Qué pena lo de Nairo
Qué pena lo de Nairo. Cansado de noes, desprecios e incomprensiones, todo hace indicar que Nairo se baja de la bici. Abandona el ciclismo profesional. Quizá tenga totalmente saciadas sus ambiciones, o quizá la realidad ha ganado a la esperanza. Es muy posible que la amargura de la decepción precipitara una decisión interiorizada, haciendo correr el tiempo más de la cuenta.
Quintana lo deja. Ha decidido no tocar más puertas, las mismas que se le cerraron después del positivo más cruento de los últimos tiempos. Nairo no se dopó según los cánones del momento, sin embargo, se le trató y juzgó como tal de forma inmisericorde. En Roma, el destierro era considerada peor condena que la propia muerte. A Nairo, el ciclismo le desterró al ostracismo. Los aplausos se tornaron en lanzas.
Es probable que la experiencia vivida en otros veteranos que quisieron alargar su carrera de forma indebida y siguiendo procedimientos incorrectos, haya pesado en el trance que ha decidido finiquitar. Nairo no ha querido arrastrarse. Ni tenía porque hacerlo, ni tampoco necesidad alguna de aguantar lo inaguantable.
Desde Colombia anuncian el final de un ciclista de éxito, que alcanzó cotas que parecían imposibles no hace tanto, y que protagonizó una nueva era en el ciclismo de su país y mundial. Representa el regreso del escarabajo después de años de ausencia en las primeras posiciones de las clasificaciones. Los tiempos del EPO vaciaron de cafeteros las generales. Quedaron esporádicos para el anecdotario, hasta la aparición de Nairo Quintana que supo ganarse el respeto a pesar de su tamaño y carácter taciturno.
Su época dorada le emparejará para siempre a Chris Froome. Alternativa del inglés, gestionó con excesiva frialdad la presión de su lugar de privilegio. Sea por el conservadurismo histórico del Movistar o por su carácter reservado, siempre nos quedó pendiente un ataque furibundo que nunca llegó. Eran los tiempos en los que los pinganillos pesaban en exceso, frenando cualquier improvisación.
La Vuelta y el Giro no se le resistieron como sí sucedió con el Tour. Ambos méritos en exclusiva le reafirman en su condición de redescubridor del ciclismo sudamericano.
Quintana se nos va, pero nunca caerán en el olvido victorias como la de Lagos de Covandonga, por citar alguna de las muchas de quien está considerado como el mejor ciclista sudaméricano de la historia.
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