Quién inventó el bolígrafo y en qué año
¿Cómo fue la primera pluma estilográfica de la historia?
Cómo hacer que pinte un boli seco
Cómo hacer que un bolígrafo vuelva a escribir
Hay ciertos objetos que utilizamos a diario y que, por esa cercanía, desconocemos de dónde vienen. Uno de los ejemplos es el bolígrafo, uno de los utensilios clásicos que no pueden faltar en oficinas, locales comerciales ni en casas de familia, por su utilidad. ¿Sabes quién inventó el bolígrafo y en qué año?
Ahora bien, no es menos cierto que probablemente la mayoría no podría explicar cuál es su origen, y por eso queremos detenernos en la historia de su creador, Ladislao José Biro, un inventor menos reconocido de lo que debería ser, por su participación en otras ideas que acabaron concretándose: máquinas para lavar la ropa, cambios automáticos para los coches magnéticos.
Quién inventó el bolígrafo
El bolígrafo debía dar el siguiente paso y fabricarse en serio. Todo volvió a empezar con la famosa pluma estilográfica. Fue un invento de Cross y a la pluma estilográfica se la identifica como el padre de los bolígrafos.
El que tiene la patente del bolígrafo a su nombre es Laszlo Jozsef Biro, un nativo de Budapest. Lo que inventó fue una pluma de bola que contaba con un cartucho de tinta que estaba en forma presurizada.
Biro, un periodista no tardó en darse cuenta de la capacidad para el secado rápido que tenía la tinta usada en los periódicos, por lo que pensó que si esa tinta se usaba en un bolígrafo, el problema de las letras manchadas iba a poder resolverse. Al ser un corrector de prueba, Biro tuvo que ir rellenando su pluma estilográfica de una botella de tinta sin cesar y esto a veces le suponía grandes molestias.
El invento del bolígrafo como conocemos hoy
A principios de los años 30 del siglo pasado, Biro, junto con su hermano Georg, experimentó con una pluma que no necesitaba ser rellenada y que tampoco manchaba las páginas. El concepto giraba sobre una bolsa que usó en la punta de la pluma y esta se movía en el papel, tirando de la tinta del cartucho.
Esta vez si era práctico, usando los dos hermanos un depósito sellado, el cual almacenaba la tinta en el interior de la pluma. Se cambió también la tinta a una más rápida. En 1938 se emitió la patente. Podríamos decir que, aunque Laszlo no fue el primer inventor del bolígrafo, si que diseñó el que es conocido universalmente.
Al final esta mejora fue la que terminó siendo la definitiva y realmente la que respondió a las necesidades.
Pero en este caso lo que nos interesa es cómo este periodista de profesión, cansado de que su pluma se atascase mientras escribía, y de que los zurdos arruinaran sus papeles al escribir, pensó que debía poder crearse una solución: el bolígrafo. Sin embargo, el concepto ni siquiera estaba desarrollado, y mucho menos tenía nombre.
Todo cambiaría a partir de una serie de pruebas realizadas junto a su hermano químico, Georg Biro, quienes sistematizaron algunos detalles del invento, como puntas esféricas para lograr, por fin, aquella distribución uniforme de tinta sobre el papel.
Lo curioso es que, aunque su bolígrafo funcionaba sin problemas, en realidad nunca lo comercializó, o no tenía esa intención inicial. Al menos no hasta que el presidente de Argentina de aquel momento, Agustín Pedro Justo, observó cómo ese periodista escribía notas con una herramienta desconocida para su periódico.
Gracias a la intervención y la financiación del político, Biro se instalaría definitivamente en el país, comenzando la producción en masa de su invento, en parte obligado por el estallido nuevamente de la guerra en Hungría, y como una forma de proteger a su familia del horror que se avecinaba en su país de origen.
En 1943, el bolígrafo hizo su expansión en el mercado local, donde se conoce como “birome”, por la unión de los apellidos del propio Biro y de su socio de la época, Meyne, y sólo faltarían algunos años y publicidad para que se convirtiera en el indispensable de cada hogar y oficina.
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