Ni a mediodía ni por la noche: la mejor hora para regar tus plantas, según los expertos
Regar las plantas puede parecer una tarea sencilla, pero hay varios factores que conviene tener en cuenta. No se trata simplemente de «regar todos los días» o «cuando te acuerdes», sino de entender cómo funciona el ciclo natural de la planta, el clima y la dinámica del agua en el suelo. Por eso, saber cuál es la mejor hora para regar las plantas, entender las necesidades específicas de cada especie y utilizar técnicas de riego eficientes puede marcar una gran diferencia.
Para mantener un riego equilibrado y eficiente, agrupa las plantas según su necesidad de agua, adapta la frecuencia a la estación, riega despacio para facilitar la absorción y evita encharcar el sustrato. Utiliza mezclas que drenen bien y retengan la humedad adecuada y, siempre que sea posible, aprovecha el agua de lluvia, más natural y libre de químicos, contribuyendo también al cuidado del medio ambiente.
¿Cuál es la mejor hora para regar las plantas?
Los jardineros recomiendan regar las plantas por la mañana, entre las 6:00 y las 8:00 horas. Este horario permite que el agua se infiltre adecuadamente en el suelo, nutriendo las raíces sin que se evapore rápidamente ni cause estrés térmico. A esas horas, la temperatura ambiente aún es fresca, la exposición al sol es mínima y el viento es más suave, lo que favorece una absorción más lenta y profunda.
Además, regar temprano permite que las hojas y el sustrato se sequen gradualmente a lo largo del día, reduciendo la posibilidad de enfermedades fúngicas o bacterianas. La luz solar moderada de la mañana contribuye a un secado natural, sin causar daños por radiación directa. Así, las plantas no pasan el día con exceso de humedad en la superficie, algo que puede ser perjudicial, sobre todo en ambientes húmedos.
¿Qué ocurre si se riega por la noche?
Aunque regar por la noche pueda parecer conveniente para quienes tienen rutinas muy ocupadas durante el día, esta práctica presenta varias desventajas. Durante la noche, la temperatura baja y la humedad se mantiene en niveles más altos. Si el agua permanece en las hojas, tallos o sobre el sustrato húmedo por muchas horas, se crea un entorno perfecto para el desarrollo de hongos, como el oídio, la roya o la botritis.
La falta de ventilación nocturna agrava el problema: el agua no se evapora con facilidad y las raíces permanecen demasiado tiempo húmedas, lo que puede propiciar la pudrición radicular. Esto es especialmente crítico en climas cálidos y húmedos, donde la proliferación de microorganismos es más rápida. Por eso, si no queda más opción que regar por la tarde, se recomienda hacerlo justo antes del atardecer, con tiempo suficiente para que la humedad superficial desaparezca antes de que caiga la noche.
¿Cómo saber si una planta realmente necesita agua?
Cada planta es un mundo. Algunas especies, como los cactus o las suculentas, están adaptadas a ambientes áridos y requieren poca agua, mientras que otras, como los helechos o las calateas, necesitan un sustrato constantemente húmedo. Por eso, no existe una frecuencia de riego universal.
Una técnica sencilla y efectiva para comprobar la necesidad de agua es introducir un dedo en el sustrato hasta unos dos o tres centímetros de profundidad. Si la tierra sigue húmeda, no es momento de regar; si está seca, entonces sí lo es. Además, las plantas suelen emitir señales que son fáciles de identificar: hojas decaídas, puntas secas, amarilleo o crecimiento estancado son indicadores de que algo no va bien. Sin embargo, hay que diferenciar entre un exceso y una falta de agua, ya que los síntomas pueden ser similares.
Riego eficiente: técnicas que marcan la diferencia
No basta con saber cuál es la mejor hora para regar las plantas; es fundamental hacerlo de forma inteligente. El método de riego que elijas influye directamente en la cantidad de agua utilizada y en la salud de la planta. El riego localizado (como el uso de regaderas directas al sustrato o sistemas de goteo) es mucho más eficiente que el riego por aspersión, especialmente en jardines pequeños, terrazas o huertos urbanos.
El objetivo es que el agua llegue directamente a las raíces, que son las encargadas de absorberla. Regar desde arriba, mojando hojas y flores, no sólo desperdicia agua, sino que también puede provocar quemaduras si el sol incide directamente o generar enfermedades fúngicas si no se secan adecuadamente.
Regar las plantas es una forma consciente de cuidar la vida que florece en nuestro hogar. No importa el tamaño del jardín: lo esencial es observar, adaptar y actuar con conocimiento. Escoge el momento oportuno, evita los extremos (ni encharcar ni dejar secar en exceso) y utiliza un sustrato de calidad que permita respirar a las raíces. Escucha lo que tus plantas necesitan y responde con equilibrio. El amanecer es tu mejor aliado, y el exceso de agua, tu peor enemigo. Recuerda: regar con inteligencia es más valioso que hacerlo con frecuencia. Tus plantas te lo agradecerán.
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