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Tour de Francia: Etapa 4

Wout van Aert se viste de Indurain

  • Francisco Rabadán
  • Redactor jefe de deportes. He tenido la oportunidad de cubrir dos Juegos Olímpicos, varios Mundiales de distintas disciplinas y algún que otro All-Star de la NBA con los Gasol. De Córdoba y sin acento.

Wout van Aert firmó una de las mejores exhibiciones que se recuerdan en una etapa llana del Tour de Francia. El belga se quitó el sanbenito del eterno segundón tras haber ocupado esta plaza en las tres primeras etapas de la ronda gala con un triunfo que evocó al ataque loco de Miguel Indurain en el Tour 1995 con final en Lieja.

El ciclista del Jumbo aprovechó una pequeña cota de un kilómetro al 7,2% a 10 kilómetros del final para soltar un ataque que destruyó al pelotón en mil pedazos. Ni Pogacar, ni Roglic ni Thomas ni nadie del pelotón pudieron seguir el demarraje de un ciclista que juega en una liga muy distinta al resto. Puede ser el mejor en la lucha contra el crono, en colinas, en llegadas masivas, en pavés y en lo que le pongan por delante salvo alta montaña.

En lugar de mirar para atrás con los pocos segundos de renta con los que coronó, Van Aert se tomó los últimos kilómetros como una contrarreloj personal mientras se restauraba el orden en el pelotón. El belga no dejó de generar vatios y vatios hasta plantarse en la meta en el ventoso Calais para levantar los brazos por séptima vez en su carrera en Francia.

«Me he cansado de los sprints. No quería arriesgar más, por eso me he lanzado a por el triunfo desde lejos», dijo un Van Aert que mostró una gran actitud atacante, pese a venir para trabajar para Roglic y Vingegaard. El ciclista, sin embargo, no se privó de dar una exhibición que a día de hoy no está al alcance de nadie y menos aún vistiendo el maillot amarillo del Tour de Francia. «Es mitad persona, mitad motor. Estoy orgulloso de ser su compañero», definió Primoz Roglic sobre la exhibición de su compañero.