Sabes que eres de clase media-baja cuando tu TV es más grande que tu librería: lo afirman los expertos
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Si te comportas de esta forma eres de clase media-baja, según estudio
La clase media-baja se ha convertido en un concepto central para comprender los cambios en el consumo contemporáneo. Más allá de los ingresos, el acceso a ciertos bienes y la forma en que se priorizan revelan cómo se definen los estilos de vida. El televisor, como objeto de entretenimiento masivo, ocupa un papel clave en este escenario.
Por su parte, la librería doméstica simboliza un acceso al capital cultural. Poseer libros y mostrar una biblioteca en el hogar se asocia a valores vinculados con la educación y la formación. Entre ambos elementos surge una tensión que los expertos han identificado como un reflejo de cómo la clase media-baja construye su identidad.
¿Por qué tener una TV más grande que la librería simboliza un consumo típico de la clase media-baja?
Los especialistas sostienen que la televisión representa una de las adquisiciones más visibles en los hogares de la clase media-baja. Su tamaño y su ubicación en la vivienda muestran no solo un objeto de entretenimiento, sino también un signo de estatus interno.
Este fenómeno ha sido estudiado en congresos internacionales de marketing. En la Academy of Marketing Science, varios investigadores plantearon que la compra de televisores responde a un patrón de identidad colectiva. El trabajo fue posteriormente publicado en la prestigiosa revista Springer Nature.
Según afirma el estudio, la facilidad de acceso a televisores de gran tamaño en comparación con el coste de los libros o muebles destinados a almacenarlos refuerza esta dinámica.
Además, el hogar se organiza en torno a este objeto, lo que confirma que el consumo no solo satisface necesidades, sino que expresa aspiraciones sociales.
La librería como capital simbólico
Tener una librería en casa implica algo más que acumular libros: significa disponer de un capital simbólico. La posesión de textos, incluso sin haberlos leído en su totalidad, se asocia con un perfil social ligado al acceso a la educación, al pensamiento crítico y a un tipo de ocio distinto del audiovisual.
Los expertos destacan que la diferencia entre el televisor y la librería en un mismo hogar puede marcar tensiones identitarias. Mientras el primero refleja entretenimiento inmediato, la segunda representa un valor cultural de largo plazo.
En la clase media-baja, esta contradicción se hace evidente, ya que la inversión en libros suele ser menor frente a la que se destina a dispositivos electrónicos.
Identidad y consumo en la clase media-baja
La investigación señala que las elecciones de consumo generan conflictos de identidad. En un mismo hogar pueden convivir deseos de acceder al entretenimiento televisivo y, al mismo tiempo, aspiraciones de reconocimiento social ligadas al conocimiento.
Este doble juego produce lo que los académicos denominan ‘conflicto de identidad de consumo’. En conferencias y publicaciones académicas, se explica que estas tensiones no terminan con la compra de un televisor o de una estantería de libros.
Al contrario, se mantienen en el tiempo y condicionan la forma en que la familia percibe su lugar en la sociedad. La preferencia por uno u otro objeto no se resuelve de manera simple, ya que ambos conviven como símbolos de pertenencia.
La clase media-baja y el acceso a la cultura
En España, como en otros países, el acceso a la cultura se distribuye de manera desigual. Aunque los libros se han abaratado en las últimas décadas, la percepción sobre su valor sigue siendo distinta al de la tecnología.
Mientras un televisor se considera una inversión inmediata y útil para el hogar, una librería implica un compromiso con un capital cultural que no siempre resulta prioritario en la clase media-baja.
Expertos en sociología, cómo la doctora Angelina Uzín Olleros advierten que esta situación plantea un debate sobre cómo se entiende la educación en el ámbito familiar. El televisor se asocia al ocio compartido y la socialización en el hogar, mientras que los libros se vinculan a un desarrollo individual.
Este contraste influye en la manera en que la clase media-baja estructura su tiempo y sus prioridades de consumo.
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