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Liga: Barcelona 3 - Alavés 0

Messi rescata a un Barça de vacaciones

Una falta lanzada magistralmente por Messi salva al Barça de empatar

Coutinho sentenció el partido en el minuto 82 con un gol marca de la casa

Messi, en el descuento, puso lustre a su gran actuación

  • Francisco Rabadán
  • Redactor jefe de deportes. He tenido la oportunidad de cubrir dos Juegos Olímpicos, varios Mundiales de distintas disciplinas y algún que otro All-Star de la NBA con los Gasol. De Córdoba y sin acento.

La vida sigue igual en Barcelona. Leo Messi gobierna con mano de hierro los designios del equipo culé y de unos rivales que ya no saben que hacer para detener al argentino. Una genialidad en forma de falta desde la frontal decantó el duelo ante un Alavés ultradefensivo –ni llegaron a tirar a puerta–, pero que puso cierto nerviosismo en el Camp Nou hasta no llegar el gol bien entrada la segunda mitad.

Los azulgrana no tuvieron su noche más inspirada con una circulación de balón lenta y previsible, pero allí estuvo Messi para salvar los muebles. Valverde ya sabe que tiene que poner más carne en el asador en el Camp Nou si no quiere que todos sus rivales vayan a jugarles al cerrojazo y pongan nerviosos a la hinchada. Coutinho cerró el choque en el minuto 82 con un gol marca de la casa. Y Messi se terminó de gustar con otro tanto en el descuento.

El partido comenzó con un Barça en modo playa. Valverde apostó por un centro del campo excesivamente plano en el primer partido de Liga post-Iniesta con Sergi Roberto y Rakitic en una sala de máquina que bien pronto se encontró con un Alavés apostado como un gato panza arriba.

Los culés dominaban el balón, pero la circulación era lentísima. El único que tenía una marcha más era un Messi que constantemente aparecía maniatado por los centrocampistas vitorianos. Incluso Sobrino que atrevió a avisar a Ter Stegen con un remate de cabeza a la contra que se marchó muy lejos.

A Valverde no le estaba gustando ni lo más mínimo lo que veía. Luis Suárez carecía de movilidad por su evidente exceso veraniego, pero se sabía que los locales podían cambiar el sino del choque en un arreón. El Alavés, que había evitado cometer faltas en la frontal durante la primera media hora, se vio obligado a conceder una a Messi en el 37 y éste casi la convierte de sutil golpeo.

Leo tenía la cruz puesta en esa esquina del flanco diestro culé y a 23 metros de portería estrelló contra el larguero un balón que iba dentro. Ese acontecimiento desató un arreón de cinco minutos con los culés rozando el gol tras dos manos a manos marrados por Dembelé –tiró al muñeco– y Luis Suárez –elevó en exceso su sombrero sobre Pacheco– con Messi como asistente en ambas ocasiones.

Messi estaba encendido

Pese a las buenas sensaciones con las que se fue el Barça a vestuarios, Valverde no quiso especular más introduciendo a Coutinho por Semedo. El equipo recuperó la electricidad de la que había carecido en la primera mitad, tocando con mucho vértigo Coutinho y Messi. El Alavés resistía como podía esas acometidas, pero el destino sería cruel con ellos.

A la segunda falta que tuvo Messi –otra vez provocaba por él– desde la frontal, con el minuto 60 y el Camp Nou nervioso por la pérdida de tiempo de Pachecho, el argentino tiró de genialidad para hacer saltar a la barrera vitoriana y colar el balón raso esquinado. Los visitantes no podían hacer otra cosa más que aplaudir. Leo había firmado otra obra de arte, que además era el gol 6.000 de la historia culé en Liga.

Abelardo, viendo que el planteamiento defensivo ya no valía, fue a por todas. El Barça ganó en espacios y en esa situación Coutinho marcó un gol marca de la casa en slalom de izquierda a derecha para ajusticiar a un Alavés que soño con puntuar, pero que se quedó con el molde. Messi, en el descuento, redondeaba una actuación magistral.

Los locales estuvieron lejos de su mejor versión, pero con unos chispazos les bastó. Quizá la humedad, quizá el modo vacaciones o quizá lo tedioso del planteamiento visitante hizo que los culés no pudieran conseguir un resultado más claro. Tampoco les hacía falta. Allí estaba, como siempre, Messi para rescatarles.