Mucho cuidado con los préstamos preconcedidos
Muchas personas están recibiendo en sus móviles mensajes personalizados de su banco en el que les informan que, solo por tener la cuenta abierta con ellos, tienen un préstamo o un crédito preconcedido.
Para activarlo solo tienen que llamar al banco y en unos minutos, como por arte de magia, disponen de la cantidad asignada en su cuenta corriente. Pero esto no ocurre a todos los clientes por igual. Es importante entender cómo funcionan este tipo de créditos y si es conveniente o no solicitarlos.
Los préstamos preconcedidos son una herramienta comercial muy utilizada por las entidades bancarias para aumentar el número de créditos entre sus clientes habituales.
El gran negocio de los bancos se ha visto muy afectado en los últimos tiempos debido a la desaceleración económica y a los bajos tipos de interés. Además, la irrupción de las Fintech está poniendo a prueba la flexibilidad de sus arcaicas estructuras, lo que se traduce en un periodo de inestabilidad e incertidumbre que está durando más tiempo de lo previsto.
En un entorno de tipos de interés bajos como el actual, los balances de los bancos se han visto gravemente perjudicados ya que los márgenes de su actividad principal –que no es otra que prestar dinero– se han reducido drásticamente.
Pero no es oro todo lo que reluce. Para seleccionar a los clientes las entidades financieras cuentan con toda la información necesaria para analizar la viabilidad del crédito: ingresos por nómina, volumen de ahorro, carteras de activos, propiedades, etc. Pero pese a que disponer de esta información puede agilizar el proceso, es obligatorio solicitarlo y esperar la revisión final de los datos. Solo entonces nos darán una respuesta y el préstamo preconcedido se convertirá en concedido.
Debemos ser cuidadosos porque este tipo de préstamos no dejan de ser un crédito que tendremos que devolver con unos intereses. Según el perfil financiero de cada solicitante y de la entidad financiera en cuestión, este porcentaje podrá variar.
Así que lo primero que debemos hacer es un pequeño estudio sobre las distintas entidades de crédito para asegurarnos de que vamos a elegir el producto que mejor se adapta a nuestras necesidades.
No debemos olvidar que el importe del crédito debería usarse para generar patrimonio, por lo que antes de solicitarlo debemos preguntarnos si realmente lo necesitamos y para qué lo queremos. Es importante recordar que estamos contrayendo una deuda que tendremos que liquidar cuando corresponda, y ahí sí que debemos ser muy previsores.
¡Mucho cuidado con los créditos preconcedidos! Si queremos evitar sorpresas desagradables, analicemos bien todas nuestras posibilidades antes de contratar un producto financiero que puede que no sea el remedio que necesitamos.
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