Economía
opinión

¡Podemos atenta contra la libertad!

«En el mercado libre, es un hecho feliz que la maximización de la riqueza de una persona o grupo redunda en beneficio de todos; pero en el ámbito político, el reino del Estado, una maximización de los ingresos y la riqueza sólo puede acumularse parasitariamente para el Estado y sus gobernantes a expensas del resto de la sociedad», Murray Rothbard.

Con enorme consternación viví la semana pasada tras la razonable y acertada decisión de Ferrovial de cambiar su domicilio social fuera de España. Y es que el ataque de cuernos que al parecer ha tenido la izquierda rancia de nuestro país ha terminado desenmascarando la careta ideológica de los partidos comunistas de España, advirtiéndonos con sus intenciones de la gran preocupación que deberíamos sentir. Y ya no solamente por la constante verborrea intervencionista, sino por la sensación que tengo de que su estancia en el poder empieza a confundirles acerca de qué es la propiedad privada y en qué consiste el principio de libertad y acción humana. No olviden que la libertad sin obediencia es confusión, y la obediencia sin libertad es esclavitud.

Históricamente el capitalismo ha sobrevivido al comunismo debido principalmente a la capacidad que el comunismo tiene de menospreciar al ser humano. Algunos tienen la utópica creencia de que todo es de todos y para todos. Pero para que exista la igualdad económica debería existir una ecuánime repartición de las funciones y responsabilidades, puesto que si no existe un incentivo la sociedad tiende a ser domesticada y se malacostumbra a la Ley del mínimo esfuerzo, algo que por supuesto viene bien para aquellos partidos que creen que la riqueza de todos es por derecho suyo. Von Mises ya explicó muy bien en su tratado La acción humana que el espíritu emprendedor del ser humano tiene su origen en el incentivo, y que una sociedad desincentivada ¡no avanza!

La innata capacidad de creatividad empresarial que ha permitido y permite el desarrollo de las civilizaciones a lo largo de la historia implica la transmisión de conocimientos a través de las generaciones. Y si algo hemos aprendido señores, o mejor dicho, deberíamos de haber aprendido, es que el ser humano en libertad, avanza, evoluciona y crece. Por contra, un ser humano oprimido, se estanca, se frustra e involuciona. Una sociedad privada de incentivos es una sociedad por lo general ignorante, pobre y tristemente explotada.

Atónita pero prestando mucha atención, he analizado la conducta de despecho de este Gobierno caradura capaz de afirmar que Ferrovial no paga impuestos en España, pero que se va para pagar menos impuestos. Tachando de «pirata empresarial» a Don Rafael del Pino, poniéndole la cara roja a uno de los empresarios más importantes de España. ¿Acaso nadie es capaz de reflexionar acerca de que esta conducta precisamente podría animar a otros a seguir el mismo camino? Es ya norma para el Sanchismo utilizar cortinas de humo para desviar a la opinión pública de lo importante, y focalizarse en los «malvados», que por supuesto jamás son ellos. Y para ellos, ¿quiénes son los malvados? los bancos, las distribuidoras y las energéticas, ahora también resulta ser Don Rafael del Pino.

Obviamente no defiendo la marcha de un emblema español como Ferrovial por su peso en nuestra economía, pero lo respeto porque en su lugar probablemente actuaría igual. Y yo, como liberal y persona sensata que me considero, me pregunto el por qué cuando las cosas suceden. Si hacemos autocrítica, tal vez podamos llegar a obtener alguna solución. El problema de Ferrovial no son los impuestos, puesto que por más que Yolanda Díaz intente hacernos creer que en Europa existe el Dumping fiscal, lo cierto es que Ferrovial se va de España por falta de seguridad jurídica.

¿Y qué es la seguridad jurídica? pues un principio elemental del derecho que impone que toda persona tenga conocimiento cierto y anticipado sobre las consecuencias jurídicas de sus actos y omisiones. ¿De verdad España tiene seguridad jurídica? Que se lo pregunten a distribuidoras, energéticas y bancos. Como dice Díaz, «están teniendo muchos márgenes y tienen más beneficios que nunca» algo que como pueden ver, le sobra y molesta. Y es que hablar de la mayor transferencia de rentas de la ciudadanía a la banca por la subida del euríbor, es la argumentación más estúpida, absurda e inmoral que he escuchado a una ministra que demuestra cada día más su fanatismo ideológico de pandereta, y ¡ojo! que este es el nivel de la actual vicepresidenta segunda del Gobierno, ¡pas mal!

Y dicho todo lo cual, vamos a ver señora Díaz: ¿no se da cuenta de que el escenario público y la amenaza de cambio normativo para castigar a Ferrovial por marcharse de España es la mejor manera de acreditar la inseguridad jurídica de nuestro país? Es tan significativo exigir a Ferrovial que devuelva las ayudas públicas que implica dos hechos de manera clara. El primero que las licitaciones deberían ser concursos públicos otorgados a la propuesta que ofrezca mejores condiciones para los contribuyentes; y el segundo, ¿qué hacemos cuando la licitación se adjudica a una empresa extranjera? Como ven, este constante cambio de reglas es una penosa política que no ofrece la más mínima seguridad jurídica y que ahuyenta de facto a los inversores de España.

Me parece que a las a las más extremas del Sanchismo les produce alergia la acumulación de riqueza y prefieren tapar los datos económicos inflando las cuentas públicas con gasto, impuesto, déficit y deuda. El sector privado necesita estabilidad para poder maximizar sus recursos, y seguridad jurídica para invertir e innovar. Pero transparente me queda que a los más extremistas de este Gobierno de analfabetos económicos lo único que les interesa es reducir el sector privado a la mínima expresión. ¿Hasta cuándo o cuánto? Hasta el punto que sólo nos permitan financiar al propio papá Estado.

En el mercado libre, la maximización de la riqueza de una persona o grupo redunda en beneficio de todos. Pero en el ámbito político queridos míos, parece que la maximización de los ingresos y la riqueza sólo puede acumularse parasitariamente para el Estado y sus gobernantes a expensas del resto de la sociedad. ¿Saben qué? trampas y miseria es lo único que podemos esperar de un Estado que se dedica a insultar, amenazar y expoliar a sus principales generadores de riqueza, cambiando las normas del juego en función del interés de sus propios márgenes. Yo a esto le llamo Comunismo, discúlpenme.

Gisela Turazzini, Blackbird Bank Owner Founder CEO.