La burocracia ‘oculta’ para las pymes por la pandemia: 2.000 euros de coste sin contar las PCR
Las pymes no sólo se enfrentan a la nueva normalidad este septiembre, sino también a una nueva burocracia asociada al coronavirus. Muchos trabajadores de las pymes volverán este martes 1 de septiembre a sus lugares de trabajo tras casi seis meses de teletrabajo y, nin embargo, nada será igual que antes de la pandemia del covid-19. Hay grandes medidas de prevención y se ha tenido que reorganizar a marchas forzadas el trabajo. Por no hablar de las grandes pérdidas sufridas en los últimos meses por el conjunto del tejido empresarial español.
El objetivo siempre será el siguiente: garantizar un retorno seguro. Para ello se están realizando PCR a los trabajadores o se implantan nuevas fórmulas de organización del trabajo, imponiéndose especialmente fórmulas mixtas en las que parte de las jornadas laborales serán presenciales y parte a distancia.
La reincorporación de cientos de miles de trabajadores a la jornada “presencial”, sin embargo, implica «la adaptación de los distintos lugares de trabajo a las normas de salud pública establecidas por sanidad», explica la patronal Cepyme. «Concretamente, las empresas han llevado a cabo tres tipos de medidas: de prevención (reorganización de puestos de trabajo, turnos, información, realización de PCRs, etc.) de protección (instalación de mamparas, distancias y barreras de seguridad, entrega de EPIs, etc.) y de higienización (limpieza intensiva periódica de puestos de trabajo y espacios comunes, instalación de dispensadores de gel hidroalcohólico, etc.)», detalla la organización que preside Gerardo Cuerva.
Cepyme alerta que el cumplimiento de las medidas está generando un «gran coste para las pequeñas y medianas empresas», que están destinando de media para una microempresa de 5 trabajadores más de 2.000 euros, pruebas PCR aparte, para adaptar sus instalaciones de acuerdo con los requerimientos sanitarios. Es la burocracia oculta que surge con la pandemia.
No obstante, estos gastos son crecientes: se disparan conforme al número de trabajadores y dependiendo de las características de cada lugar de trabajo. Esto supone un «importante desembolso en un momento en el que la actividad económica se encuentra dañada y todavía muy paralizada para la mayoría de ellas», detalla Cepyme.
Según la organización empresarial más representativa de pequeñas y medianas empresas en España, al coste de las medidas sanitarias «hay que añadir la realización de pruebas PCR, que se está llevando a cabo de forma generalizada como medida preventiva». Cepyme hace este cálculo: «El coste de una PCR por trabajador es, en promedio, 180 euros, por lo que es un importe muy elevado para una pyme (por ejemplo, una empresa con 5 trabajadores tendría que desembolsar mínimo 900 euros)».
En realidad, para que estas pruebas fueran realmente efectivas deberían realizarse de forma periódica, pero el coste «lo hace totalmente inviable sobre todo para las empresas con menor capacidad». Según Cepyme, «dado que la covid-19 es un problema de salud pública no de naturaleza laboral, el coste de las pruebas PCR debería ser asumido por el erario público».
Remarcan que, por ejemplo, «la pequeña y mediana empresa el cumplimiento de estas medidas y la realización de PCRs es vital porque para la mayoría la cuarentena obligatoria a sus equipos de trabajo y/o cerrar sus negocios cuando aparece un positivo o un contacto cercano a un positivo supone un alto coste ya que se traduce en la pérdida de contratos y de servicios contratados». Demasiada burocracia para las pymes.
¿Cómo será la organización del trabajo?
Lo que está claro es que, poniendo las luces largas, el confinamiento provocó que una modalidad laboral como el trabajo a distancia, prácticamente residual en nuestro país, creciera enormemente. Según el barómetro de la PYME realizado durante el confinamiento, «un 43% de las pequeñas y medianas empresas optaron por esta práctica para continuar con su actividad, lo que demuestra una gran resiliencia de las pymes españolas, ya que se adaptaron rápidamente a este nuevo e imprevisto escenario económico, productivo y social».
Cepyme pronostica que un gran número de empresas optarán por fórmulas mixtas desde este mes de septiembre en adelante, con el objetivo de garantizar tanto su funcionamiento como la seguridad y salud de los trabajadores.
La mayoría se está organizando con parte de la jornada presencial y parte a distancia, también con turnos alternos, con coordinación de desplazamientos o, por ejemplo, con el establecimiento de horarios especiales de entrada y salida y para comer, siempre con el fin de evitar una coincidencia de personas en los espacios de trabajo y minimizar el riesgo de contagio. La burocracia, sin duda seguirá siendo un problema para las pymes.
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