Economía
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El Gobierno impulsa el Estatuto del Becario mientras paga con retraso a los de la Biblioteca Nacional

Probablemente, la frase a Dios rogando y con el mazo dando sea la que mejor defina al Ejecutivo de Pedro Sánchez. Y es que el Gobierno que lleva meses impulsando el Estatuto del Becario para poner fin a la precariedad laboral de este tipo de trabajadores es el mismo que paga con varios meses de retraso a los empleados en prácticas de la Biblioteca Nacional, organismo dependiente del Ministerio de Cultura, liderado por el socialista Miquel Iceta. 

Según los propios becarios de esta institución, su experiencia laboral no ha podido ser peor. «Las mal llamadas becas de formación de la Biblioteca Nacional de España no son más que contratos precarios encubiertos. Es decir, cotizamos para la jubilación, pero no para el desempleo; cobramos un sueldo por debajo de la escala, pese a hacer el mismo trabajo y casi las mismas horas que los funcionarios y, además, contábamos con tan sólo 1,5 días por mes trabajado de vacaciones» afirman.

Tal y como relatan, desde la propuesta de adjudicación de la beca hasta la incorporación a su puesto pasaron seis meses, pero hasta el día anterior a su entrada no se les comunicó nada. Sin embargo, una de las cuestiones que más han criticado ha sido la parte económica: muchos de estos trabajadores son jóvenes independizados que venían de fuera de Madrid y que tenían que hacer frente a los gastos propios de la emancipación –en la mayoría de los casos sin ayuda de sus padres–. Un aspecto que, según detallan, fue comunicado al director técnico que se encargaba del proceso.

«Ellos simplemente se disculparon vagamente y nos comunicaron, para más inri, que las mensualidades de diciembre y enero no las cobraríamos hasta febrero. Ni tras la queja ni tras la reunión se modificó el farragoso procedimiento burocrático para los cobros de nuestros salarios, de modo que interpusimos otra queja y tuvimos dos reuniones con el gerente de la Biblioteca Nacional. En una de ellas, nos recibió media hora tarde y nos dio a entender que la figura del becario era inútil, cuando precisamente las instituciones públicas cubren su flagrante falta de personal convocando becas de formación que enmascaran un verdadero puesto laboral. Finalmente, cobramos la mensualidad de diciembre a finales de febrero», aseguran estos ex empleados. Un hecho que no fue aislado, ya que también se repitió en meses sucesivos.

Asimismo, desde el organismo dependiente del ministerio de Iceta, se incumplieron algunas de las bases de la beca. Éstas contemplaban 10 días de formación para la asistencia de cursos, seminarios, conferencias, etc. Pero, en la mayoría de los casos, los becarios no recibieron más que la formación necesaria para desempeñar las tareas asignadas. «En otras palabras, para que nos pusiéramos a producir lo que a los departamentos les interesaba», aseguran.

La Biblioteca Nacional también pretendió suprimir las visitas a los diferentes departamentos, que eran habituales en otras convocatorias, alegando riesgo sanitario, aunque las visitas al público general sí que se ofertaban y los casos de Covid eran fluctuantes. «A regañadientes, el equipo directivo finalmente permitió tan importantes visitas para nuestra formación: en los últimos días, deprisa y corriendo y cuando una cuarta parte de los becarios ya habían dejado, aborrecidos, la beca» afirman.