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FÓRMULA 1

La curiosa manera con la que los integrantes de Toyota se libraron de ser agredidos en Brasil 2008

El desenlace del mundial de 2008 ha sido probablemente el más espectacular de toda la historia de la Fórmula 1. Massa contra Hamilton. Hiciese lo que hiciese el brasileño, el entonces piloto de McLaren necesitaba entrar entre los cinco primeros. La lluvia empezó a caer a pocas vueltas del final, con lo que todos los pilotos entraron a montar las gomas de agua. Todos, menos los de Toyota.

El jaleo que montó el líquido elemento no afectó a Massa, que lideró la carrera de principio a fin en la que seguramente haya sido su mejor actuación en Fórmula 1. Sin embargo, Hamilton se vio en sexto lugar tras cometer un pequeño error que provocó que Sebastian Vettel, entonces en Toro Rosso, le adelantase. Todo parecía perdido hasta que en la última vuelta la lluvia se intensificó, echando por tierra la apuesta de Timo Glock y Toyota de mantenerse con gomas de seco. Solo en la última vuelta Hamilton pudo colocarse quinto, ganando el campeonato.

El resultado no le hizo ninguna gracia a los apasionados aficionados brasileños, que se encendieron contra Toyota por considerarles responsables de la derrota de Massa. Nada más lejos de la realidad, porque la decisión de mantenerse con gomas de seco, a pesar de perder Glock esa posición con Hamilton, hizo que ambos pilotos de la escuadra japonesa acabasen en los puntos, cuando estaban fuera de ellos al empezar a llover.

Con la sangre caliente, la ‘torcida’ carioca no supo ver eso, lo que provocó que los miembros de Toyota llegasen a temer por su integridad física. ¿Cómo salir entonces del circuito de Interlagos sin problemas? Lo cuenta Dieter Gass, entonces integrante del equipo nipón. “Estábamos algo asustados al salir del circuito porque los aficionados brasileños no estaban muy contentos. Pensaban que quisimos favorecer a Lewis. Así que compramos unas camisetas de fútbol de Brasil para salir de allí. No sé si era necesario, pero sí nos sentíamos más seguros con ellas”. Más valió prevenir que curar, ya que los ánimos estaban demasiado encendidos…