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PRIMERA DIVISIÓN / JORNADA 2

Nahuel le regala la victoria a un Villarreal afortunado

Un error gravísimo del lateral argentino, que acabó expulsado, decide el partido cuando mejor estaba el Atlético

El Villarreal fue superior en la primera parte, pero marcó cuando había perdido el control

Rulli sostuvo a su equipo en los momentos decisivos con dos paradas a bocajarro

Primera victoria de Emery sobre Simeone en un partido oficial

Polémico gol fantasma en el Metropolitano: ¿entró completamente el balón?

Un error gravísimo de Nahuel Molina, que le regaló un balón de gol a Yeremy Pino en una jugada sin peligro, le dio al Villarreal una victoria cargada de fortuna en el Metropolitano. El Atlético perdió el partido cuando estaba para ganarlo y Rulli salió coronado como el héroe de la tarde tras dos paradas imposibles, la primera apenas un minuto antes de que llegara el 0-1. Primer triunfo de Emery sobre Simeone en un choque oficial.

Nahuel, exigencia de Simeone sobre otras opciones que prefería la dirección deportiva, tardará en olvidar su debut en casa. No sólo apenas se le vio en ataque, sino que, tras equivocarse gravemente en un control que propició el gol forastero, acabó la tarde expulsado por una agresión injustificable, abortando la posible reacción de su equipo al dejarle con uno menos en el tramo decisivo. Mucha piedra deberá picar para hacer olvidar un estreno tan lamentable.

Para el Atlético la primera derrota del Campeonato es frustrante porque no la mereció. El Villarreal lleva siete resultados positivos en campo rojiblanco en sus nueve últimas apariciones y casi siempre le sonríe la fortuna. Hoy ha sido el último ejemplo. Fue superior en la primera parte, pero en la segunda parte tuvo que ir por debajo y acabó ganando de la forma más inesperada posible. Es, desde hace ya mucho, la verdadera bestia negra de los de Simeone.

En el arranque, eso sí, es cierto que el Atlético no supo encarar bien el partido. Escondido en su guarida, con Rulli exasperando a la grada reteniendo el balón cuanto podía, el Villarreal le obligó a ir a buscarle para explotar luego su salida en velocidad al contragolpe y sembrar el pánico en la defensa rojiblanca. Primero lanzó dos advertencias con sendos disparos fuera, pero a los 10 minutos afinó más la puntería. Pedraza abrió a Lo Celso y el argentino remató desde más allá de la circunferencia del área para obligar a Oblak a emplearse a fondo. Un murmullo recorrió el Metropolitano y Simeone no tardó en ajustar posiciones. Sobre todo en la banda derecha, donde Jackson estaba mostrando las costuras de Nahuel Molina.

Desactivados Lemar, Joao y Morata, sin que Koke fuera capaz de entrar en el partido y sin que Carrasco pudiera desbordar ni una sola vez, el Atlético lo estaba pasando mal. Mal de verdad. A los 17 minutos Capoué recogió un rechace en el área y soltó un disparo de gol, pero en su camino se interpuso de nuevo Oblak para desesperación de Emery, consciente de que en el Metropolitano no se puede perdonar así.

Un cabezazo tibio de Morata a las manos de Rulli a los 23 minutos fue la primera respuesta rojiblanca al dominio de su rival y el inicio de un cambio de tendencia que se mantuvo hasta el final del primer tiempo. El Atlético empezó a dejarse ver y Morata consiguió rematar dos veces. En ninguna creó peligro, pero por lo menos intimidó a una defensa que hasta entonces había vivido muy cómoda. También Joao soltó dos remates muy altos y, por primera vez, Carrasco consiguió driblar a Foyth, pero en este tramo la ocasión más clara, en realidad la mejor del primer tiempo, volvió a ser del Villarreal. A los 35 minutos una combinación entre Foyth y Parejo acabó con un remate a bocajarro de Gerard, pero para desgracia del delantero catalán el balón se estrelló en el larguero. El rebote lo recogió él mismo y lo envió al fondo de la red, pero después de prepararse el control con el antebrazo.

Más satisfecho por el rumbo que había tomado el equipo en el tramo final de la primera parte, Simeone mantuvo a los mismos jugadores para arrancar el segundo tiempo y lo cierto es que el Atlético estuvo más metido en el partido desde que el balón se volvió a poner en movimiento. A los 51 minutos Joao le robó la cartera a Foyth y sus escarceos en el área acabaron con un disparo de Nahuel que chocó en la espalda de Morata y se fue fuera. Nada serio, pero sí lo suficiente como para levantarle el ánimo a la grada.

Sin embargo la embestida no le duró demasiado al Atlético y, viendo que el Villarreal volvía a crecer en el partido, Simeone comprendió que había llegado el momento de intervenir. A los 61 minutos De Paul y Griezmann pisaron el campo y Lemar y Llorente se alejaron de los focos. Con su nuevo y llamativo peinado, el francés se acomodó de inmediato en la posición de su compatriota en busca de su definitiva redención. A los 67 minutos recorrió 30 metros con el balón pegado al pie para acabar soltando un disparo raso que no cogió portería, pero que obligó a Emery a refrescar el equipo. Baena y Coquelin pisaron el campo por primera vez, pero la respuesta rojiblanca fue inmediata. Cunha y Correa reemplazaron a Joao y Morata, hoy mucho más grises que en Getafe y en su primera intervención no hicieron barraca de milagro porque Rulli le sacó el gol a bocajarro al brasileño tras pase desde la banda del argentino.

Pero fue entonces, cuando más cercano se veía el 1-0, cuando el partido cambió de dueño de la forma más inesperada posible. A los 73 minutos, en una jugada sin aparente peligro, Nahuel le regaló en el área un pase de gol a Yeremy y el internacional resolvió con un disparo cruzado que ni siquiera Oblak pudo detener.

El Atlético no se vino abajo y Rulli salvó al Villarreal en una doble parada que llevó al VAR al límite porque dio la impresión de que en el segundo remate de Carrasco sacaba el balón de dentro de la portería. Ninguna imagen pudo ratificarlo y, ante la duda, el gol no subió al marcador ante la desesperación de Simeone, que no daba crédito a lo que estaba sucediendo.

Al argentino aún le quedaba por tragar mucha más quina. El equipo se volcó, pero no encontró ningún remate ganador, y Nahuel acabó de estropear su tarde negra autoexpulsándose y dejando a sus compañeros con uno menos. En el 96, tras tres contragolpes fallados, Gerard marcó el definitiv0 0-2 y culminó un resultado que no fue, ni de lejos, el reflejo de lo que se vio en el campo.