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CHAMPIONS: BORUSSIA DORTMUND 2-2 REAL MADRID

¡Qué puñetas!

  • Miguel Serrano
  • Me confundieron con un joven prodigio pero acabé de periodista. Escribo cosas de deportes y del Real Madrid en OKDIARIO, igual que antes las escribía en Marca. También a veces hablo por la radio y casi siempre sin decir palabrotas. Soy bastante tocapelotas. Perdonen las molestias.

Partido creciente, resultado menguante. El Real Madrid de Zidane hizo una exhibición en Dortmund en un partido con un ritmo altísimo, pero dejó escapar una victoria que tenía encargada. Fue un duelo memorable entre dos buenos equipos, entretenidísimo, pero los madridistas cometieron el mismo pecado que en Las Palmas: pensar que tenían el encuentro ganado antes de que Clattenburg pitara el final. ¡Qué puñetas!

Iba Zidane con todo, como el jugador que pone sobre el tapete de la ruleta hasta la última de sus fichas. Sin reservas. A pecho descubierto. Volvía Keylor bajo los palos superada su convalecencia, así que el Real Madrid recuperaba al ángel de la guarda de La Undécima. Por delante, sorprendía, más que la presencia de Varane, la ausencia de Pepe. Carvajal y Danilo ocupaban plaza en los laterales y Sergio Ramos jugaba de Sergio Ramos. De jefazo, vamos.

Por delante Kroos y Modric ocupaban entre dos el sitio que normalmente llena él solito Casemiro. Más allá una línea de tres con Bale y Cristiano actuando a pie cambiado y James Rodríguez como mediapunta para crear y destruir. Y en punta Benzema, porque en la Champions El Gato siempre es un tigre.

El duelo nació alterado como un niño de los que salen en Supernanny. Vértigo, ida y vuelta, presión, ritmo. Molaba. A los dos minutos tuvo una falta Cristiano de esas que tanto le gustan, pero su disparo lo repelió Bürki. Y a los tres tuvo idéntica falta el Borussia y Keylor voló para meter unos puños salvadores y poderosos, como los de Mazinger Z.

Igual que en una peli de Tarantino, en el partido no había un respiro. Rugía el Westfallen casi de placer ante tamaña exhibición de descaro de los suyos frente a un Real Madrid que, fastidie a quien fastidie, en Europa impone respeto y admiración más que nadie. Achuchaba el Dortmund como una madre a un niño que vuelve de Erasmus. Sufrían los de Zidane, mientras que Keylor volvía a hacerse grande en un disparo que sacó abajo a Aubameyang.

Clattenburg tiene fama de ser el mejor árbitro de Europa, pero es inmerecida. Primero porque se comió una mano de Cristiano fuera del área al lanzamiento de una falta. Después, porque perdonó una amarilla clamorosa, gigante como la catedral de Burgos, a Aubameyang por un pisotón a Keylor Navas.

Vacuna de Cristiano, error de Keylor

Y entonces, en pleno sufrimiento blanco, apareció Cristiano Ronaldo. Fue en una jugada lanzada, vertiginosa, como si fuera a cámara rápida, en la que participaron los cuatro jugadores de ataque del Real Madrid. Kroos inició, James descargó en Bale, el galés tocó de tacón y Cristiano, que aparecía por allí, remató a la red. Así que ya saben los enterradores del crack luso: guarden la pala, coño. Como decía Don Juan: «Los muertos que vos matáis, gozan de buena salud».

En el 24 Dembélé tuvo la suya después de una buena maniobra entre líneas, pero su disparo se fue al cielo de Dortmund. Atacaba el Borussia, contraatacaba el Real Madrid. Y en esa ida y vuelva los blancos tenían ventaja, aunque sólo fuera por la pegada. El duelo era un calco de aquel 0-4 de los blancos en el Allianz Arena en la época de Ancelotti. En la primera media hora, el partido era más entretenido e intrigante que una película de Agatha Christie.

En el 42 empató el Dortmund. Fue en una falta lejana –que se inventó Clattenburg– que Keylor Navas no se atrevió a atajar. El costarricense optó por meter los puños en un balón sencillo y, para más inri, el despeje le salió al medio. Allí estaba Varane, tan blandito como siempre, que en lugar de cabecear con vigor el rechace, se encogió, se dio la vuelta y la pelota le golpeó en la cara ante un Aubameyang que la remachó sobre la misma línea. El gol, se ponga como se ponga el delantero del Dortmund, es en propia puerta.

Así nos fuimos al descanso y en la reanudación salió mandón el Madrid. Más adelantadas las líneas y más tiempo el balón en sus pies. Y ahora era el Dortmund el que contragolpeaba, con un efusivo Dembélé y un Aubameyang que era un dolor de muelas. Si quería lucirse ante el equipo de sus sueños, desde luego lo estaba logrando.

Aquí, manda el Madrid

Modric y Kroos empezaron a gobernar el partido, mientras que Bale se hizo presente en la derecha. Cristiano tuvo el 1-2 después de una buena diagonal de Sergio Ramos en el 60, pero el cabezazo peinado del luso se le fue desviado. Un minuto después una galopada de Bale la remató Benzema en boca de gol con la oposición de un Sokratis que le estaba haciendo penalti. El Madrid rondaba el gol en un asedio absoluto, aunque el Borussia metía miedo en las contras.

De nuevo Bale tuvo en su cabeza el 1-2 después de un córner que ejecutó Kroos con su taco de billar. Los de Zidane merecían el gol, pero los goles, además de merecerlos, hay que marcarlos. Parecía cuestión de tiempo y de acierto que el Real Madrid lograra el tanto. Así fue. Un córner en corto entre Kroos y Cristiano derivó en un centro medido del luso que remató Benzema en boca de gol. El tiro del francés rebotó en el poste y el larguero, pero el rechace cayó a los pies de Varane, que no perdonó esta vez.

Zidane metía a Kovacic por un James que se había vaciado a trabajar como un autónomo. El colombiano, definitivamente, ha pegado un cambio radical esta temporada. Keylor también se redimió con dos buenas manos que salvaron el 2-2. Sólo era cuestión de tiempo para que el ángel de la guarda volviera a aparecer. También Cristiano iba de menos a más y rondaba el tercero, que salvó Bürki. Y la volvió a tener en el 81, pero el Madrid no terminaba de cerrar el partido.

Pulisic tuvo el 2-2 en un mano a mano con Keylor, pero entre el portero del Real Madrid y Carvajal conjuraron el peligro. El gol rondaba ambas porterías. Y cayó en la de Keylor Navas en el 86 después de otra buena jugada de Pulisic, que centró al área y Schürrle la bajó y la puso por la escuadra. El Real Madrid volvía a ver cómo se le escapaba un partido ganado sobre la bocina. Aunque esta vez, como en Las Palmas, las sensaciones que deja el empate no pueden ser mejores.