Curiosidades
Personajes

Jean-François Champollion: El padre de la egiptología

Jean-François Champollion nació en una pequeña ciudad francesa y fue un alumno destacado que recibió como premio a su esfuerzo visitar la colección de antigüedades egipcias más reconocida en toda Francia.

A partir de allí, comienza su pasión por las lenguas antiguas y con solamente 18 años se convierte en un experto sobre los temas del antiguo Egipto. Más adelante, logra descifrar la Piedra de Rosetta, uno de los misterios más grandes de la historia hasta ese momento.

La historia de Jean-François Champollion

Jean-François Champollion nació el 23 de diciembre de 1790 en una pequeña ciudad al sur de Francia. Fue hijo de un librero y de una enfermera que tuvo que retirarse de su profesión por un accidente que la dejó en silla de ruedas para el resto de su vida.

Cuando tenía diez años ya era el alumno más aventajado del Instituto de Grenoble y había recibido como premio a su trabajo, el honor de visitar la famosa colección de monsieur Fourier.

Las colecciones de antigüedades egipcias de Fourier eran de las más conocidas y renombradas de toda Francia. Era Prefecto del Instituto de Grenoble y director del Instituto de Egipto en El Cairo. Había participado como director de la comisión científica en la expedición napoleónica del año 1799.

Jean-François se propone descifrar los jeroglíficos y aprende todas las lenguas antiguas que cree necesarias: latín, griego, hebreo, árabe, sirio, caldeo, sánscrito, diferentes dialectos chinos y español.

Cuando termina sus estudios en el Instituto de Grenoble, lleva bajo el brazo una copia de la Piedra de Rosetta que le había regalado el propio Fourier, y que llega a convertirse en una obsesión.

Añade a sus conocimientos el idioma persa y el copto, la lengua egipcia que posee caracteres griegos.

En el año 1808 vuelve a Grenoble y realiza un doctorado en Letras. Es nombrado Secretario de la Facultad y profesor de Historia Antigua. En esa época, Jean-François Champollion tenía solamente 18 años, pero sorprende su elocuencia sobre ideas e hipótesis sobre el antiguo Egipto.

Durante muchos años no pudo dedicar el tiempo que deseaba al estudio de la Piedra Rosetta, pero jamás abandonó la tarea.

El 27 de setiembre de 1822, Champollion escribe una célebre carta a monsieur Dacier, en relación al alfabeto de los jeroglíficos fonéticos, donde le dice que ha logrado descifrar la Piedra Rosetta. Desde ese momento se podían leer claramente los títulos en los monumentos, los nombres y los apelativos de los soberanos griegos y romanos.