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Conoce más sobre ‘Almanzor’, un personaje de nuestra historia

Almanzor, cuyo nombre era Abu Amir Muhammad ibn Abi Amir al-Mansur; nació en Torrox, España, en el 938. Descendía de una familia árabe del Yemen que se estableció en la zona de Algeciras desde la conquista de la Península Ibérica, estudiando en Córdoba, durante el califato de Al-Hakan II, ocupando varios cargos de carácter administrativo. Fue un personaje decidido y ambicioso que se hizo con las riendas del poder. En el 976 se hizo tutor del joven califa, un Hisam II, que al ocupar el puesto de su fallecido padre fue una marioneta para él.

La ambición de Almanzor era grande, lo mismo que su sagacidad

Dos años más tarde, en 978, después de tener controlado a Hisam II, además de postergar a personajes de la importancia de Galib o Mushafí, se nombró así mismo Hayib, lo que sería una especie de primer ministro, con lo que pudo ejercer una prioridad absoluta en todo el territorio hispanomusulmán.

La primera decisión que tomó fue expulsar del ejército califal a muchos mercenarios eslavos. Igualmente comenzó una reestructuración profunda de las tropas para acabar con la organización tribal de ellas, que solía provocar conflictos.

Tenía una personalidad de gran carisma y talento militar, llevando a cabo entre el 977 y el 1002 56 campañas en tierras cristianas sin conocer la derrota, por lo que se le llamó Al-Mansur (El Victorioso). Eran sus incursiones rápidas y eficaces, que solían realizarse en los meses de primavera y verano, donde sembraban el terror entre los reinos cristianos del norte de la península.

Entre sus batallas, asoló Salamanca, y venció a los ejércitos de Ramiro III de León, García Fernández de Castilla y Sancho II de Navarra en las batallas de Gormaz, Langa y Estercuel (977) y en la de Rueda (978), saqueó Barcelona (985), arrasó Coimbra, León y Zamora (987 y 988), asaltó Osma (990) y castigó Astorga (997).

Su gesta más importante

Llegó el 11 de agosto de 997, donde destruyó Santiago de Compostela y solo respetó el sepulcro del apóstol. Terminó obligando a los cautivos cristianos a trasladar a hombros las campanas de la catedral y las puertas de la ciudad hasta Córdoba.

Después de cinco años, mientras regresaba de una expedición contra San Millán de la Cogolla, enfermó y terminó muriendo en la localidad soriana de Medinaceli el 10/11 de agosto de 1002.

En su mandato, Almanzor tuvo gran habilidad política al respetar todo el aparato califal y mantener intactas diversas prerrogativas de Hisam II, lo que le dio mucho prestigio en vida, favoreciendo que después de morir, el califa terminaría nombrando Hayib a Abd al -Malik, su hijo predilecto.