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Champions League: Liverpool-Villarreal

El Liverpool hunde la flota

El Liverpool hundió la flota en Anfield. El Villarreal se vio superado por un conjunto inglés que fue infinitamente superior a los de Emery. Estupiñán en propia puerta y Mané hicieron los dos goles del encuentro, aunque la renta de los de Klopp se quedó corta para lo demostrado sobre el verde.

Cuando uno llega a Anfield, escucha a esa grada y se impregna de la atmósfera del estadio, comprende rápidamente que está en uno de los grandes templos del mundo del fútbol. Cuando ese uno es el Villarreal y junto a ellos estaban más de 3.000 corazones que latían en el estadio y 47.000 en Vila-Real, sólo te queda disfrutar de una noche única que se ha ganado a pulso. Eso sí, sin olvidarse de competir. Justo lo que hicieron los chicos de Unay Emery ante un Liverpool que es un martillo pilón cuya estrategia pasa por ahogar físicamente a su rival.

El partido comenzó cumpliendo el guion esperado. El Liverpool dominó y apretó, mientras que el Villarreal se defendío y, cuando le dejaban, se lanzó al ataque. En estas Mané tuvo la más clara del primer cuarto de hora con un cabezazo solo dentro del área que se marchó desviado.

Ejercicio de resistencia

Los minutos pasaban y el Villarreal resistía. Si bien es cierto que les tocaba correr tras el balón y cuando lo tenían sufrían para dar tres pases seguidos, la meta defendida por Rulli no terminó de sentir la sensación de amenaza real. Todos los jugadores amarillos se sacrificaron para tratar de frenar las acometidas del Liverpool, que empezó a subir el nivel de peligro pasada la media hora de partido. Luis Díaz amenazó con un disparo escorado que obligó a Rulli a meter los puños. Mané rozó el tanto con un tiro que se marchó por poco. Y Salah volvió a intentarlo por partida doble.

Entre susto y susto los amarillos alcanzaban los últimos cinco minutos de la primera parte, donde Thiago se sacó un derechazo que se estrelló en la escuadra de Rulli. Y así sobrevivió el Villarreal en Anfield durante 45 minutos en los que se vieron superados por el Liverpool, pero en los que supieron realizar un ejercicio de resistencia que les mantenía con vida. Resistencia y una pizca de suerte.

La cerámica se rompió

El paso por los vestuarios no cambió el devenir de un partido que mantuvo el mismo guion. El Villarreal aprovechó el intermedio para coger un aire que pronto empezaría a perder. Y es que, el Liverpool, martillo pilón como avisábamos al inicio de esta crónica, salió con la misma idea de seguir ahogando a los amarillos. Incapaces de cruzar el centro del campo, se llevaban el primer gran susto del segundo acto tras un gol de Fabinho que quedó anulado.

Pero en estos del fútbol, cuando tanto va el cántaro a la fuente al final se suele terminar rompiendo. Y así pasó. El asedio era máximo y en dos minutos el cántaro no se rompió, sino que se hizo pedazos. Primero, en el 53’, Henderson centró, la pelota tocó en Estupiñán y desvió la trayectoria del balón para engañar a Rulli. Y dos minutos después, fue Mané el que se plantó delante del argentino para hacer el 2-0. Y como en esto de la vida hay veces que todo puede seguir yendo a peor, Coquelin se lesionó y Pedraza tuvo que ocupar su lugar en el terreno de juego.

En la última media hora llegó el carrusel de cambios, el Liverpool continuó mandando y el Villarreal, aunque tímidamente, intentó salir de su campo con poco éxito. El partido fue muriendo con un 2-0 que deja a los ingleses con pie y medio en París y a los españoles con la obligación de hacer una machada dentro de dos semanas en La Cerámica si quieren mantener vivo el sueño.