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Athletic 1 - 2 Atlético: Jornada 5

El Atlético ruge en San Mamés (1-2)

El Atlético de Madrid se impuso por 1-2 en un campo fetiche para los de Simeone. Fueron los primeros en vencer en la nueva Catedral, y a día de hoy, continúan sin conocer la derrota en el feudo del Athletic. Oblak fue vital al detener un penalti – que no fue – a Aduriz. Pero los zarpazos de Correa y Carrasco fueron suficiente para llevarse los tres puntos de Bilbao en un encuentro en el que los colchoneros dominaron el juego.

Pocas sorpresas en el once de Simeone para intentar el asalto a San Mamés. Al inamovible Oblak le acompañaron de escuderos Filipe Luis, Godín, Savic y entraba Giménez como novedad en el flanco derecho. Por delante, el ya asentado Thomas, junto a Saúl, Nico Gaitán y Koke. En punta le tocó a Ángel Correa ser el compañero que buscaba Griezmann para enfrentarse al Athletic.

Comenzó apretando el Athletic, acercándose con más insistencia a la portería de Jan Oblak. Pero la defensa del Atleti continúa siendo un muro infranqueable que ni Alí Babá con su ‘ábrete sésamo’ puede traspasar.  No pudieron los Aduriz, Muniain o Raúl García, que una vez más demostró que, ni ante su querido Atlético, hay amigos sobre el verde.

Los de Simeone, que estrenaban la tercera equipación de camuflaje, despertaron y de qué manera. Primero, con un disparo de Nico Gaitán tras una contra, que se estrelló en el poste. Instantes después, Kepa salvaría a su equipo respondiendo con un paradón con la rodilla a un chut de Antoine Griezmann a bocajarro.

Pero sin duda, el momento más destacado del primer tiempo fue el minuto de gloria que se ganó Estrada Fernández. O mejor dicho dos. Uno, por el penalti inexistente que señaló; y el otro, porque todo sucedió fuera del área. Filipe Luis tocaba el balón claramente antes de que Raúl García se fuese al suelo y el árbitro señalase el punto de cal. Oblak detuvo el penalti lanzado por Aritz Aduriz con una parada colosal evitando el primer tanto de los locales. Justicia divina.

Y la justicia tardó diez minutos de la segunda mitad para terminar de completarse. Una gran jugada colectiva, en la que Griezmann se visitó de mago y se sacó un pase de la chistera para dejar solo a Koke. El canterano engañó a todos. Parecía que iba a disparar ante la salida de Kepa pero decidió hacer un pase de la muerte para que Ángel Correa mandase el cuero al fondo de la red. 

El Atlético se creció. Se hizo dueño y señor del encuentro, provocando que el Athletic tuviera que encerrarse para aguantar las arremetidas colchoneras. Griezmann se convirtió en protagonista después de que le anulasen un gol en el que estaba en línea con el penúltimo defensor de los locales. Parecía no ser suficiente para aguarle la fiesta al Principito. Minutos más tarde vería como Estrada Fernández decidía no señalar un doble penalti cometido sobre él mismo: primero con un empujón y después siendo trastabillado.

Simeone decidía meter oxígeno dando entrada a Carrasco y Gabi. Se retiraron Gaitán y Correa. Le funcionaron los cambios al técnico argentino, que desde la banda de San Mamés veía como su equipo sentenciaba el encuentro. Carrasco batió a Kepa con un sutil disparo ajustado al palo, previo a otra exquisita asistencia de Antoine Griezmann.

El delantero francés no pudo mojar, pero dejó su firma en los dos goles con dos pases de bellísima factura. Le anularon dos tantos, pero Griezmann sigue demostrando que le gusta San Mamés. Allí se hizo un hombre con la camiseta del Atlético cuando hizo un hat trick en 2014. El galo lo intentó pero la fortuna no le sonrió esta vez.

El punto negativo llegó en el minuto 78. Filipe Luis tuvo que retirarse lesionado del terreno de juego, teniendo que entrar Lucas Hernández en su lugar. El francés cumplió, como de costumbre. El que continuó con su exhibición fue Jan Oblak, que volvió a mostrarse seguro bajo palos con varias intervenciones muy buenas.

Ya en el tiempo de descuento el Athletic recortaría diferencias pero no tuvo tiempo para más. Un centro de Balenziaga desde la izquierda encontró a Raúl García, que conectó un zapatazo, ajustado al palo, al que Oblak no pudo hacer nada.