Adrian Newey: “Siempre sentiré responsabilidad por la muerte de Ayrton Senna”
Por muchos años que pasen la figura de Ayrton Senna siempre estará presente en la Fórmula 1 y todos los que la rodean. Su accidente en Imola aquel 1 de mayo de 1994 fue una fatalidad. Ni un solo hueso roto, pero un mal impacto de una de las piezas de la suspensión en la cabeza del brasileño nos lo robó para simpre. Sin embargo, a quien asegura sentirse resposable de la muerte del mito. Ése no es otro que Adrian Newey, el genio aerodinámico que, por una vez, falló en su trabajo. Así lo asegura en su libro ‘How to build a car’ -‘Cómo construir un coche’-, en el que relata lo que él piensa sobre aquel día.
“Siempre sentiré cierto grado de responsabilidad por la muerte de Ayrton, pero no culpabilidad. Independientemente de si la columna de dirección causó o no el accidente, no se puede evitar el hecho de que fue una mala pieza de diseño que nunca debió haberse permitido montar en el coche. Fui uno de los ingenieros superiores en un equipo que diseñó un coche en el que se mató un gran hombre. De lo que más culpable me siento es del hecho de que arruiné la aerodinámica del coche. Me equivoqué en la transición de la suspensión activa a la pasiva y diseñé un monoplaza que era aerodinámicamente inestable. Ayrton intentó hacer cosas que el coche no era capaz de hacer”, asegura Newey.
La causa del accidente de Ayrton Senna nunca quedó realmente clara. Hay quien apunta que una bajada de presión de los neumáticos -el accidente se produjo poco después de un periodo de Safety Car- hizo que el coche se volviese más inestable de lo habitual. No es excusa para Newey, que piensa que el gran problema es que el Williams del 94 era, simplemente, muy inestable. “Aunque hubiese pinchado o no, cogió el interior, una trazada más rápida pero irregular, en un coche que era aerodinámicamente inestable y eso habría dificultado el control del mismo incluso para él”.
El automovilismo es un deporte peligroso, y como tal debe aceptarse. Es, por tanto, absurdo tratar de buscar culpables ante una fatalidad como la de Senna. Sin embargo, el hecho de ser el padre del Williams de 1994 hace que Newey sienta como suya parte de la resposabilidad de lo sucedido aquel día. No debería, pero es normal. Los genios también fallan.
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