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Champions League: Atlético - Liverpool

El Atlético nunca deja de creer

El Atlético de Madrid se impuso por la mínima al Liverpool gracias a un gol tempranero de Saúl. Pese a que los reds tuvieron la posesión, el Atleti tuvo el partido controlado en todo momento.

Esto es el Atlético de Madrid, un equipo que luchan como hermanos y que nunca deja de creer. Un solitario tanto de Saúl les permitió superar al Liverpool por la mínima (1-0) en un partido que tuvieron controlado de principio a fin. Salieron como motos y luego cedieron la posesión a los reds, que apenas pusieron a prueba a Oblak. Lograron lo que parecía imposible.

El Cholo sorprendió con la alineación al dar entrada a Lemar y Vrsaljko, eso sí esta vez no forzó a Diego Costa como el año pasado ante la Juventus. El Metropolitano era una fiesta y los jugadores salieron a comerse el césped desde el pitido inicial. Saltaron con el turbo puesto y sorprendieron al Liverpool en los primeros minutos del choque con un tanto. Mientras la gente estaba terminando de acomodarse y de recoger el tifo, Saúl adelantaba al Atlético a los cuatro minutos de partido. 

La salida en tromba surtió efecto y a balón parado abrieron el marcador. Savic peinó el córner y el balón se quedó muerto dentro del área, donde apareció el más listo de la clase, Saúl, para mandarla al fondo de la red con la derecha. Saltaba la sorpresa en el Metropolitano, el duelo se ponía de cara para los de Simeone muy pronto y al Liverpool le tocaba remar.

A raíz del tanto, el Atlético cedió el balón a los de Klopp y bajó un poco el pistón. Poco a poco comenzaron a embotellar al Atleti en su área pero no encontraban la manera de abrir la defensa rojiblanca. Era más la sensación de peligro de verles rondado el área que el peligro en sí, puesto que sus jugadas acababan todas con lanzamientos lejanos.

Dominio red, peligro rojiblanco

Pasado el ecuador de la primera mitad el árbitro anuló un gol a los reds por fuera de juego claro de Firmino. Lo cierto es que el peligro lo llevaba el Atlético al contragolpe. Primero fue Robertson el que metió un pie salvador para quitarle el balón casi de la bota a Morata, y luego Alisson aguantó a la perfección para detener el disparo del 9.

Durante el primer tiempo las ocasiones eran de los locales y la posesión de los visitantes, que apenas tuvieron un disparo de Salah que despejó Felipe. No estaba hecho ni mucho menos y Simeone lo sabía. Tras el descanso ambos entrenadores movieron el banquillo. En el Atlético entró Llorente por Lemar, mientras en el Liverpool Origi sustituyó a Mané.

Todo empezó igual que acabó la primera, con los de Klopp teniendo la posesión mientras los rojiblancos esperaban para salir a la contra. Pasaban los minutos y el 1-0 seguía luciendo en el marcador. El Liverpool lo intentaba una y otra vez pero el Atleti estaba muy bien plantado, cerrado y sin dejar espacios atrás con Savic y Felipe despejando todo por arriba. El Atleti era un auténtico frontón, lo rechazaban todo.

El Atlético no mata

Morata volvía a tener una ocasión clara de gol pero se resbaló cuando iba a rematar y no pudo golpear bien. No era el día del delantero, que no estaba muy acertado de cara a puerta y terminó siendo sustituido minutos después por Vitolo. La grada era una fiesta, nadie dejaba de animar y los jugadores seguían luchando cada balón como si fuera el último.

Ni siquiera una pequeña ocasión de Henderson que se marchó rozando el palo frenó a la afición. Ese fue quizás el único resquicio que encontraron en todo el partido. El Atleti tenía el choque donde quería, tal y como había planeado Simeone. Faltaba un gol para cerrar el partido de manera definitiva y no sería por falta de ocasiones.

Esa es una de las asignaturas pendientes de este equipo durante la temporada, llegan mucho pero marcan poco. Al final no hubo nada que lamentar y se llevaron un grandísimo resultado para la vuelta. Este equipo nunca deja de creer y consiguió superar al todopoderoso Liverpool de Klopp sin encajar. Ahora toca visitar Anfield el 11 de marzo con la Juventus en la cabeza, no puede volver a repetirse la historia.