilmente ninguna entidad querrá trabajar con alguien que aparezca en este listado de morosidad.
- Posibles embargos: como en cualquier deuda, después de la correspondiente reclamación judicial, se corre el riesgo de tener que afrontar con todo el patrimonio propio la deuda contraída. Especialmente preocupante es en el caso de los autónomos, que les impide proseguir con su actividad.
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