Psicología

Ni rojo ni amarillo: los colores que usan las personas más inteligentes, según los psicólogos

Colores que eligen las personas más inteligentes
Janire Manzanas
  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

La psicología no sólo estudia los pensamientos y emociones humanas, sino que también analiza cómo los pequeños detalles del día a día pueden estar profundamente conectados con nuestra personalidad, capacidades cognitivas e incluso la forma en que nos relacionamos con los demás. Uno de esos elementos aparentemente triviales, pero que tiene un gran impacto en la percepción social, es el color. Los colores que usamos, elegimos o que predominan en nuestro entorno pueden comunicar mucho más de lo que imaginamos. Teniendo esto en cuenta, ¿qué colores utilizan las personas que son vistas como más inteligentes?

Aunque parezca superficial, la elección de un color para vestir o decorar el hogar puede revelar rasgos de personalidad, formas de pensar e incluso niveles de inteligencia percibida. Algunos estudios han explorado cómo ciertos colores tienden a estar vinculados con personas consideradas más reflexivas, seguras y mentalmente ágiles, mientras que otros tonos pueden asociarse a perfiles más pasivos, indecisos o con menor capacidad para resolver problemas complejos.

¿Qué colores utilizan las personas más inteligentes?

Desde hace décadas, numerosos expertos en psicología han estudiado cómo los colores que elegimos reflejan aspectos internos de nuestra mente. Aunque no hay reglas absolutas, sí se han identificado patrones consistentes entre preferencias cromáticas y rasgos de personalidad. Es importante aclarar que esto no significa que un color «determine» cuán inteligente es alguien, sino que influye en cómo los demás nos perciben.

Uno de los hallazgos más llamativos dentro de esta rama de estudio es que ciertas tonalidades tienden a estar asociadas a una imagen menos estimulante desde el punto de vista intelectual. El gris, por ejemplo, es uno de los colores que más se relacionan con la falta de decisión, pasividad e incluso con una actitud mental monótona o poco creativa. No es que vestir de gris te vuelva menos inteligente, pero sí puede transmitir una imagen de neutralidad, escasa iniciativa o falta de innovación.

El marrón es otro color que, en este contexto, suele asociarse con perfiles menos destacados en lo cognitivo. Este tono, aunque es cálido y transmite estabilidad, también puede evocar una personalidad rígida, poco flexible o cerrada a nuevas ideas. Algunas interpretaciones dentro de la psicología del color sugieren que quienes abusan de esta tonalidad pueden estar transmitiendo una sensación de estancamiento mental o falta de entusiasmo por el cambio y el aprendizaje.

El amarillo, por otro lado, es un color que genera sensaciones contradictorias. Aunque suele asociarse con la alegría y la energía, también puede percibirse como un tono que distrae o que refleja cierta falta de seriedad. Algunos psicólogos señalan que su uso excesivo o en contextos inadecuados puede proyectar una imagen de dispersión o dificultad para mantener la concentración. Este rasgo puede influir negativamente en cómo se percibe la capacidad de una persona para resolver problemas complejos o mantener la calma en situaciones exigentes.

Inteligencia y confianza

Por el contrario, hay colores que están estrechamente relacionados con la inteligencia percibida. Uno de los más destacados es el azul. Este color tiene un efecto tranquilizador en la mente humana y se ha relacionado constantemente con la confianza, la seguridad, el pensamiento lógico y la capacidad de concentración. No es casualidad que muchas empresas serias, instituciones académicas y marcas vinculadas a la tecnología o finanzas utilicen tonos azules en sus logos o identidades visuales. El azul proyecta control, profesionalidad y serenidad, todos ellos atributos que asociamos con personas mentalmente estables y competentes.

Otro color muy valorado en este contexto es el blanco. Este tono, además de simbolizar pureza y limpieza, suele asociarse con claridad mental, orden y transparencia. Usar blanco, especialmente en ámbitos profesionales o académicos, puede ayudar a reforzar una imagen de objetividad, racionalidad y capacidad de análisis. En la medicina, por ejemplo, es un color dominante no solo por su simbología, sino también porque transmite precisión y confianza, cualidades claves en un entorno donde la toma de decisiones es crítica.

El negro también es una tonalidad poderosa en este sentido. A menudo vinculado con la elegancia, el poder y la autoridad, el negro puede comunicar firmeza, madurez e incluso cierto misterio. En ambientes formales o profesionales, el negro es percibido como un color de personas seguras de sí mismas, decididas y con pensamiento estratégico. Estos rasgos, cuando se suman, construyen la imagen de alguien con un alto nivel intelectual.

Una de las preguntas que surge naturalmente tras conocer estos datos es: ¿podemos modificar la forma en que los demás perciben nuestra inteligencia simplemente cambiando los colores que usamos? La respuesta es sí, hasta cierto punto. Si bien el color por sí solo no convierte a nadie en más inteligente, sí puede mejorar la manera en que nos proyectamos. En entrevistas de trabajo, presentaciones importantes o reuniones sociales, elegir los colores adecuados puede ayudarnos a reforzar una imagen de personas inteligentes, seguras y confiables. Por eso, muchas personas empiezan a ser más conscientes de su paleta cromática al vestir.

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