Cómo sobrevive el pequeño comercio
Los pequeños establecimientos tienen que hacer frente a una competencia cada día más feroz de multinacionales o grandes centros comerciales.
Éstas son empresas que pueden aprovechar economías de escala y, por lo tanto, son capaces de producir de tal manera que su coste unitario es inferior. Así pues, como consecuencia, pueden ofrecer al mercado el producto a un precio inferior u operar con mayor margen, hecho que les facilita poder realizar inversiones que, a la vez, les permiten crecer aún más.
En este contexto, pero, el pequeño comercio y de proximidad mantiene un espacio. Se trata de un tejido empresarial que permite cohesionar barrios, pueblos y ciudades y, a la vez, evita la desertización de espacios que, sin su presencia, se quedarían sin uso como solares abandonados.
Aunque podría parecer que poco pueden hacer contra la competencia de estas grandes compañías, el pequeño comercio tiene la posibilidad de ofrecer una serie de valores añadidos que es imprescindible que sea capaz de exteriorizar, como los siguientes:
- Poner en valor la historia del establecimiento: en ciudades y pueblos encontramos lugares históricos que han regentado desde muchas generaciones atrás una familia con un reconocimiento en el lugar. Esta “imagen de marca” es imprescindible mantenerla y transmitirla también entre aquellas personas que lleguen por primera vez allí.
- Diferenciarse por calidad: la producción en masa implica, en algunos casos, poca concreción en relación a la calidad exigida. En este caso, el establecimiento puede apostar por ofrecer un producto más adaptado a las preferencias y necesidades de cada uno de sus clientes. De esta forma, se incrementa el valor del propio bien y se puede operar con un margen mayor.
- Ofrecer una atención muy personalizada: que los clientes reconozcan a la persona como referente para consultar cualquier duda relacionada con su sector es básico para conseguir la credibilidad y el conocimiento necesarios.
- Tejer sinergias con otros establecimientos: aquellas empresas ubicadas dentro de una misma zona comercial tienen en común la necesidad de mantener los clientes que históricamente han comprado en el lugar. Por lo tanto, es imprescindible que se referencien positivamente entre ellos ante cualquier consulta. Actúan, pues, como prescriptores positivos.
- Fomentar la convivencia en el lugar: un establecimiento histórico puede convertirse en un lugar de reunión y de encuentro que ayude a cohesionar a la gente que vive a su alrededor.
- Colaborar con actividades realizadas en el entorno: muchos establecimientos sponsorizan actividades o festividades típicas ampliamente seguidas por la población.
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