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El Madrid gana desde la esquina

  • Miguel Serrano
  • Me confundieron con un joven prodigio pero acabé de periodista. Escribo cosas de deportes y del Real Madrid en OKDIARIO, igual que antes las escribía en Marca. También a veces hablo por la radio y casi siempre sin decir palabrotas. Soy bastante tocapelotas. Perdonen las molestias.

Después de la fiesta de la Champions al Madrid le tocaba pasar la resaca en la Liga. La convocatoria de Zidane, que se dejó en casa a Danilo, Kroos y James, era un claro mensaje de que a competición doméstica empieza a ser un estorbo para un equipo que sólo tiene ojitos para la Undécima. Suele ser peligroso poner todos los huevos en la misma cesta, pero es que a los blancos huevos, lo que se dice huevos, sólo le queda uno: Champions o nada.

Por eso Zidane ponía un equipo nuevo, con Arbeloa, a mitad de camino entre la plantilla y la portavocía del club, como inesperada novedad. No jugaba en Liga el Espartano ex hipster desde hacía doce partidos y su presencia en el equipo en la temporada de su adiós es meramente testimonial. A su lado en la zaga volvía Carvajal, dispuesto a recuperar el puesto perdido, con Pepe y Ramos como binomio de centrales. Parece que, definitivamente, Varane ha perdido el sitio.

Por delante Casemiro ha hecho justo lo contrario: ganárselo. Cuarta titularidad seguida para el brasileño, porque Zidane se ha dado cuenta de que necesita un basurero que recoja los desperdicios del centro del campo. A su lado Modric e Isco para la organización, la creación y la imaginación, una tarea más lucida y que acapara más titulares.

Arriba Lucas Vázquez también se ha hecho un hueco en lo que vuelve Benzema. Trabaja sin la pelota y desborda con ella. Es polivalente, descarado y sacrificado, virtudes que completan a la perfección a Cristiano y Bale, las dos referencias ofensivas que presentaba el Real Madrid ante Las Palmas.

‘San Keylor’ y la pizarra

De salida, dispuso Setién un 4-1-4-1 muy ordenadito como el cajón de un funcionario y con la defensa algo adelantada para acortar el campo al Madrid. Zidane apostaba por un claro 4-3-3 en el que Cristiano Ronaldo era descaradamente el delantero centro con Lucas en la derecha y Bale en la izquierda jugando a pierna natural.

Seis minutos tardó el área en aparecer en plano. Primero fue Keylor quien despejó de puños un centro de Las Palmas y después Cristiano Ronaldo trazó una diagonal que terminó con un disparo que se fue a la playa de Las Canteras. A los nueve un regalo involuntario e imperdonable de Modric acabó en los pies de William José, solito ante Keylor como Pedro Sánchez en el PSOE. Su disparo a bocajarro lo salvó el tico con un paradón de mérito que evitó el 1-0. El Madrid volvía a las andadas.

Keylor salva el mano a mano ante William José. (EFE)

Incómodos y adormilados, a los de Zidane la pelota les duraba lo que duran los sobres en casa de los Bárcenas. Cristiano, Bale y Lucas Vázquez eran tres turistas en el área grancanaria esperando que alguien les llevara un balón o al menos una tumbona. Una recuperación de Modric a los 23 minutos se convirtió en una galopada de Cristiano, que se plantó solo ante Javi Varas, pero disparó al muñeco y la ocasión, en lugar de terminar en gol, terminó en córner.

Y el Real Madrid volvió a sacar petróleo a la estrategia. Como ocurrió ante el Celta, los blancos encarrilaron el marcador desde la esquina. Fue un movimiento de arrastre de Cristiano para favorecer el aclarado a Sergio Ramos, que voló entre los canarios, para cabecear a la red desde el primer palo. Como tantas veces, el Madrid encontraba el gol antes que el juego.

Y con el viento a favor los de Zidane empezaron a navegar. Vamos, lo misma película que en otros partidos. Tuvo en sus pies Cristiano el 0-2 después de una buena maniobra de Lucas Vázquez por la derecha, pero el disparo del luso tocó en un defensor de Las Palmas, que evitó el tanto.

Un duelo pesadote

Pero fue un espejismo. El partido se marchitó y volvió a caer de revoluciones, hasta convertirse en una balada de Álex Ubago, lento, previsible y tristón. Faltaba movilidad, ritmo, picardía hasta el punto de parecer un duelo pesadote de pretemporada. De vez en cuando aceleraba el Madrid y eso le valía para llegar con facilidad al área de Las Palmas. Y en pleno sopor nos fuimos al descanso.

La segunda parte arrancó por los mismos derroteros, quizá con el Madrid algo más predispuesto a contraatacar y con Las Palmas intentando asomarse al área de Keylor. A los 53 Cristiano se dio un coscorrón con Montoro, futbolista con nombre de Ministro sacacuartos. Una jugada en la que Isco sacó el alerón calentó algo el partido. A falta de fútbol, algún piquecillo que otro no venía mal. Como el mosqueo que se cogió el propio malagueño cuando Zidane le sustituyó por Kovacic en el 60.

Un cabezazo en propia puerta de Arbeloa que atrapó Keylor y una jugada de Bale que acabó con un disparo arriba le pusieron algo de mojo picón a un partido soso como el caldo de una residencia de ancianos. En el 74 otra vez el portero costarricense volvió a salvar al Real Madrid con dos intervenciones seguidas, incluido un mano a mano con Viera.

En el minuto 72 Fernández Borbalán se inventó una cesión de Arbeloa a Keylor Navas que sólo existió en su imaginación. La falta fue un sainete de Carlos Arniches que acabó en córner. Los minutos pasaban lenta y angustiosamente como en El Renacido. Sacó Zidane a Jesé para animar al personal, pero ni por esas. El partido estaba sepultado por un alud de tedio.

Las Palmas lo intentó hasta el final, pero los de Setién se mostraban negados e impotentes cuando se acercaban al área blanca. O eso parecía hasta que Kovacic perdió un balón absurdo, se lo cedió a Momo, que se la puso a William José. Esta vez el brasileño tuvo calma y aplomo para batir con elegancia y suavidad a Keylor Navas en su desesperada salida. Era el minuto 84 y los amarillos obtenían el premio a su insistencia y el Real Madrid pagaba caros sus errores y sus deméritos.

Pero el equipo blanco se encontró, otra vez sin quererlo, con un gol a la salida de un córner. Esta vez fue Casemiro quien, libre de marca en el segundo palo, cabeceaba el segundo del Madrid ante la estupefacción de Quique Setién. El Madrid, in extremis, conseguía una victoria inmerecida y sin brillo. A Borbalán aún le dio tiempo para inventarse una expulsión de Sergio Ramos que, igual que Pepe, no podrá jugar la semana que viene ante el Sevilla.